

En el sector II de Gran Sabana, mejor conocido como Core 8, en la parroquia Unare de Puerto Ordaz, la desesperante situación con las aguas negras parece ser un mal de nunca acabar.
José Luis, un vecino del sector, intenta con una escoba alejar las aguas fecales que invaden su casa. Pero no es solo él quien padece esta penosa realidad; son muchas las familias afectadas que denuncian el colapso total de la red de aguas residuales.
Las aguas cloacales están presentes en todos lados, especialmente frente a las viviendas, y un fuerte olor nauseabundo invade el ambiente, incluso al abrir las ventanas. Los vecinos están agotados por esta rutina desagradable que afecta no solo la salud, sino también la calidad de vida de toda la comunidad.
A pesar del trabajo que realiza personal de Hidrológica del estado Bolívar, destapando bocas de visitas y las conexiones domiciliarias, el problema persiste y las aguas negras continúan brotando a la superficie.
Un miembro del consejo comunal, quien prefirió mantenerse en el anonimato, señaló que muy pocas manzanas se salvan de esta situación crítica que parece no tener solución.
Hace casi dos años la gobernación intentó remediar el problema construyendo un colector entre los sectores I y II para aliviar las tuberías colapsadas, pero las consecuencias fueron peores. Los vecinos denuncian que dicho colector empeoró la situación y que el abandono persiste, sumiendo al sector en un estado crítico de salubridad y deterioro ambiental.
Mercal y U.E.E. Dr. Rafael Vegas
En la manzana 81, el drama de las aguas negras insiste en no desaparecer. Frente a un lateral de Mercal y cerca del Simoncito Dr. Rafael Vegas, una boca de visita se mantiene desbordada. Las aguas cloacales no cesan de salir, inundando las calles y llenando el aire de un olor putrefacto que se cuela hasta el interior de las viviendas cercanas.
Esta no es la única calamidad que afecta a los residentes. La maleza crece sin control rodeando la escuela y el módulo de Barrio Adentro, mientras la basura diseminada por los mismos vecinos en un terreno baldío contribuye a un escenario de abandono y deterioro.
Un miembro del personal de Barrio Adentro, consultado para conocer las deficiencias del dispensario, prefirió guardar silencio. Sin embargo, los habitantes denuncian que quienes trabajan allí apenas cumplen horario, señalando que ni siquiera cuentan con medicamentos básicos, como pastillas para el dolor de cabeza.
Israel, un vecino de la zona, expresa el sentir común: “La luz se va constantemente. En mi casa ya acabó con el televisor y la nevera. El único aire acondicionado está a punto de colapsar, pero para el Gobierno estamos bien”. Su voz refleja la frustración de un pueblo abandonado por las autoridades.
Centro de Gran Sabana
No solo las calles y viviendas del sector II de Gran Sabana enfrentan la problemática de las aguas negras; el mercado improvisado en la comunidad también sufre sus efectos, impactando directamente a los adjudicatarios y comerciantes de la zona.
Dueños de tarantines que venden frutas, verduras y otros alimentos se ven obligados a colocar sus negocios a un lado de las aguas residuales que circulan por las aceras. Sin embargo, esta lucha diaria no es suficiente para evitar que los olores nauseabundos afecten sus ventas y la higiene de los productos ofrecidos.
Un vendedor de verduras expresó su frustración al recordar las promesas incumplidas de los funcionarios: “El ex alcalde Tito Oviedo y ex gobernador Ángel Marcano prometieron construir un mercado digno para los que vendemos en este sitio inhumano, y nos quedamos esperando”.
En la calle comercial principal y sus laterales, el agua negra corre libremente, mezclándose con los olores del pescado, la carne y el pollo que se venden en el lugar. Para muchos, este hedor se ha vuelto parte del ambiente cotidiano.
Un comerciante, con preocupación alarmante, indicó que «ya el cáncer hizo metástasis», refiriéndose en metáfora al avance del deterioro y los riesgos para la salud, pues afirmó que “las aguas sucias tienen la comunidad anegada y nadie hace nada para evitar una epidemia”.
La Gran Sabana, una comunidad marcada por sus luchas y esperanzas, sigue padeciendo el abandono en sus servicios básicos, mientras sus residentes hacen un llamado urgente a la acción y dignidad.
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