Hoy en día todas las personas se encuentran hiperconectadas debido a la evolución que ha tenido la tecnología en los últimos años, haciendo que la mayoría tenga cierta dependencia a los dispositivos móviles desde que despiertan hasta que se van a dormir.

Como ya se sabe, todo lo sea en exceso será perjudicial, ya sea a corto o mediano plazo. No obstante, la sobreestimulación puede traer consecuencias negativas en la forma en que nos concentramos, dificultando de sobremanera la desconexión tecnológica.

Es importante destacar que alrededor del  mundo, existen empresas y gobiernos que están trabajando arduamente en una «desconexión digital». En 2018, en España entraba en vigor la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales, que establece el derecho de los trabajadores a la desconexión digital en el ámbito laboral, protegiendo su tiempo libre y destacando la no obligación de atender llamadas ni correos fuera de su horario de trabajo.

En este sentido, ya son muchas las grandes compañías, incluidas Allianz, Volkswagen y Daimler, que se han encargado activamente de limitar la cantidad de conexión que tienen sus empleados cuando no están en el trabajo, y de una u otra forma, esto mejora su calidad productiva.

Trabajo y vida personal se ven afectados

El estrés físico y psicológico relacionado al agobio tecnológico, puede terminar afectando la vida laboral y personal, e incluso influir en la motivación de los empleados.

Expertos en el tema aseguran que estos inconvenientes se incrementan en dos generaciones: Generación Z y Generación Millennial, quienes ha estado prácticamente conectados toda su vida, lo que les hace complicado desconectarse de sus teléfonos inteligentes.

Los períodos de atención también se disminuyen por estos excesos. Cada vez hay más información que se recibe a través de la tecnología, provocando que la capacidad de concentración se reduzca, así como la capacidad de aprendizaje.

De acuerdo a un estudio de la Universidad Técnica de Dinamarca, «la capacidad de atención global colectiva se está reduciendo a causa de la cantidad de información que se presenta al público».

Debido a todos estos problemas, algunos espacios de trabajo están «obligando» a los trabajadores a prohibir o confiscar teléfonos en sus empleos, para que de esta manera se pueda mejorar la productividad y la concentración, como es el caso del café ‘Last Word’ en la Biblioteca Británica, un ejemplo digno a seguir.

Marilyn Mavarez / Con información de Agencias.

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