El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, señaló este viernes en Pekín que «respeta» el derecho a manifestarse de los estudiantes que, en los últimos días, han protestado en los campus del país norteamericano en favor de Palestina.
«Entiendo muy bien la frustración de los estudiantes y respeto a su derecho a manifestarse, es un sello distintivo de nuestra democracia», dijo Blinken en una rueda de prensa al término de su visita oficial a China.
Desde hace días, algunas de las grandes universidades estadounidenses, como Columbia, en Nueva York, Berkeley, en California, o Yale, en Connecticut, son escenario de protestas y sentadas con carpas en las que se pide sobre todo un cambio de rumbo en la política de Washington hacia Israel.
«Hay gente que tiene sentimientos fuertes, apasionados, sobre lo que está sucediendo en Gaza y en Oriente Medio, y lo entiendo», dijo Blinken.
No obstante, Blinken opinó que «es notable que haya silencio sobre Hamás», organización que, dijo, «debería rendirse de inmediato para poner fin a la guerra».
Ayuda militar
«Como he dicho anteriormente… esto podría terminar mañana, podría haber terminado ayer, podría haber terminado hace meses, si Hamás hubiera depuesto las armas, si hubiera dejado de esconderse detrás de civiles, si hubiera liberado a los rehenes y se hubiera rendido», afirmó.
El diplomático agregó que Estados Unidos, que acaba de aprobar 17.000 millones de dólares adicionales en ayuda militar a Israel «trabaja todos los días para tratar de minimizar el daño causado a la gente».
Según cifras de este jueves, al menos 34.300 personas han muerto y más de 77.300 han resultado heridas en la ofensiva militar israelí en Gaza, tras los ataques de Hamás del 7 de octubre que dejaron unos 1.200 muertos en suelo israelí, además de 253 secuestrados.
Unos dos tercios de los muertos en el enclave palestino son mujeres y niños, según las autoridades gazatíes.
La Universidad de Columbia, epicentro de las protestas en los campus, llegó el miércoles a un acuerdo de última hora con los activistas para limitar el alcance de sus protestas.
De este modo se protege el derecho a la libre expresión y se responde al mismo tiempo a las quejas sobre la falta de seguridad que suponían la presencia y actividad de decenas de carpas en mitad del campus principal, o sobre los comportamientos supuestamente antisemitas de algunos de los acampados para con otros estudiantes de confesión judía.
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