Washington.- El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó este viernes una orden ejecutiva que abre la puerta a más sanciones económicas a las partes implicadas en el conflicto armado que golpea desde noviembre la región de Tigray, en el norte de Etiopía.

«La orden ejecutiva que firmé hoy establece un nuevo régimen de sanciones que permitirá ir contra aquellos que son responsables, o cómplices, en la extensión del conflicto en Etiopía, la obstrucción del acceso humanitario o que están impidiendo un alto el fuego», dijo Biden en un comunicado.

En concreto, las sanciones podrían dirigirse contra el Gobierno central etíope y el rebelde Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT), que gobernaba Tigray; así como contra el Ejecutivo eritreo y las autoridades de la región vecina de Amhara, que combatían del lado de las fuerzas etíopes.

Este viernes, sin embargo, no se anunciaron sanciones específicas contra funcionarios o combatientes.

La esperanza del Gobierno de Biden es que la amenaza de nuevas sanciones sirva para apoyar los esfuerzos de mediación del expresidente nigeriano Olusegun Obasanjo, a quien la Unión Africana (UE) nombró a finales de agosto como alto representante para el Cuerno de África.

Específicamente, el texto de la orden ejecutiva que firmó Biden da una mayor autoridad a los Departamentos de Estado y del Tesoro para imponer más sanciones contra todas las partes del conflicto.

La medida incluyo unas provisiones especiales para evitar que cualquier castigo económico recaiga sobre la población civil, que en el último mes ha recibido menos del 10 % de la ayuda humanitaria que se ha enviado a la región debido a la obstrucción de los combatientes, de acuerdo con dos altos funcionarios del Gobierno.

La guerra en Tigray comenzó el pasado 4 de noviembre, cuando el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, lanzó una ofensiva contra el Frente Popular de Liberación de Tigray, partido que gobernaba la región entonces, en represalia por un ataque contra una base militar federal.

El pasado 28 de junio, el Ejecutivo etíope anunció un «alto el fuego unilateral humanitario» y el Ejército se retiró de varias ciudades tigriñas -incluida la capital, Mekele-, pero las fuerzas amharas, que peleaban junto al Gobierno y anexionaron de facto zonas sobre los que reivindican derechos históricos-, siguieron allí.

En ese contexto, los rebeldes tigriñas recuperaron terreno y el conflicto se extendió a las regiones vecinas de Afar y Amhara.

Desde noviembre, miles de personas han muerto, unos dos millones se han visto desplazados internamente en Tigray y al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según datos oficiales.

Además, casi siete millones de personas afrontan una «crisis de hambre» en el norte de Etiopía por la guerra, según advirtió la semana pasada el Programa Mundial de Alimentos (PMU) de la ONU.

 

 

EFE

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