La Habana.- Cuba y la Unión Europea celebran este miércoles cinco años de la reanudación de su diálogo político, un periodo marcado por el crecimiento de los lazos económicos y la apuesta por la diplomacia del bloque, que ha tendido puentes con la isla casi al mismo tiempo que Estados Unidos cercenaba los suyos.

El 22 de abril del 2015, en presencia del ministro cubano de Exteriores, Bruno Rodríguez, la entonces jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, anunciaba en Bruselas la reanudación del diálogo de alto nivel con la isla, paralizado desde 2011.

Cinco meses antes EE.UU. y Cuba habían iniciado también su «deshielo» diplomático tras casi seis décadas de enemistad y truncado apenas tres años después con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

A diferencia de lo ocurrido con Washington, La Habana y Bruselas han seguido trabajando y hoy dan por superados los casi veinte tensos años de «Posición Común» que rigieron sus relaciones, una política impulsada en 1996 por el entonces gobernante español José María Aznar que condicionaba todo diálogo a los avances en derechos humanos en la isla.

DEL APAGÓN A LA CONFIANZA

De aquel «apagón absoluto» se ha pasado en el último lustro a un «balance muy positivo», a juicio del embajador de la UE en Cuba, el español Alberto Navarro.

Entre los hitos figuran cuatro visitas de Mogherini, un goteo constante de viajes de Estado de gobernantes europeos, cinco diálogos sobre derechos humanos, dos consejos bilaterales y el impulso a diálogos políticos sectoriales en áreas cruciales para el país caribeño como agricultura o cambio climático.

Y sobre todo, la firma del acuerdo de diálogo político y cooperación en aplicación provisional desde finales del 2017. Cuba era el único país latinoamericano que aún no tenía un pacto de este tipo con la UE.

«Hemos ido creando una relación de confianza basada en el respeto mutuo y en reconocer las fortalezas del otro», señaló a Efe Navarro, quien también destacó el reforzamiento de la cooperación, que se ha triplicado en estos años de 30 a 120 millones de euros en áreas como la agricultura sostenible, energías renovables o digitalización de archivos, así como un programa «único» de intercambio de expertos.

Para el analista y exdiplomático cubano Carlos Alzugaray, pese a que cinco años «puede no ser mucho cuando se llevó tantos años para llegar a este punto», lo importante es que «el proceso ha avanzado más o menos sin contratiempos y que ha servido para conocerse mejor y eliminar los estereotipos que existían en Cuba sobre la UE y en la UE sobre Cuba».

«Ambos actores políticos sufrieron cambios importantes en estos cinco años pero la voluntad de seguir avanzando ha estado ahí todo el tiempo», agrega el experto.

EUROPA FRENTE A LAS SANCIONES DE EE.UU.

Pese a que el golpe de timón de EE.UU. hacia Cuba no ha minado la determinación del viejo continente de seguir estrechando las relaciones, sí ha supuesto un golpe para los crecientes intereses económicos e inversiones de las empresas europeas en la isla.

Washington no solo frenó el «deshielo» sino que reforzó el embargo comercial vigente desde hace seis décadas con nuevas sanciones, entre ellas la reactivación de dos disposiciones de la Ley Helms Burton que permiten demandar en tribunales estadounidenses a empresas que estén obteniendo beneficios de propiedades confiscadas tras el triunfo de la Revolución en 1959.

En este momento hay seis querellas activas contra empresas europeas en cortes de EE.UU.

La situación «ha afectado muy negativamente a los intereses económicos de nuestras empresas y nuestros ciudadanos», reconoció Navarro.

El diplomático recordó que la UE y sus miembros siempre han denunciado las sanciones unilaterales y en especial su aplicación extraterritorial: «La consideramos contraria al derecho internacional y por tanto son sanciones ilegales, además de ineficaces y contraproducentes porque hacen daño a inocentes, al pueblo cubano».

«Y con la pandemia de COVID-19 son ya incluso inmorales», apostilló.

