Reinaldo J. Aguilera R.
@raguilera68/AnalisisPE

En estos momentos, mientras les escribo, muchos están pensando o quizás ya decidieron que se quedan, otros que se van, en fin la pregunta que ronda la cabeza de gran cantidad de personas es entre otras la siguiente: ¿Quedarse y esperar, realmente valdrá la pena?

A pesar de la grave crisis por la que pasa el país y que ocupa prácticamente todo, definitivamente decidir respecto a la anterior incógnita es una cuestión seria, además de que a partir de una surgen muchas interrogantes más, por ejemplo: ¿Cómo saber si realmente debo o no irme de Venezuela?, ¿Estaré realmente listo para lo que me voy a enfrentar?; para rematar si la partida es en solitario, créanme, la cosa se complica aún más.

Dejar tú tierra natal, no es irte para tener lujos, mucho menos llegar a donde sea y pretender que se está de vacaciones, nada de eso; cuando finalmente decides irte, decides cambiar tu casa, dejar a tu familia, a tú novia o novio, esposa o esposo, padres, abuelos, amigos, comidas, cambiar paisajes, definitivamente como dicen por allí, “al irte te cambiará la vida”.

Es justo en ese momento, cuando debes sentarte a evaluar si soportarías la transformación o si te iría mejor quedándote en tu lugar actual, con tu gente y seguir luchando por tu futuro desde donde te encuentres en este momento.

El problema del servicio eléctrico tiene a toda Venezuela de cabeza, no es nada normal el retroceso que estamos experimentando, definitivamente el sistema de la “Revolución del Siglo XXI” es un verdadero desastre y hay que cambiarlo urgentemente, pero para hacerlo, el país que vendrá nos necesita a todos y allí está el dilema respecto a esperar o irse.

Lamentablemente la inmediatez de lo que queremos no es la inmediatez de los eventos que se están desarrollando, la aplicación de las directrices de la Asamblea Nacional en éste momento, el actuar de la administración Trump aunado al apoyo de tantos países, no es suficiente para lo que necesitamos con urgencia, eso aturde y desespera.

Lo cierto es que nunca antes habíamos estado en un punto de quiebre como el actual, luego de los nefastos 20 años que hemos vivido pareciera que estamos tocando fondo; ya el “Pueblo” se dio cuenta del engaño, de que las medidas populistas del régimen no son nada serias, que no sirvió para nada tanta alharaca revolucionaria, pues solo funcionaba si había dinero, pero ante la realidad económico-social y la falta de recursos se desplomo tal revolución.

Lo que sí es innegable y contundente es que con el cumulo de circunstancias existentes se agudiza la crisis de gobernabilidad en nuestro país, la cual viene dada por esa desconfianza que hoy en día existe de parte de los ciudadanos hacia el régimen de Maduro, que luce atado de pies y manos ante una verdad inocultable que no es otra que un país que se derrumba y con él su “Revolución Bonita”.

Con un panorama terrible ante nuestros ojos, los motivos para que alguien decida por irse de Venezuela son innumerables, la dictadura de Maduro destruye la riqueza, genera inflación y endeuda a los venezolanos a una velocidad mayor que el régimen de Al-Assad en Siria, por solo dar un ejemplo.

Por si fuera poco, muchos indicadores sociales son peores en Venezuela que en Siria o Zimbabwe aunque parezca increíble; la mortalidad infantil y los salarios son peores en el país suramericano que en los citados países del Medio Oriente o África, saquen ustedes sus propias conclusiones de la magnitud del descalabro que esto supone.

Finalmente volviendo al inicio, al menos por el momento y según mi humilde opinión, hay que esperar, por que la cosa no se ve fácil para nosotros, pero para quienes tienen ya años destruyendo al país se ve mucho peor, el castillo de naipes se les cae encima y no tienen como evitarlo, la tendencia internacional ya es clara y el final para ellos se acerca, por lo tanto vale la pena esperar y mientras tanto seguir luchando por un futuro mejor que sin duda vendrá, así de simple y sencillo.

 

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