Migrantes acampan en la ciudad de Iquique (Chile), en una fotografía de archivo. EFE/Lucas Aguayo

Santiago de Chile.- El ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alberto van Klaveren, reconoció «dificultades» para que Venezuela acepte personas expulsadas del país en el marco de la crisis migratoria que se desarrolla hace años en la frontera norte.

«No quiero entrar a polémicas (…) puedo asegurar que ha habido más que contactos, reuniones, ha habido esfuerzos de acercamiento hacia Venezuela en torno a la cuestión migratoria», señaló el Canciller chileno en entrevista con Radio Cooperativa.

«Hasta ahora ha habido dificultades para llegar a un acuerdo para que Venezuela acepte nuevos vuelos con migrantes, como se hicieron en tiempos previos, pero lo que vamos a tratar de hacer es ayudar a descomprimir la situación», agregó el secretario de Estado.

«El tema migratorio es de enorme complejidad (…) Se requiere de cooperación a nivel regional y en eso hemos estado trabajando desde hace bastante tiempo (…) Estamos haciendo gestiones tanto con Bolivia como con Venezuela», sostuvo.

Chile, que reforzó a fines de febrero su frontera con Perú y Bolivia con un importante contingente militar, vive una crisis migratoria desde años, que se desbordó en 2021.

«Bolivia no está obligado a recibir personas, no podemos obligarlo a abrir sus fronteras para recibir a migrantes que no tienen documentos, todo esto se tiene que alcanzar a través de la conversación y la cooperación», sostuvo van Klaveren.

«A pesar de no tener relaciones diplomáticas plenas con Bolivia, tenemos un contacto permanente y relaciones que históricamente han sido bastante normales», deslizó.

Bolivia, con quien Chile no tiene relaciones diplomáticas desde 1978, solo recibe a los expulsados bolivianos y no admite a ciudadanos de otras nacionalidades que usaron su territorio para llegar a suelo chileno.

Los inclementes pasos altiplánicos bolivianos son la principal ruta de ingreso irregular a Chile, que sigue siendo uno de los países más atractivos para migrar dentro de América Latina por su estabilidad política y económica, pese a la pandemia y la crisis social de 2019.

Continuando con al línea que el mandatario, Gabriel Boric, ha señalado desde que asumió el Ejecutivo, el jefe de la diplomacia chilena enfatizó la necesidad de un «enfoque regional» para enfrentar la situación, considerando que más de 6 millones de venezolanos han dejado su país en un flujo migratorio comparable a los éxodos de Siria y el norte de África.

El tráfico de migrantes, reflexionó van Klaveren, «afecta no sólo a Chile, afecta a Bolivia, a Perú, a Ecuador y a Colombia, todos países que somos parte de una misma cadena, y para eso se requiere un enfoque regional, pero mientras se desarrolla tenemos también que buscar acuerdos de carácter bilateral que permitan mitigar este problema».

Colchane, pequeña población situada en el región de Tarapacá, en el altiplano, a más de 3.500 metros de altitud, es uno de los núcleos principales de la migración irregular en Suramérica, en particular la puerta de entrada a Chile de extranjeros, en su mayoría colombianos, venezolanos y haitianos.

En Chile, hay 1,4 millones de migrantes, lo que equivale a más del 7 % de la población, siendo los venezolanos los más numerosos, seguidos de peruanos, haitianos y colombianos.

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