“En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo. Él les preguntó: «¡De qué discutían?». Uno de la gente le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces». Él, tomando la palabra, les dice: «Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los tendré que soportar? Tráigamelo». Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: «Cuánto tiempo hace que le pasa esto?». Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos». Jesús replicó: «Si puedo? Todo es posible al que tiene fe». Entonces el padre del muchacho se puso a gritar: «Creo, pero ayuda mi falta de fe». Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él». Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «Por qué no pudimos echarlo nosotros?». Él les respondió: «Esta especie solo puede salir con oración».
Reflexión hecha por: Luis Perdomo. Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
La Iglesia universal, celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a los Santos Jacinta y Francisco Marto. Junto con su prima Lucía, componen la tríada de pastorcitos a los que se les apareció la Virgen María en Fátima. Mundialmente conocidos por ofrendar su vida pensando en los pecadores, bajo el influjo de María, estos pastorcitos portugueses, humildes y sencillos son un ejemplo de abnegación y sacrificio en defensa de la Fe. Francisco nació en Ajustrel el 11 de junio de 1908, y Jacinta vino al mundo en esa misma localidad el 11 de marzo de 1910. El 18 de abril de 1989 Juan Pablo II declaró venerables a los dos hermanos. El 13 de mayo de 2000, en el transcurso de su visita a Fátima, los beatificó en presencia de Lucía, la tercera vidente. El 13 de mayo de 2017 el Papa Francisco los canonizó.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marcos capítulo 9, del verso 14 al verso 29. donde se narra la acción sanadora de JESÚS, después de haberse Transfigurado frente a algunos de sus discípulos. Apenas bajan se encuentran con un poseído por un demonio, cuyos tormentos son descrito de manera dantesca. Y es aquí donde se presenta la paradoja de la vida. En la cima del monte el grupo de acompañantes de JESÚS, estaban embelesados, buscando la gloria, sin tener en cuenta el dolor de los demás. En la parte baja, el resto de los discípulos buscando derrotar el mal sin la Presencia del Transfigurado.
El padre del niño, le pregunta a JESÚS, que si podía curarlo y Él le contesta que “todo es posible para el que tiene Fe” (Mc 9,23), y lo invita a creer. La súplica del padre es tal que se transforma en un modelo de confianza y escucha. Ya sabemos que la Fe es un camino, por eso el padre del niño, desea más Fe, porque ya la tiene y desea crecer en ella. Con sus palabras JESÚS, libera al niño que queda “como muerto” Pero JESÚS, lo levanta, es decir lo saca de la postración. Es muy significativo que el verbo usado por el escritor sagrado: “Levantar”, es el mismo que utiliza, para referirse a la Resurrección del Señor. Y quiere hacernos entender que la victoria sobre el mal que esclaviza al hombre, es fruto de la Acción de DIOS, a la cual cada uno se abre con la oración llena de confianza.
Es importante destacar que el milagro de la liberación del niño poseído, sirve para que, el Maestro de una catequesis, sobre el poder de la Fe y de la oración, ya que, cuando sus discípulos le vuelven a preguntar por qué ellos no han podido curar al niño, Él les dice: “esta especie sólo puede salir con el poder de la oración” (Mc 9,29). Y es que todo es posible para el que tiene Fe, ya que quien, en medio de sus opresiones y desesperanzas, cree y ora confiado en Su Señor, y DIOS hace posible aquello que humanamente es imposible.
Al confrontarnos con el texto, pudiéramos meditar y repetir interiormente esta sentencia de JESÚS: “todo es posible para el que tiene Fe” (Mc 9,23). Y con esa convicción, ponerme el termómetro de la Fe, para medir mi nivel de confianza en mi DIOS y Señor, en Aquel que también quiere derramar Su Fuerza Amorosa y Su Gracia en mí, para liberarme de aquellas ataduras que me esclavizan, y que amargan mi existencia.
Y que el día de hoy sea el tiempo propicio para entender que todas estas circunstancias tan difíciles que vivimos los venezolanos, no sean motivo para perder la esperanza por tener un país donde reine la paz y la justicia. Convencidos además que cada instante de nuestras vidas que el Creador nos regalas, deben de ser para discernimiento en positivo donde desarrollemos la certeza de que, más temprano que tarde todos estos espíritus inmundos que nos atormentan saldrán de nosotros y de nuestra sociedad. Esa es la Fe que tenemos que tener, para nunca dudar que DIOS está con nosotros.
Señor JESÚS, Gracias por decirme hoy que: “todo es posible, para el que tiene fe”, lo que me permite desarrollar la certeza de que, más temprano que tarde todos estos espíritus inmundos que nos atormentan saldrán de nosotros y de nuestra sociedad.
Amén
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