“En aquel tiempo, Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contestó: «No te digo siete, sino setenta y siete veces.»  «Aprendan algo sobre el Reino de los Cielos. Un rey había decidido arreglar cuentas con sus empleados, y para empezar, le trajeron a uno que le debía diez mil monedas de oro. Como el hombre no tenía con qué pagar, el rey ordenó que fuera vendido como esclavo, junto con su mujer, sus hijos y todo cuanto poseía, para así recobrar algo. El empleado, pues, se arrojó a los pies del rey, suplicándole: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.» El rey se compadeció y lo dejó libre; más todavía, le perdonó la deuda. Pero apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas. Lo agarró del cuello y casi lo ahogaba, gritándole: «Págame lo que me debes.» El compañero se echó a sus pies y le rogaba: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.» Pero el otro no aceptó, sino que lo mandó a la cárcel hasta que le pagara toda la deuda. Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contárselo todo a su señor. Entonces el señor lo hizo llamar y le dijo: «Siervo miserable, yo te perdoné toda la deuda cuando me lo suplicaste. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero como yo tuve compasión de ti?» Y hasta tal punto se enojó el señor, que lo puso en manos de los verdugos, hasta que pagara toda la deuda. Y Jesús añadió: «Lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, a no ser que cada uno perdone de corazón a su hermano.» 

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

 La Iglesia Universal celebra hoy el Vigésimo Cuarto Domingo del tiempo ordinario y recordamos la fiesta entre otros santos en honor a San Roberto Belarmino, quien fue un miembro de la Compañía de Jesús, sacerdote, arzobispo, cardenal de la Iglesia, e inquisidor en la época de la contrarreforma, que defendió la fe y la doctrina católica. Nació en Montepulciano, el 4 de octubre de 1542 y murió en Roma, el 17 de septiembre de 1621. Pío XI lo beatificó en 1923 y lo canonizó en 1930. El 17 de septiembre de 1931 fue declarado doctor de la Iglesia.

En la liturgia del día meditamos los textos: Eco 27,33-28,9; Sal 102; Rm 14,7-9 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo, capítulo 18, desde el verso 21 al 35. En el que, JESÚS ante la pregunta de Pedro, le responde que debe perdonar a su hermano, setenta veces siete, es decir todo el tiempo y no siete veces tal como estaba contemplado en la Ley. Seguidamente les narra la parábola de los deudores, para reafirmar Su Argumento sobre el Perdón.

 Ya que perdonar setenta veces siete es Perdonar siempre, tal como DIOS lo hace con nosotros. Por eso es que la Palabra Hecha Carne quiere que sus discípulos de todos los tiempos nos Configuremos con la Misericordia del PADRE, Que Tiene una Ilimitada Capacidad de Perdonar. Porque DIOS que es Rico en Misericordia nos marca la pauta para que podamos tener unos sentimientos de perdón y de magnanimidad, tal como aparece en la parábola del rey y sus súbditos.

 Al confrontarnos con el texto, y ubicarnos en el contexto de un mundo donde la violencia crece y se multiplica, ante la indiferencia de muchos que por miedo o comodidad no tomamos partidos, sino que dejamos que unos pocos tomen decisiones trascendentales que nos afectan a todos. Y por eso tenemos nuestros corazones llenos de odio y de rencores que no nos permiten visualizar salidas, porque todo nos parece malo o sospechoso y al final terminamos siendo víctimas de nuestras propias mezquindades. 

 De allí que como siempre el Maestro con sus enseñanzas nos pone en una disyuntiva bien difícil, porque la gran mayoría de nosotros creemos que, si agredimos física o verbalmente a los que creemos culpables de nuestros problemas, nos hacen más fuertes, pero puede ser que signifique todo lo contrario y no solo nos debilitemos nosotros, sino que también erosionemos las mismas bases de nuestra Fe cristiana. Porque perdonar no es un gesto de debilidad o de neutralidad para cerrar los ojos ante las injusticias del mundo. Perdonar es una decisión que emana del código de las Bienaventuranzas. Es un dinamismo transformador de la No-violencia Activa. Es tener Hambre y Sed de Justicia. Es ser Pacificador creyendo y amando en Aquel que Murió por Predicar e Instaurar el AMOR y la JUSTICIA.

 Señor JESÚS, ayúdanos a entender que perdonar no es un gesto de debilidad o de neutralidad para cerrar los ojos ante las injusticias del mundo. Sino no más bien un acto de Configuración con Dios Misericordioso que quiere conglomerados humanos donde reine el Amor y la Justicia.

Amén

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