Más de 30 “michis” callejeros son alimentados a diario por dos personas a quienes un comerciante asiático les asignó dicha tarea, ellos circulan en cinco puntos del centro de Puerto Ordaz.
Los gatos ya saben la hora y conocen el sonido de la moto. Cuando arriba el par en el vehículo de dos ruedas, los animalitos salen de diferentes sitios para agruparse a un lado de uno de los edificios abandonados en la carrera Guasipati.
Cada minino come en un plato desechable, no se dejan agarrar con nadie, situación que indica que no tienen contacto con los humanos, tampoco han socializado, no están acostumbrados al tacto.
Control de reproducción
Los animalitos son de la calle, por lo tanto desarrollan aún más el instinto de independencia para poder sobrevivir en dicho ambiente, miran al humano como una amenaza.
Uno de los jóvenes que se dedica a echarles alimentos a los felinos, tiene seis años laborando con el comerciante asiático, en tanto que la persona de la moto se encarga de trasladarlo, lo hacen en la mañana y en la tarde.
Es una labor que la gente ve con buenos ojos, aunque, otros deberían unirse e inmunizar a los gatitos y evitar de esta manera cualquier tipo de enfermedad que perjudique a a la manada; aunado al control de reproducción de los mininos callejeros.
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