EFE
Quito.-El sonido de los ángeles parece inundar estos días la capital ecuatoriana durante el XVIII Festival de Música Sacra que acoge a artistas clásicos de todo el mundo en el ambiente de espiritualidad que brinda el casco histórico de Quito.
Son 12 grupos nacionales y 11 internacionales los que presentan un repertorio basado en música antigua, que conecta los sonidos y silencios en un entorno de fina decoración que ofrecen las iglesias y museos patrimoniales de Quito, convertido en la «capital del coro de los ángeles».
El festival es una propuesta que combina lo terrenal y lo divino donde los quiteños viven «con mucha pasión» en una época en la que la religiosidad encarna en el alma por la celebración de la Semana Santa, opinó Ángela Pinzón, de la Fundación Teatro Sucre, organizadora del encuentro artístico.
Iglesias abarrotadas de espectadores que disfrutan de momentos de quietud es el panorama de esta semana en las capillas quiteñas, en un certamen «único en América» que ha logrado congregar a músicos de Europa, América y de la lejana Rusia, añadió Pinzón en un diálogo con Efe.
El festival no sólo es música religiosa, sino, sobre todo, espiritual, pero también se combina con clases y conferencias magistrales de especialistas que ofrecen al público ecuatoriano la posibilidad de conocer un gran acervo cultural.
Los espectáculos y encuentros académicos que forman parte del festival son de libre acceso, lo que contribuye al objetivo de promover el arte en esta ciudad que durante esta semana se convierte en una especie de capital del «coro de los ángeles».
Entre los artistas o grupos que actuarán durante esta y la próxima semana en Quito se destacan el islandés Abraham Brody, el inglés Andrew Lawrence King, la Camerata Melancolía de México, la rusa Elena Khan, la argentina Flora Grill, el elenco español La Ritarata y los franceses de Les Sacqueboutiers.
También el ensamble alemán Los Temperamentos, el grupo costarricense Zéfiro, el estadounidense Las Aves De Bloomington Indiana y los ecuatorianos Musak, Awak Taki y la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito, entre otros.
El argentino Hernán Vives, que interpreta instrumentos antiguos de cuerda pulsada como el laúd, destacó la importancia del encuentro sacro en Quito, porque, según dijo, además se realiza «en la América profunda».
Es una oportunidad para mostrar un expresión musical variada y definida, pero también porque en el contexto supone «la conexión del hombre con el espíritu, con el cielo y la tierra… con todo», afirmó Vives.
Y es que para él, «cualquier música de cualquier lugar de la tierra siempre ha tenido esa vinculación a lo sagrado», aunque en el festival de Ecuador se exalta el «sincretismo» entre lo antiguo occidental y lo andino.
Justamente, esa es la propuesta de Vives que junto a su compatriota Flora Gril fusiona la música antigua con la tonalidad de los ritmos andinos, suramericanos, en un ensamble instrumental que recoge esas dos cosmovisiones.
Pero también los sonidos se juntan con las quietudes, en un entorno de «religiosidad y espiritualidad necesaria para todos», agregó Gril, para quien el rezo y el canto «tienen un efecto muy poderoso».
«Ofrecemos silencio, aunque parezca contradictorio porque la música no es silenciosa, pero ofrecemos silencio… La quietud puede ser saludable» y eso es lo que también «buscamos para nosotros y para nuestro entorno», subrayó Gril.
El XVIII Festival de Música Sacra de Quito tendrá 21 espacios para experimentar con lo sagrado, según prometen los organizadores que han adecuado los escenarios en sitios patrimoniales como la capilla del Museo de la Ciudad, el Centro Cultural Itchimbía, el tradicional Teatro Variedades o las iglesias de La Compañía de Jesús, San Francisco, La Merced, la Catedral Metropolitana y la del Carmen Bajo, entre otras.
Además, este festival ya ha entrado a formar parte de la celebración de la Semana Santa en la capital ecuatoriana, que tiene como su máxima representación a la procesión «Jesús del Gran Poder» del Viernes Santo.
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