Ciudad Guayana. Se cumplen dos años de la histórica final de la Copa Libertadores de 2018 donde River le ganó a Boca en el Santiago Bernabéu, un encuentro que quedo para la memoria de los fanáticos al futbol y que nunca pierde vigencia.
El partido de vuelta estaba programado para disputarse el 24 de noviembre en el Estadio Monumental. Sin embargo, horas antes del compromiso el autobús de Boca Juniors fue atacado por miembros de la barra brava del equipo millonario.
Varios de los jugadores ingresaron al estadio quejándose de dolor en los ojos producto de gas pimienta. “Nos tiraron de todo”, dijo el capitán Pablo Pérez a los periodistas presentes. Según informan medios argentinos, entre los afectados, incluso con vómitos, estaban Tévez, Ábila, Cardona, Almendra y tuvieron cortes por roturas de las ventanas Nández y Pablo Pérez.
A pesar que se dijo que el partido se jugaría una hora después, las máximas autoridades del futbol sudamericano, con la supervisión de la FIFA, decidieron que las condiciones no estaban dadas para disputar la final.
Poco tiempo después se dio a conocer que la Agencia Gubernamental de Control de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires clausuró el Monumental por los actos de vandalismo contra los jugadores del conjunto “xeineze”.
Como resultado de esta sanción, la final se tenía que jugar en otro recinto. Montevideo, Medellín, Santiago, Asunción, Mendoza, Belo Horizonte, Miami y hasta Abu Dhabi levantaron la mano para recibir el encuentro que definiría el campeón de américa.
Finalmente, el 29 de noviembre la Conmebol anunció que el partido se jugaría el 9 de diciembre en el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid, siendo la primera vez en la historia que un encuentro de la Copa Libertadores se disputó fuera del continente americano.
Llegó el día de la final y no hubo grandes sobresaltos en las alineaciones, con 4-3-3 en ambos lados e intenciones ofensivas para ser una final de Libertadores. El escenario obligaba, sobre el papel, a mostrar buena cara.
El partido había empezado con imprecisiones, jugado más con el corazón, con Boca llegando con más facilidad al área de River y los millonarios perdidos y con dudas. La primera ocasión de los “xeneize” salía de las botas de Maidana que rechazaba mal un disparo de Olaza y casi hacia subir el primer gol de la final, un auto-gol que habría sumado un punto más de surrealismo al encuentro.
No pasaba nada destacable en el partido hasta que en el minuto 43, Benedetto definió un mano a mano con Armani tras un gran pase de Nández. Darío con una gran clase la picó sobre Maidana y ante Armani que ni se inmutó provocando el estallido de la grada de Boca.
El empate llegó al minuto 67 fruto de la intensidad con la que River había saltado tras el descanso. Nacho Fernández hizo una gran pared con Palacios y llegó al fondo para cederle la pelota a Pratto. El Oso definió con contundencia y lo celebró como hace siempre.
El partido terminó sus 90 minutos y se empezó a definir el rumbo en el alargue. La tensión aumentaba y las gradas llenas de hinchas, prendían la fiesta en el Santiago Bernabéu.
Al minuto 109 llegó la magia que cortó un empate y definió un partido complicado. Juan Fernando Quintero con un estupendo disparo al ángulo, decretó el 2-1 a diez minutos de cerrar el tiempo suplementario.
El partido se desnaturalizó en el cierre. Gago se lesionó y salió por su cuenta, dejando a su equipo con nueve jugadores. El arquero Andrada terminó jugando de delantero y River tuvo innumerables chances para liquidar el encuentro, pero no lo lograba.
El delirio llegó cuando, finalmente, se concretó una contra y el «Pity» Martínez decretó el 3-1 definitivo, tras correr casi mitad de cancha con la pelota en soledad.
Ante el clásico rival y en una serie plagada de incidencias, River se quedó con un título histórico. El elenco de Núñez hizo valer su jerarquía en una final que estuvo a la altura y sacaba pasaje al Mundial de Clubes. Marcelo Gallardo, además, sumó una página más en su exitoso ciclo al frente del «Millonario».
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