Corea del Norte
Un hombre mira las noticias del lanzamiento de un misil, en Seúl (Corea del Sur), en una fotografía de archivo. EFE/Jeon Heon-Kyun

Corea del Norte testó un misil balístico intercontinental (ICBM), en lo que supone su quinto lanzamiento de este tipo este año, cifra récord que subraya los avances del programa armamentístico de Pionyang y la importante escalada militar en la región.

Pionyang, que en noviembre anunció que cancelaba un tratado militar con Seúl para reducir la tensión en zonas fronterizas por las críticas a la puesta en órbita de su primer satélite espía, ha logrado normalizar este año los lanzamientos de proyectiles de largo alcance.

Del mismo modo, las visitas de activos estratégicos a la península se han convertido en algo cotidiano: el domingo llego al puerto de Busan el submarino de propulsión nuclear estadounidense USS Missouri, el enésimo de este tipo —junto a distintos portaaviones y bombarderos del Pentágono— en arribar a Corea del Sur en los últimos doce meses con la meta de exhibir el esquema disuasor acordado por Washington y Seúl.

En medio de toda esta exhibición de músculo militar, el presente año se cierra con la certeza de que, tras el fin de la etapa de diálogo en 2019, la política de admoniciones y sanciones parece tener cada vez menos efecto sobre el régimen norcoreano, que ha estrenado otra retahíla de novedades armamentísticas este 2023.

Todo este inventario se suma a un arsenal cada vez más completo que hace que la capacidad de lanzar ataques preventivos por parte de los aliados sea cada vez más limitada.

A eso hay que sumar que Pionyang ha optado por reforzar sus lazos con Pekín y Moscú, que han vetado nuevas sanciones contra el régimen y parecen brindarle a su vez ciertas garantías de seguridad en un marco global marcado por las guerras en Israel y Ucrania y el creciente enconamiento entre autocracias y Estados que se consideran democráticos.

Disparado desde el área de Pionyang

Tras el lanzamiento, el ejército surcoreano informó haber detectado un misil ICBM «disparado desde el área de Pionyang al mar del Este hacia las 8.24 hora local» que se desplazó en un ángulo abierto y aterrizó en el agua tras volar unos 1.000 kilómetros.

Por su parte, el Gobierno japonés confirmó la hora del lanzamiento, añadió que cayó hacia las 9.37 hora local fuera de la zona económica especial (EEZ) del país asiático, 250 kilómetros al oeste de la isla de Okushiri, junto a Hokkaido, y dijo que el proyectil alcanzó una altura máxima de unos 6.000 kilómetros.

Según esta estimación nipona, el proyectil tendría un rango potencial de unos 15.000 kilómetros, suficiente para alcanzar desde Corea del Norte toda Norteamérica y Centroamérica, además de parte de Sudamérica.

«La República de Corea, EEUU y Japón han estado preparados para la detección y el seguimiento de manera conjunta, y las tres partes han compartido estrechamente alertas informativas sobre el misil balístico lanzado por Corea del Norte», añadió el Ejército sureño.

Nuevo sistema para compartir información

En una nueva muestra del refuerzo de relaciones —especialmente en lo referente a seguridad— a nivel trilateral, Seúl, Tokio y Washington habían afirmado en días previos que su sistema para compartir información en tiempo real sobre lanzamientos norcoreanos se iba a poner en funcionamiento de manera inminente.

En la víspera, cuando Corea del Norte lanzó otro misil balístico de corto alcance, autoridades militares surcoreanas y niponas enviaron sus primeras alertas de manera simultánea, lo que apunta a que el mencionado marco de intercambio está ya operativo.

El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, hizo precisamente referencia a este sistema durante la reunión de emergencia que celebró hoy el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) en Seúl.

«Usando el sistema para compartir información en tiempo real de misiles de Corea del Norte, tenemos que impulsar una respuesta proactiva por parte de la República de Corea, EEUU y Japón», dijo Yoon durante el encuentro.

Por su parte, el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, condenó el lanzamiento y, al igual que hicieron el Gobierno y el ejército surcoreano, recordó que supone «una violación de las resoluciones de la ONU, y una amenaza para paz y la seguridad de la región».

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