Unas medidas cuyo impacto es además «difícil de cuantificar porque es ante todo disuasorio», ya que por no jugársela con Estados Unidos, los potenciales inversores eligen otros destinos.

Por otro lado, para Carlos Alzugaray la hostilidad estadounidense «ha fortalecido la voluntad política de ambos actores en seguir adelante» y la UE «ha reaccionado con particular firmeza ante las medidas de Trump».

«No cabe duda que la Unión Europea en su conjunto es el principal socio comercial y que, además, es un importante socio en materia de inversiones extranjeras directas. Cuba lo ve como una expresión de la voluntad política europea y está en su interés mantenerlo», subrayó el exdiplomático.

LA DISYUNTIVA VENEZOLANA

Otra divergencia entre la UE y EE.UU. respecto a la política hacia Cuba pasa por Venezuela, el principal aliado político y económico de la isla. Todos parecen tener claro que Cuba es un actor importante a la hora de buscar una salida para la crisis venezolana.

Washington sostiene que el Gobierno cubano es clave para apuntalar a Nicolás Maduro en el poder y ha empleado sobre todo las sanciones como herramienta de presión, mientras el bloque europeo, aunque también ha aplicado sanciones a Caracas, opta por una solución dialogada y desmarcada del más beligerante Grupo de Lima.

«La UE ha creado un Grupo de Contacto, tiene un enviado especial y quiere impulsar una solución pacífica y democrática que promuevan los propios venezolanos. Pero nos gustaría que Cuba contribuyera a formar parte de esa solución», consideró el embajador europeo en La Habana.

También a juicio de Alzugaray, la cercanía entre Cuba y Venezuela «paradójicamente no ha tenido un impacto negativo» en la relación con la UE y sus miembros, que «en general comprenden que la posición de Cuba está totalmente justificada».

«Creo que también aspiran a que Cuba juegue un papel de interlocutor válido. Cuba favorece y simpatiza que, ante esas enormes presiones de Washington, los europeos hayan preferido desmarcarse y seguir trabajando a través del Grupo de Contacto y no del Grupo de Lima», opinó el analista.

LOGROS INIMAGINABLES EN DERECHOS HUMANOS

El empeño europeo en avanzar a través del diálogo ha alcanzado también el siempre controvertido ámbito de los derechos humanos, en el que según el embajador se ha «avanzado mucho» hasta alcanzar «logros inimaginables hace unos años».

«Tenemos numerosos contactos y con respeto y con franqueza hemos construido una relación con confianza en la que no hay tabúes y podemos hablar de todo, pero queremos ir mas lejos», dijo el embajador, quien precisó que «no hay sociedades perfectas» y que hablar de derechos humanos en Cuba supone también hablar del embargo y de la base naval de Guantánamo «donde se están violando los principios más elementales del derecho humano internacional».

Los pasos en este sentido incluyen asimismo contactos y proyectos «en la buena dirección» con la sociedad civil independiente cubana.

Sobre la mayor beligerancia del Parlamento Europeo respecto a los derechos humanos en la isla, el diplomático recordó que dentro de la UE «cada institución tiene su propia vida y pautas».

«Los cubanos son cada vez mas conscientes de la complejidad de Europa, de 27 estados con sensibilidades diferentes, y lo mismo ocurre con las varias caras de las instituciones europeas», explicó.

LA INCÓGNITA DEL POST-COTONÚ

Respecto a los temas pendientes, tanto Navarro como Alzugaray opinan que la clave está en las alianzas comerciales, ya que Cuba aún no ha decidido si firmará el nuevo acuerdo que negocian el bloque y los países ACP (África, Caribe y Pacífico) en reemplazo del Acuerdo de Cotonú.

La falta de un pacto comercial deja a la isla en desventaja en el mercado europeo, donde por ejemplo los famosos puros cubanos pagan un arancel del 27 %, y los camarones de un 12 %.

También queda por ver la implantación del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en el país y la UE tiene las miras en los emprendedores y el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas, un sector aún pendiente de legislación.

 
Lorena Cantó EFE

 
 

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