En el inicio del ciclo hegemónico de los Chicago Bulls de Michael Jordan en la NBA, un tirador experto aportó su acierto para ganar dos campeonatos (1991 y 1992) y tres títulos del Concurso de Triples, pero su nombre es sorprendentemente obviado del documental ‘The Last Dance’ (‘El último baile’) que Netflix y ESPN crearon sobre aquel conjunto.

Sorprende aún más conocer que Craig Hodges (Chicago, 1962) pasó de ser parte integrante de los Bulls campeones en 1992 a no tener una sola propuesta de ningún equipo, pese a promediar un acierto triplista del 37,5% y ser el ganador en ejercicio del concurso.

La razón estaba bien lejos de su comportamiento en la cancha -según explica el propio Hodges en su autobiografía ‘Tiro de larga distancia’, publicada en España por la editorial Capitán Swing- sino en su activismo político: criado en el movimiento de la lucha por los derechos de los afroamericanos, el jugador se convirtió en una amenaza para una NBA alérgica al activismo político y una molestia para estrellas alejadas de las causas sociales como Jordan.

Hodges, que se presentó a la recepción de la Casa Blanca por el anillo de 1992 con un traje tradicional africano y un mensaje para el presidente George Bush (padre), no volvió a jugar en la NBA. Acabó su carrera entre Italia, Turquía y Suecia, y solo regresó como entrenador asistente de Los Angeles Lakers, entre 2005 y 2011.

Años después, decidió relatar su carrera en unas memorias que repasa con la Agencia EFE en una entrevista por videoconferencia desde Chicago, en la que refleja su satisfacción por el activismo de las actuales estrellas de la NBA con el movimiento ‘Black Lives Matter’ (‘Las vidas de los negros importan’), del que se considera un precursor. «Creo que aporté luz a esta generación», afirma.

-Pregunta (P): Según su libro, durante un tiempo en la NBA fue común decirle a los jugadores ‘No quieres acabar como Craig Hodges’, ¿por qué?

-Respuesta (R): El periodista David Zirin (autor del prólogo) me contó que un reportero de televisión, cuando iba a los vestuarios y preguntaba a los jugadores por qué no querían hablar de asuntos sociales al micrófono, recibía la respuesta: ‘Tú no quieres ser como Craig Hodges’. Era por mí.

Yo siempre me consideré un profesional, hacía mi trabajo, cumplía mis obligaciones. Pero cuando comencé a hablar por la gente pobre, por la gente privada de sus derechos, los que no tienen voz, entonces me convertí en un problema. Creo que se debe a que la gente que tiene la oportunidad de hacer dinero no quiere ponerse en riesgo, no quiere hablar porque entienden los efectos económicos.

Fui criado en el movimiento de derechos civiles, mi madre era secretaria del movimiento, así que para mí no había otra opción que la de hablar cuando veía injusticias.

-P: ¿Cuándo se dio cuenta de que era un jugador incómodo por sus ideas?

-R: Probablemente en Milwaukee, cuando fui traspasado (a Phoenix Suns, por su vinculación con el activista racial y religioso Louis Farrakan), allí me di cuenta de que había gente que estaba incómoda con mi posición a favor de los pobres y los desfavorecidos. Yo realmente no me daba cuenta, siempre he compartido información, aunque haya gente que no quiera conocer la realidad.

Viendo lo que está pasando ahora, estoy orgulloso de que defendí mis principios, porque de alguna forma creo que aporté alguna luz a esta generación que ahora se está levantando, porque sabe que hubo gente que lo hizo antes y que se vieron solos porque no contaban con los medios actuales. Ahora las redes sociales permiten un seguimiento instantáneo.

-P: En el libro habla de su etapa en Chicago junto a Michael Jordan, ¿trató de hablar con él sobre la situación racial? ¿Qué respuesta obtuvo?

-R: Lo curioso de Michael (Jordan), Scottie (Pippen) y otros chicos es que ellos estaban en la conversación, pero a la vez no estaban, estaban como en un escalón superior. Era raro que Michael se involucrara en conversaciones que trataran asuntos sociales o de raza, siempre quería estar aparte de eso.

-P: ¿Por qué Jordan quería estar al margen de esos temas?

-R: A veces si no has estudiado sobre algo, si no tienes información sobre un tema y es nuevo para ti, es como si pusieran un palo en las ruedas de una sociedad en la que te encuentras cómodo. Y cuando tienes que mirar con dureza a la sociedad y ver dónde encajas, a veces puede ser algo difícil de aceptar.

Yo creo que para Michael, y para otros muchos atletas y artistas, este es un baile incómodo, tienen que asegurarse de mantener a una base de seguidores que habitualmente no está pensando en la política, sino en apoyar a Michael jugando al baloncesto o a Beyoncé cantando o Jay-Z con su música y ya está.

