Queridos hermanos, como dice el título de la presente, normalmente ¿qué nos apasiona? ¿La profesión? ¿El oficio que se desempeña? ¿El trabajo? ¿Bailar, cantar, la lectura? ¿La política? ¿El trabajo social? ¿Un deporte en particular? ¿Ayudar a los demás? ¿Hacer el bien? ¿El cine? ¿Estudiar? ¿Una meta que alcanzar o una obra por hacer? Ciertamente, pueden ser distintas las razones que nos logran apasionar y nos llevan a dar el extra en eso precisamente que nos entusiasma ¿verdad? Válidas todas las razones, por supuesto, pero miremos más allá. Hacia dónde están esas personas…
La mujer le dijo: Señor, dame de esa agua, y así ya no sufriré la sed ni tendré que volver aquí a sacar agua. (Juan 4, 1-42). Más adelante, leemos: La mujer dejó allí el cántaro y corrió al pueblo a decir a la gente: <Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Cristo?> Salieron, pues, del pueblo y fueron a verlo.
Mientras Jesús les anunciaba la Palabra, cuatro hombres le trajeron un paralítico que llevaban tendido en una camilla. Como no podían acercarlo a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo donde él estaba y por el boquete bajaron al enfermo en su camilla. Al ver la fe de aquella gente, Jesús dijo al paralítico: <Hijo, se te perdonan tus pecados.> (Marcos 2, 1-12).
… Y él (Bartimeo), arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó: <¿Qué quieres que haga por ti?> El ciego respondió: <Maestro, que vea.> Entonces Jesús le dijo: <Puedes irte, tu fe te ha salvado.> Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino. (Marcos 10, 46-52).
Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que siguieron a Jesús por la palabra de Juan. Encontró primero a su hermano Simón y le dijo: <Hemos encontrado al Mesías. Y se lo presentó a Jesús…> (Juan 1, 35-51).
Queridos hermanos, luego de hacer un recorrido breve por estos episodios del Evangelio, nos damos cuenta de que tienen un común denominador: Corren a contar lo que les ha sucedido. Que han conocido al Señor, como es el caso de la samaritana y de Andrés.
Presentan al Señor a otros. Y contra todo pronóstico religioso y normas en orden a la impureza, de ese entonces, tanto Bartimeo, como los amigos del paralítico, buscan las maneras de acercarse y encontrase con Jesús, Carpintero para los de su pueblo, Maestro para algunos, Señor para sus Apóstoles, y el Salvador de todos, de unos y de otros.
Verdaderamente, se apasionaron por Jesús, Señor nuestro, y fue tanta su pasión por Él que no lo dejaron para sí, sino que fueron a contar a otros acerca de Aquel que cambió sus vidas. Esto mismo tenemos que hacer nosotros.
Cuando nos encontramos con Cristo el “que” y el “algo” que nos apasiona le da paso inevitable al Quién y al Alguien, es decir, Jesús.
Así como nos ha apasionado, cautivado al igual que sucedió con Pablo que nos dice convencido de su fe: He sido crucificado con Cristo, y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Lo que vivo en mi carne, lo vivo con la fe: ahí tengo al Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí. (Gálatas 2, 20), queremos que suceda, que apasione a otros por medio de nosotros, hermanos.
Es inevitable no presentar al Señor a los demás. Que el Señor nos apasione y no tengamos vuelta atrás.
Hermanos, la oración que viene a continuación, recémosla de manera individual, hazla tuya:
Apasióname, Señor:
Señor, Jesús, apasióname con tu Humildad, para que la soberbia y el ego no me abracen.
Apasióname con tu Misericordia, para ser misericordioso y compasivo.
Apasióname con tu manera de servir, para saber encontrarte en los demás, especialmente en los más insignificantes.
Apasióname con tu autenticidad, para imitarte desde lo genuino.
Apasióname a través de tu Madre y que me la has dado como mía, para hacer lo que Tú me mandas.
Apasióname con tu entrega, para decir como Tú a Dios Padre, que se haga tu Voluntad.
Apasióname con tu Causa, que es el Reino de Dios, para saber que lo demás es añadidura.
Apasióname con la Eucaristía, para recibirte siempre y darte a manos llenas a los demás.
Apasióname con tu Perdón, para perdonar sin condición.
Apasióname con tu Docilidad, para dejarme guiar por el Espíritu Santo en el desierto.
Apasióname con tu Vida porque mi historia solo tiene sentido en ti, y que al final del camino pueda decirte como el Apóstol Pedro: Tú lo sabes todo Señor, siempre lo has sabido. Tú sabes que te amo.
Apasióname, Señor. Amén.
P. Gerardo Moreno
Les recuerdo, queridos hermanos, que en estos momentos en nuestra Catedral San Juan Pablo II, la Catedral de todos, estamos llevando a cabo la recolección de alimentos y artículos de aseo personal para el Seminario Jesús Buen Pastor de Ciudad Bolívar.
El año 2022 recaudamos 400 kilos de alimentos, la meta para este año es alcanzar 401 kilos. Por favor, cuando vengan a la Catedral, no olviden traer su kilo de alimento.
No olvides sintonizar de lunes a viernes, de 6 a 8 PM, tu programa Entre Lo Humano y Lo Divino por News 105.3 FM/circuitonew.net la radio que te sintoniza con Dios.
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