Islamabad.- La premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai expresó hoy su preocupación por el cierre de centenares de escuelas en zonas afectadas por las inundaciones en su país, Pakistán, donde más de 1.700 personas han muerto y 33 millones han sido afectadas por las incesantes lluvias.

La premio Nobel llegó ayer a su país natal, diez años después de que los talibanes trataran de asesinarla de EQUIVAun tiro en la cabeza por defender la educación de las niñas, para conocer de primera mano el daño causado por las inundaciones y concienciar al mundo de la catástrofe.

«Un total de 1.200 escuelas han sido cerradas, lo que ha afectado a dos millones de estudiantes» en la provincia sureña de Sindh, transmitió a Malala el ministro de Educación regional, Sardar Shah, durante la visita de la premio nobel a la zona de Chandan, según una nota de prensa del departamento de salud provincial.

«Malala expresó su preocupación por la situación y su impacto en la educación», señaló el comunicado.

La joven de 25 años visitó junto a su padre, Ziauddin Yousafzai, un campamento de desplazados por las inundaciones e interactuó con mujeres residentes en las tiendas improvisadas.

La visita de la destacada activista «ayudará a alzar la voz a nivel internacional sobre la crisis humanitaria en Sindh», dijo el jefe de Gobierno de Sindh, Murad Ali Shah, en un comunicado independiente en el que elogió a Malala por su visita.

Malala Fund, una organización sin ánimo de lucro formada por la ganadora del Premio Nobel en 2014 y su padre, concedió una ayuda de emergencia al Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés) para apoyar las labores de ayuda y reconstruir diez escuelas gubernamentales dañadas por las devastadoras inundaciones en Pakistán.

«Apoyó el llamamiento del Comité de Ayuda para Casos de Desastre, un grupo de 15 ONG del Reino Unido, que ayudó a recaudar más de 30 millones de libras (unos 34 millones de euros) para las inundaciones», señaló el Fondo a EFE.

Se trata de la segunda visita de Malala a Pakistán desde su ataque, después de que en mayo de 2018 visitara su ciudad natal en un emotivo viaje en el que reivindicó el papel de las mujeres.

La visita de la activista coincide con un repunte de la insurgencia en el valle de Swat, donde residía y fue atacada, y que fue un bastión de los talibanes paquistaníes entre 2007 y 2009, hasta que el Ejército retomó el control del territorio tras un operativo a gran escala contra los insurgentes.

 

EFE

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