De pocas palabras, sereno y alejado de todo tipo de confrontación, el empresario Daniel Noboa puede convertirse este domingo en el presidente más joven de la historia de Ecuador y alcanzar el sueño que por cinco veces se le resistió a su padre, Álvaro Noboa, una de las personas más ricas del país gracias a su emporio bananero.

A sus 35 años, Daniel Roy-Gilchrist Noboa Azín (Guayaquil, 1987) no es nuevo en política, pues fue asambleísta entre 2021 y 2023, pero en estas elecciones ha jugado el rol de «outsider». No partía entre los favoritos pero fue visto como una cara nueva y su participación en el debate electoral de la primera vuelta lo catapultó al balotaje de este domingo contra la correísta Luisa González.

Es el mayor de cuatro hermanos en una familia de grandes empresarios y políticos, pues además de las aspiraciones presidenciales de su progenitor, su madre Annabella Azín, doctora en medicina, fue asambleísta y candidata a la Vicepresidencia.

Es además nieto de Luis Noboa Naranjo, uno de los empresarios más importantes del país en el siglo XX y uno de los hombres más ricos de Ecuador en su tiempo, que introdujo a los años 60 la marca de avena Quaker, con la que se le ha comenzado a apodar a su nieto en clave de humor.

El candidato de la alianza Acción Democrática Nacional (ADN), que se define como de centroizquierda pero que presenta planteamientos económicos más liberales, espera actualmente el nacimiento de su segundo hijo del matrimonio con su segunda esposa, la nutricionista e «influencer» Lavinia Valbonesi.

Su primogénita la tuvo con su primera esposa, Gabriela Goldbaum, con quien Noboa ha enfrentado problemas en el divorcio, al punto que mantiene un litigio con la compañía de seguros española Mapfre, ya que presuntamente la mujer tuvo acceso a sus datos bancarios por intermedio de un trabajador de esta empresa.

Finanzas y música

Noboa estudió Administración de Negocios en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York y continuó su carrera especializándose en tres maestrías: en 2019 en Administración de Negocios y Administración Pública en el Kellogg School of Managment; en 2020 en la Universidad de Harvard y en 2022 finalizó su maestría en Comunicación Política y Gobernanza en la Universidad de George Washington.

«Proyecto a futuro»

Noboa, que se medirá en las urnas con González, de la Revolución Ciudadana, movimiento político liderado por el expresidente Rafael Correa (2007-2017), se presenta como un candidato con aires nuevos para el país, aunque desde el correísmo se le recrimine que partes de su campaña se basaron en «viejas prácticas».

El candidato sostiene que el suyo «es un proyecto diseñado para darle libertad, paz y progreso al Ecuador. un país en crisis económica y marcado por el aumento de la violencia. «Es un proyecto a futuro, no volver al pasado», en referencia al correísmo.

Apunta que en su «proyecto joven», donde prima «la esperanza sobre el odio», la prioridad es el desarrollo humano, la productividad y la competitividad, entre otros.

Frente a un mandato de apenas 15 meses, Noboa apunta a «atender lo urgente: reducir la violencia, la desocupación juvenil, y generar empleo».

Quien gane las elecciones, gobernará Ecuador hasta mayo de 2025, cuando debía terminar el Gobierno de Guillermo Lasso si no hubiese disuelto la Asamblea Nacional, invocado la «muerte cruzada» y forzado a elecciones anticipadas.

Luisa González: la nueva esperanza del correísmo

Luisa González, una abogada con raíces campesinas de la costa ecuatoriana, enarbola la esperanza del correísmo de retornar al poder y «recuperar la patria» tras siete años sin gobernar el país, y además convertirse en la primera mujer de Ecuador en ganar unas elecciones presidenciales.

Convertida en alfil de la Revolución Ciudadana, el movimiento político que dirige el expresidente Rafael Correa, González (Quito, 1977), que se enfrentará al empresario Daniel Noboa este domingo en la segunda vuelta de los comicios, se ha definido como una «manaba auténtica», de la provincia costera de Manabí, aunque su nacimiento ocurriese en la capital del país.

Nació cuando sus padres visitaban Quito, pero poco después de ver la luz en esta ciudad empotrada en los Andes, volvió a su nido en Canuto, una localidad muy cerca de Chone, una pródiga tierra agrícola donde también se forjan los «montubios», los recios campesinos de la costa.

Trabajó en el campo con su abuelo, quien le enseñó a templar su carácter, a montar a caballo, manejar el machete y realizar las duras tareas que se encomienda al montubio, una voz que proviene del termino «montu» (del monte costero), «fluvius» (ríos) y «bio» (vida).

Ella no rehuye a una copa de «currincho», un licor artesanal de Manabí y del cual se precia de saberlo hacer como se debe.

Religiosa con estilo

Con una fuerte convicción católica, de su cuello cuelga un crucifijo y en su piel lleva tatuadas desde cuando era una veinteañera sendas rosas que simbolizan su compromiso con el Señor, una con un tallo formado por las palabras de un fragmento de la Biblia.

A sus 45 años luce joven, con atuendos que se han vuelto emblemas de su campaña electoral, como las gafas azules polarizadas que tuvo que usar cuando en la campaña de la primera vuelta electoral tuvo que respirar gas pimienta arrojado por policías en un momento de forcejeo con sus simpatizantes.

Estudió en la Universidad Internacional del Ecuador, donde obtuvo el titulo de abogada, y alcanzó una maestría en Economía y Desarrollo en la Universidad Complutense de Madrid.

Madre soltera, con dos hijos, es amante de la cocina manabita, el deporte y los animales, al punto que en casa tiene dos perros y un conejo que le regalaron en uno de sus recorridos por el país.

Fiel a Correa

Se vinculó al correísmo desde el principio, cuando Rafael Correa empezaba su vida política y alcanzaba rápidamente la Presidencia de la República en 2007.

Por eso es fiel al exmandatario, del cual fue su coordinadora de Agenda Estratégica (2010), un puesto clave y cercano que le permitió entender los vericuetos del poder.

También se desempeñó como viceministra de Gestión Turística (2014), secretaria general del Despacho Presidencial (2015) y secretaria nacional de la Administración Pública (2017).

Ejerció de vicecónsul de Ecuador en Madrid (2011) y cónsul en Alicante (España) en 2017, además de secretaria general de la Intendencia de Compañías de Quito.

Tras concluir el mandato de Correa en 2017 se lanzó a la vida política activa y en 2021 fue elegida como integrante de la Asamblea Nacional (Parlamento).

Como legisladora criticó duramente al actual Gobierno del conservador Guillermo Lasso, a quien responsabiliza de la crisis económica, social, política y de inseguridad que afronta el país.

 

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