PARROQUIA CATEDRAL SAN JUAN PABLO II
LA CATEDRAL DE TODOS
DIÓCESIS DE CIUDAD GUAYANA
PUERTO ORDAZ – ESTADO BOLÍVAR, VENEZUELA
“La Iglesia es la caricia del amor de Dios al mundo”
San Juan Pablo II
Desde los Evangelios podemos observar distintos títulos con los que identifican a Jesús. Títulos válidos, y que solo Él merece, queridos hermanos, sin embargo, el mismo Señor, en Cesarea de Filipo preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? (Mateo 16, 13-19). No conformándose con el parecer de la gente, apunta hacia el criterio de sus propios discípulos, quiere saber lo que su entorno, sus amigos piensan acerca de Él: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Quiere una respuesta personal de nosotros ante la pregunta ¿Quién es Él para nosotros?
No es el mismo para todos
Ciertamente, cuando profundizamos en el Evangelio podemos verificar que Jesús, el Señor, no es el mismo para todos, o no todos tienen el mismo concepto de Él. Para el poderoso Jesús representa una amenaza como lo refleja Herodes (Mateo 2, 16), y el Sanedrín (Mateo 26, 59), tanto uno como otros no están dispuestos a perder los privilegios que el poder les ha dado, y es necesario, según sus planes, contrarios a Dios, condenar a muerte a quien le estorba.
Vieron a Jesús cara a cara, pero no se encontraron con Él; pues es imposible que nos encontremos con el Carpintero de Nazaret y sigamos igual. Con Cristo no somos los mismos.
Para otros, Jesús, es un comilón y un borracho, amigos de cobradores de impuestos y de pecadores (Mateo 11, 19). Incluso los fariseos, que no se llevaban bien con Jesús, llegaron a afirmar: Este expulsa a los demonios con el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios (Mateo 12, 24). Hasta los momentos no le ha ido muy bien a Jesús, pues el parecer de estos personajes acerca del Rey de reyes, según el Evangelio, no es la mejor.
Lo vieron, pero no tuvieron encuentro con él
Por eso insisto, vieron a Jesús cara a cara, pero no tuvieron un encuentro con Él, esto indica que no basta ver al Señor, es necesario encontrarnos con Aquel que nos hace sus discípulos sin retorno. El Señor no acepta devolución una vez que nos encontramos con Él.
Sumergiéndonos en la experiencia de tantos que nos han precedido en el encuentro con el Señor hagamos que ante la pregunta ¿Quién es Jesucristo?, podamos decir sin vacilación que Él es quien hace arder nuestro corazón, como hizo con los discípulos de Emaús y lo reconocemos al partir el pan (Lucas 24, 13-35).
Que autoinvitándose a nuestra vida, como hizo con Zaqueo, la Salvación llega a nuestra casa (Lucas 19, 1-10). Él es la Luz que disipa las tinieblas (Juan 8, 12) y nos toca para hacernos ver como hizo con el ciego de Betsaida (Marcos 8, 22-26).
Más adelante nos dirá el padre Antonio Chevrier: Conocer a Jesucristo lo es todo. y él mismo nos dice también, que debemos conocerlo, amarlo y seguirlo.
El cardenal Francisco Van Thuan desde su encuentro con Jesucristo nos dirá que la elección más importante es elegir a Dios.
Renovar el encuentro con Jesucristo
Queridos hermanos, así como sucedió con el leproso (Marcos 1, 40-45), con el ladrón en la cruz (Lucas 23, 42-43), con la mujer adúltera (Juan 8, 1-11), la cananea (Mateo 15, 21-28), la mujer en casa de Simón el fariseo (Lucas 7, 36-50), con Nicodemo (Juan 3, 1-21), con Antonio Chevrier y Francisco Van Thuan, entre tantos, podamos renovar nuestro encuentro con Jesucristo y saber que tocándonos nos sana, que con Él entramos en el Reino de Dios, que sale en nuestra defensa cuando van a apedrearnos, que nuestra fe es grande porque está puesta en Él, que nos perdona mucho si amamos mucho, que hay que nacer de nuevo en el Espíritu Santo, que conocerlo, amarlo y seguirlo lo es todo, y por eso lo elegimos a Él, porque Él nos eligió primero (Juan 15, 16).
Oración:
Hazla tuya:
Señor, Jesús, Tú eres mi todo, mi Salvador. Tú me has salvado para la vida eterna, pero también me has salvado de una vida rutinaria, aburrida y sin sentido. Ayúdame a conocerte, amarte y seguirte, a elegirte continuamente y saber que sales en mi defensa, porque me amas. Amén.
Que Nuestra Señora de Coromo, Patrona de Venezuela, lleve nuestra oración hasta su Hijo, Jesús, Señor nuestro.
Ánimo
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