Kabul.- El miedo a que los talibanes cumplan sus amenazas de atentar contra los centros electorales y la desconfianza en unas elecciones presidenciales justas se vio reflejado este sábado durante las primeras horas en una asistencia a cuenta gotas, una tendencia que fue aumentando a media que transcurría el día.

Los talibanes habían avisado repetidas veces a los afganos de que no acudieran a las urnas o se atuvieran a las consecuencias, por lo que el miedo a un gran atentado por la mañana que sirviera de altavoz a sus amenazas hizo que en algunos centros de Kabul se encontrara más personal electoral que votantes.

La capital, una ciudad fantasma tomada por las fuerzas de seguridad con carreteras cortadas y controles cada pocos metros con perros que olfatean los vehículos en busca de explosivos, tampoco animaba demasiado a los afganos a acudir a las urnas.

«Estoy segura de que después vendrá más gente, porque ahora es la mañana y la gente tiene miedo por motivos de seguridad. Estoy segura que la gente acudirá luego a votar», afirmó a Efe Kamila, una maestra de 56 años.

Kamila vivió el régimen talibán entre 1996 y 2001, y no tiene «ningún buen recuerdo de aquellos días», despedida de su empleo de maestra en un colegio y obligada a permanecer encerrada en casa, por lo que estaba decidida a ejercer su derecho al voto.

«Debemos votar y elegir a nuestro futuro líder. Si no lo elegimos será un problema para nosotros», sentenció enérgica.

Unos 9,6 millones de ciudadanos, un 34,5 % de ellos mujeres, están llamados a acudir hoy a alguno de los 4.928 centros electorales abiertos desde las 7.00 hora local (02.30 GMT) y cuyo cierre está previsto a las 15.00 hora local (10.30 GMT).

Los principales candidatos acudieron temprano a votar en las cuartas elecciones desde la caída del régimen talibán, como el actual presidente afgano, Ashraf Ghani; el jefe del Ejecutivo, Abdullah Abdullah, y el antiguo «señor de la guerra» Gulbuddin Hekmatyar.

«El derecho a votar llega con un gran coste, tras luchas épicas y sacrificios de nuestra gente. No deberíamos darlo por sentado sino permanecer alerta y protegerlo en todo momento de manera celosa», advirtió Abdullah en Twitter tras depositar su voto.

«Venid y votad», pidió la jefa de la Comisión Electoral Independiente de Afganistán (IEC), Hawa Alam Nuristani, en un centro en Kabul durante la apertura oficial de los colegios, para después ser protegida por un enjambre de miembros de las fuerzas de seguridad, que la rodeaban mientras interactuaba con los medios.

Uno de los primeros en acercarse a ese colegio electoral a votar fue el joven Mohammad Rahman Nazari, de 24 años, seguro de la necesidad de acudir a las urnas para resolver los «problemas futuros».

Nazari achacó la poca afluencia de votantes a las amenazas talibanes y la desconfianza de «alguna gente» a un fraude masivo orquestado por el presidente Ghani, que podría interferir en su favor en el proceso electoral.

Khan Mohammad, algo más optimista sobre el proceso, culpó sin embargo a la inexperiencia afgana de los posibles errores durante los comicios.

«Hemos estado en este proceso cuatro veces, es nuevo para nosotros. La gente aún piensa que sus votos serán vendidos (pero) esto no va a pasar esta vez, o eso espero», dijo a Efe Mohammad, de 50 años, tras depositar su voto.

Para Mohammad, la respuesta al fraude es clara: «Si lo hacen, deberían ser colgados, porque están jugando con el futuro de este país».

En la memoria de muchos permanecen los comicios parlamentarios del pasado octubre, con múltiples acusaciones de fraude, colegios electorales cerrados, votantes sin sus nombres en las listas, y largas colas en las puertas con horas de espera.

En esta ocasión, la menor asistencia vino acompañada de una mayor organización, con numerosas mesas electorales en los centros para hombres o mujeres, a las que debían acudir los votantes según la inicial de su apellido, algo que generó bastante confusión.

La joven observadora electoral Arozo, de 19 años, que representa a uno de los candidatos, se mostró satisfecha con lo visto hasta el momento.

«El proceso es muy transparente, está bien, hasta el momento no hemos tenido ningún problema», aseguró a Efe, nada que ver, añadió, con el «fraude» de las elecciones parlamentarias, que hizo que «la gente dejara de creer» en el proceso electoral.

Para algunos ancianos, el problema fue más tecnológico, con las máquinas biométricas de registro incapaces de leer sus huellas dactilares, pulidas por el tiempo.

Moncho Torres EFE

 

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