Pero ahora estamos en un punto en el que la gente ve las injusticias y las violaciones de los Derechos Humanos. Creo que ahora mucha gente en el planeta esta bastante harta con que todo tenga que ser de esa manera.

-P: Esa etapa es reflejada en el documental de Netflix ‘The Last Dance’, pero usted no aparece, ¿por qué?

-R: Es divertido, porque no sabía que habían sacado el documental. Nos pusimos a verlo y nos dimos cuenta de que salían 106 personas y yo no. Creo que yo debía formar parte, no de todo, pero sí de una parte. Salen los partidos contra Cleveland, contra Detroit… yo estaba allí con él. Me divierte, porque la publicidad que he tenido por no estar ha sido mayor. Cuando ves cómo jugábamos y ganamos campeonatos, te das cuenta de que no fue un show de un solo hombre.

Una de las cosas de ‘The Last Dance’ que me divierten es que parece que Michael era el único atleta que estaba decidido a ganar, que quería superar ese nivel de excelencia… Pero no era el único jugador que quería hacer eso. Diría que la mayoría de los jugadores con los que jugué profesionalmente querían lo mismo.

-P: Es muy sorprendente que un doble campeón de la NBA no tuviera ningún equipo en el que jugar, ni siquiera un agente.

-R: Exacto. Después de jugar 10 años en la liga, ganar los últimos dos campeonatos, ganar tres veces el Concurso de Triples, no había manera de que ningún equipo se interesara por mí.

Estoy seguro de que si hubiera estado peor, o mi precio estuviera fuera del mercado o fuera otra persona, me habrían fichado. Pero utilizaron mi activismo político como una razón para no ficharme. Cuando hablé con el sindicato, me dijeron que tenía que encontrar un agente al que un equipo le debiera un favor, de manera que pudiera convencer a un equipo de que yo no era un chico malo.

Pero ese tipo de cosas ya han ocurrido en la historia. Yo, que he estudiado la historia del deporte, recuerdo a John Carlos y Tommie Smith durante los Juegos Olímpicos de 1968, a Muhammad Ali, a Jim Brown… Esos fueron mis héroes mientras crecía, y la postura que ellos tomaron por la gente es la que yo tomé. Me enorgullezco por ello, no lo cambiaría por nada en el mundo.

-P: Supongo que ver el movimiento de los actuales jugadores de la NBA por los derechos de la población negra le hará sentirse satisfecho.

-R: Para mí esta lucha es como una carrera de relevos, en una carrera de relevos por la justicia, y hasta que la tengamos necesitamos tener gente en la carrera que sea valiente, que se asegure de mantener la conciencia de la gente, que mantengan esa presión. Mientras tengamos una voz tenemos que utilizarla para eso.

-P: Entre 2005 y 2011 fue entrenador asistente de los Lakers, allí coincidió con Kobe Bryant, ¿qué recuerda de él?

-R: Era alguien increíble, una persona como él tenía una voz que se escuchaba, y en estos momentos lo echamos mucho de menos (…) Él podía hablar muchos idiomas y entendía el impacto que él tenía y de lo que había conseguido en su carrera. Y amaba a la gente. Él quería que todos estuvieran al mismo nivel de grandeza. Era un líder fuera y dentro del campo, también hablando, sabía motivar.

-P: ¿También en lo político?

-R: Sin duda, una de las cosas que hizo fue elevar el nivel de conciencia de la gente, no solo en Los Ángeles, sino que la gente se diera cuenta de que estos problemas eran globales, que formaban parte de un mundo global.

-P: ¿Cuando ve el movimiento ‘Black Lives Matter’, se pregunta por qué ocurre ahora y no en los 90?

-R: Creo que el tiempo y la presión han aumentado mucho. La gente globalmente es capaz de defender una causa y ver la realidad de un problema. Esta generación está jugando un gran papel en las redes sociales, tiene capacidad para levantarse por unos principios, y esos principios no son el dinero, el poder, sino lo que es correcto.

-P: ¿Cree que este movimiento logrará un cambio real para la vida de la población afroamericana en Estados Unidos?

-R: Ya lo estamos viendo. Muchas naciones del mundo están poniendo presión sobre Estados Unidos. Esto no habría pasado antes y nunca habría ocurrido sin las redes sociales, porque el alcance global que tienen era algo que no era posible cuando yo jugaba en los 90 y la comunicación estaba controlada por los equipos y los poderes. Ahora hay libertad, con tu teléfono, tu ordenador, tienes una forma de mostrar tu punto de vista, sin estar en la televisión.

-P: ¿Ve compensada su lucha por esto?

-R: Cuando fui a la Casa Blanca con el vestido africano no lo hacía solo por mí, sino por todos, por todo el mundo que quiere que ocurra lo correcto. Creo que el planeta ha empezado a reivindicar la verdad. Tenemos que saber que esto es un proceso, los jugadores han hecho un movimiento, y tenemos que seguir adelante.

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