Son cinco años de aquel junio de 2016 cuando de manera repentina y frente a la bulla de la Sala de Redacción, el editor del diario Nueva Prensa de Guayana, informaba al equipo de redacción que la edición impresa de ese día sería la última.

De la bulla llegó el silencio, nadie habló por largos segundos. Ese día sin plantearlo, se recibió   un golpe que era inimaginable, pero que  se hacía costumbre en Venezuela: el golpe a la libertad de prensa. 

Nueva Prensa de Guayana, el periódico más importante del sur de Venezuela, dejaba de circular por falta de papel. 

En ese panorama incierto y tormentoso no solo se corría el riesgo de dejar en la calle a más de 160 trabajadores directos y cerca de 800 indirectos (como así fue), sino además, perder la crucial batalla por los derechos a la información y a la libertad de expresión. 

En Venezuela solo se hablaba de medios cerrados, censurados, periodistas agredidos, detenidos y deportados, como  parte de la tormentosa relación del Gobierno con la prensa. 

En solo 6 años,  se han clausurado 84 medios de prensa escrita, radio y televisión, según la Sociedad Interamericana de Prensa.

Otros medios, para sobrevivir, se sometieron a la línea dictada desde el Palacio de Miraflores. 

Cinco años después, el escenario no es distinto. No hace falta ser periodista o trabajar en un medio de comunicación para ser testigo del progresivo deterioro de las condiciones para realizar el trabajo de prensa en nuestro país. 

Se siente en la calle, se siente el reclamo, la gran mayoría de los venezolanos no está bien informado, porque en el contexto actual prima la sobrevivencia diaria: la falta de energía eléctrica, de agua, búsqueda de medicamentos, de gasolina, hambre.

Contexto del que no escapa el periodista venezolano. Aun así, somos muchos los que a diario y pese a las adversidades, logramos mantener la ecuanimidad para contar lo que sucede en el país.

Cada día asumimos el desafío de cubrir hechos sin adjetivos, de sustentar nuestro trabajo en rigurosas investigaciones, de no caer en la trampa de la polarización. 

Además de sortear la violencia, las intimidaciones, los llamados directos a la censura y la falta de transparencia gubernamental. 

Cubrir de la manera más honesta la realidad venezolana es nuestro mayor reto y nuestra mayor obligación.

Por eso nuestro reconocimiento a quienes a pesar de las adversidades se mantienen de pie en esta batalla comunicacional, donde nuestra única misión es informar.

 

Feliz Día del Periodista

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