Ciudad Guayana.- ¿Cuánto dinero se mueve en un espacio en el cual se ubican casi 500 vendedores y es visitado por unas 10 mil personas cada sábado y domingo? Mucho, ¿verdad? Y no hace falta ser economista para saber que en la dinámica económica del fin de semana, el perolero es vital.

“No somos una amenaza. Somos una alternativa para miles de familias, vendedores y compradores, que han visto mermada su capacidad de manutención a causa de la crisis”, dice Inés Durán ante la posibilidad de que el perolero de Alta Vista sea reubicado al CTE Cachamay.

Ante esto, este domingo, cientos se mostraron preocupados porque esta actividad de cada sábado y domingo representa el sustento de sus familias.

No es viable

A juicio de Inés, quien es una de las organizadoras en el estacionamiento de la torre Alférez, la mudanza al Cachamay no es viable, por cuanto la mayoría de las personas pertenecen a la parroquia Universidad, además de que las condiciones de transporte y seguridad no son las mejores.

“El perolero está lejos de ser una amenaza para la ciudadanía ni para la economía”, apunta, “y no estamos negados al diálogo, pero pedimos que nos dejen trabajar acá, al menos, hasta el 31 de diciembre”.

Orden y limpieza

“El perolero da para todo”, bromea seriamente Inés Durán, quien se pasea por todos los pasillos del perolero a diario, saludando, conversando y constatando que todo marche como se debe.

“Una vez que termina la jornada, las cuadrillas de mantenimiento se activan para dejar limpio el lugar. Al mismo tiempo, recogemos algunas cosas para ayudar a niños y familias que deambulan en Alta Vista, porque no tienen qué comer ni cómo vestir”.

Además, los organizadores atienden algunas fundaciones a las cuales ayudan con ropa y enseres para niños y enfermos. “Incluso, entre nosotros organizamos potazos por si hay alguien del perolero que requiere alguna operación o tratamientos costosos. Esto es una familia”.

Este lunes, los organizadores han solicitado una audiencia con el alcalde de Caroní, Tito Oviedo, para solicitar poder mantenerse en Alta Vista.

“Lamentablemente, una situación ocurrida el sábado anterior, que ya fue aclarada ante las autoridades, fue la causa para que la Alcaldía tomara la decisión de mudarnos al CTE Cachamay”.

Inés Durán explica que mantienen el control de acceso y vigilancia de los artículos que se expenden en el perolero.

Padres de familia

Gilberto Guevara tiene 70 años. Los cinco últimos ha cantado el cumpleaños en el perolero.

“Trabajar aquí representa una fuente de ingresos para quienes somos padres de familia”, comenta este abuelo quien, como dice el argot popular, “se ve enterito” y se niega a echarse en una hamaca a ver correr el tiempo.

Por el contrario, los días en el perolero son de distracción, camaradería y solidaridad. “Aquí nos llamamos vecinos, pues compartimos el buen trato, desde los organizadores hasta quienes vendemos”.

Considera que Alta Vista es un sitio más seguro y accesible para todos los ciudadanos, vendedores o compradores. Además, considera que para la multitud que converge sábado y domingo en el lugar, es más fácil acceder a través del transporte público.

“No nos muden”, implora.

Organización

El perolero tiene más de 10 años funcionando, y ha servido para paliar la crisis de muchos profesionales que han quedado desempleados o han visto mermados sus ingresos debido a la hiperinflación.

“Esta es una actividad seria dentro de la informalidad, porque el grupo que nos organiza mantiene normas que se cumplen para convivir y poder prestar un buen servicio”, cuenta María Gutiérrez, quien también suma 5 años vendiendo “de todo” en el perolero para poder mantener a su mamá y contribuir con la economía de un hogar de seis personas.

“Este ha sido mi único trabajo en los últimos años, y nos quedaríamos desempleados si toman la decisión de mudarnos a otro lugar”, lamenta. “Vamos a quedar sin empleo si cierran este espacio”.

Sitio familiar

Caminar por el perolero es ver a niños, jóvenes, adultos y abuelos compartir un sinfín de actividades, desde la compraventa, comer unos pastelitos “operados”, unas arepas; bollos con ensalada y degustar las populares “tetas”, mercado altamente competitivo.

“Todos somos muy unidos, y la familia entera se reúne cada sábado y domingo para iniciar activos su fin de semana”, cuenta Alicia Salazar, la primera mujer concejala que tuvo el municipio Caroní, quien también forma parte de más de 500 familias presentes en el perolero.

Esta jubilada de Sidor añade que es estratégica la ubicación de estos mercados a cielo abierto , pues cientos de personas caminan desde los alrededores de la parroquia Universidad para acudir muy temprano a comprar o vender.

“Nos ayudamos entre sí, sanamente, con organización y seriedad”.

Lo cierto es que para estos ciudadanos, la crisis es un mero trance.

Por ello, esperan que las autoridades municipales tomen en cuenta los esfuerzos por organizarse y agruparse para el bienestar de toda la colectividad, porque no solo son beneficiados quienes venden, sino también las personas que consiguen muy buenos precios por artículos que hoy no podrían comprar en los sitios tradicionales.

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