La vida va mucho más allá que nacer, crecer, enamorarse, tener un buen empleo, una buena casa, llegar a la vejez y morir. Si respiras es porque hay algo extraordinario en ti. Albert Einstein el físico más grande de la historia dijo: “Dios no juega a los dados”. Todos tenemos algo que guía nuestras vidas, y este “algo” incluye lo bueno y lo malo. En estos tiempos difíciles a muchos los guía la culpa, se pasan la vida huyendo de sus errores y en su corazón llevan vergüenza. A otros los guía la ira, el resentimiento, el temor, el materialismo, la necesidad. Todo lo que guíe nuestras vidas fuera de Dios trae consigo ansiedad, depresión e inclusive la muerte.

La depresión es uno de los problemas más serios que el mundo ha tenido que sobrellevar. Es la culpable de innumerables muertes cada año. Crece silenciosamente hasta que la persona no puede aguantar más. Es doloroso ver que solo usamos nuestra voz para juzgar y no somos parte de un cambio. Si tan solo nuestro corazón escuchara las voces que callan. Si tan solo fuera más sensible ante el silencio.

Según los datos de la OMS cada 40 segundos una persona se quita la vida a nivel mundial. El suicidio se ha vuelto un tema muy controversial en estos últimos tiempos. Es un problema de salud que puede prevenirse con las intervenciones oportunas. Nadie es inmune a la depresión. Puede atacar a cualquier edad, sexo y nación. En nuestro entorno podemos percibir rostros alegres, pero olvidamos las luchas, las dificultades internas. Observamos fotos en las redes sociales de una vida feliz ante la sociedad, sin darle importancia a lo que se encuentra dentro. La depresión puede aparecer a tu puerta en el momento menos esperado. Las personas que se suicidan no lo hacen porque siempre han querido morir. Generalmente buscan ayuda, dan señales. Y esas señales casi siempre son ignoradas.

¿Cómo disminuir la depresión ante la sociedad?

El perfecto ejemplo de Jesucristo a lo largo de la historia fue el de “Ayudar y sanar a todo aquel que lo necesitaba”. El evangelio según San Lucas capítulo 15, hace mención de un buen pastor que dejó las noventa y nueve ovejas y fue tras la que se había perdido (RVR1960). Eres parte de la solución, demuestra la imagen del Señor. Escucha atentamente a tu alrededor. No te burles de la necesidad, del dolor ajeno. Presta tu mano amiga. Ayuda al que lo necesite. Apoya, sacude el polvo de las rodillas. Envuélvete en palabras de ánimo todos los días. Enamórate del bien. Piensa diferente. Está en ti sostener al más débil. La tristeza puede disfrazarse fácilmente en una sonrisa. Pero solo el amor de Dios puede transformar la depresión a una verdadera vida.

Licenciada Mariangeles Ladera  

 

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