En medio de la volatilidad económica venezolana -dólar impredecible, sanciones y transiciones políticas, el Dr. Gregorio Torres Odreman comparte su visión transformadora para líderes empresariales. Esta charla revela cómo pasar del liderazgo contextual a la Adaptabilidad Resiliente, clave para prosperar en 2026.
«Durante los últimos años», inicia el experto, «los líderes empresariales han adoptado un liderazgo contextual por necesidad imperiosa. Es la respuesta a la era de la incertidumbre y cambios veloces, como las fluctuaciones diarias del dólar o disrupciones globales. Aquí, el pragmatismo actúa como brújula: prioriza acciones efectivas para lograr objetivos pese a ecosistemas volátiles. Cada decisión surge de la experiencia inmediata, observación objetiva y sentido común práctico, asumiendo realidades que cambian con presteza”.
Sin embargo, advierte con énfasis, «para 2026, este enfoque debe evolucionar. La mera flexibilidad no basta en una nueva normalidad de disrupción constante. Surge la Adaptabilidad Resiliente; capacidad sistemática de la organización para anticipar, prepararse, responder y prosperar ante perturbaciones continuas, incluso transformándolas en oportunidades. Piense en una empresa guayanesa ante hiperinflación: no solo sobrevive, sino que innova capturando mercados emergentes”.
Los pilares para construir resiliencia
Torres Odreman detalla cómo las gerencias deben implementar esto en 2026, con cuatro pilares fundamentales:
«En primer lugar, la Anticipación Proactiva y Sensores Externos. Va más allá del diagnóstico reactivo: implica un escaneo activo del horizonte -horizon scanning-, escenarios futuros y detección temprana de señales débiles. Por ejemplo, monitorear políticas cambiarias del BCV o tendencias en minería sostenible en Bolívar para adelantarse a crisis”.
«Sigue el Aprendizaje Ágil en Tiempo Real. La organización institucionaliza ciclos rápidos; experimentar, fallar rápido, aprender e iterar. El conocimiento fluye sin barreras, con diversidad cognitiva y empoderamiento. Equipos multidisciplinarios en la primera línea toman decisiones autónomas, sin esperar al líder central, que a menudo carece del contexto completo. En Venezuela, esto significa retrospectivas semanales para ajustar estrategias ante cortes eléctricos”.
Tercero, Redundancia y Modularidad. Diseñe estructuras con margen de maniobra –slack- y componentes modulares que aíslen fallos y se recombinen. Imagine proveedores alternos para cadenas de suministro en Puerto Ordaz, o procesos digitales que funcionen offline durante apagones.
Finalmente, Propósito y Cultura Resiliente. Un ‘Por Qué’ organizacional fuerte actúa como faro en la tormenta, alineando respuestas. La cultura valora curiosidad, colaboración y mentalidad de crecimiento ante la adversidad. Empresas con esto retienen talento en contextos migratorios como el nuestro.
La metamorfosis del líder
El rol del líder también se transforma radicalmente. «Ya no es el único ‘adaptador contextual'», explica. Evoluciona a arquitecto y catalizador de sistemas adaptativos resilientes, con cuatro funciones clave:
De Responsable Único a Facilitador del Sistema: Diseña organizaciones que se adapten solas, sin su intervención constante. Delega para multiplicar impacto.
Constructor de Contextos (Context Setter): No solo responde al entorno externo; crea el interno -cultura, clima, estructuras- que habilita resiliencia.
Narrador de Sentido (Sense-maker): En la incertidumbre, interpreta eventos ambiguos, conectándolos al propósito y estrategia. ‘¿Qué significa esta devaluación para nosotros?’, pregunta al equipo.
Guardián de la Estabilidad Dinámica: Equilibra eficiencia operativa con innovación disruptiva, evitando rigidez o caos.»
El llamado para 2026
En cierre, Torres Odreman es contundente: «El liderazgo contextual fue un avance al reconocer que no hay fórmulas únicas. Pero 2026 exige un salto cualitativo. La Adaptabilidad Resiliente es el nuevo estándar competitivo: rediseñe en redes ágiles y autónomas, ciclos de planificación rápidos, plataformas digitales para colaboración, análisis de datos en tiempo real y trabajo distribuido. Así reconstruimos el presente con proyección futura, valorando personas y procesos evolutivos. Transformamos vulnerabilidades -como nuestra economía- en ventajas competitivas sostenibles”.
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