“En aquel tiempo, Jesús les dijo a sus discípulos: «Supongan que uno de ustedes tiene un amigo y va a medianoche a su casa a decirle: «Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha llegado de viaje y no tengo nada que ofrecerle». Y el otro le responde a usted desde adentro: «No me molestes; la puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos ya acostados; no puedo levantarme a dártelos». Yo les digo: aunque el hombre no se levante para dárselo porque usted es amigo suyo, si usted se pone pesado, al final le dará todo lo que necesita. Pues bien, yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta y les abrirán.  Porque todo el que pide recibe, el que busca halla y al que llame a la puerta, se le abrirá. ¿Habrá un padre entre todos ustedes, que dé a su hijo una serpiente cuando le pide pan? Y si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del Cielo dará espíritu santo a los que se lo pidan!”.  

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

La Iglesia universal, celebra hoy la fiesta en honor a nuestra querida Madre María, bajo la advocación de nuestra Señora del Pilar, que es la aparición mariana más antigua reconocida por la Iglesia. El Apóstol Santiago, desanimado por las grandes dificultades que estaba atravesando para evangelizar España pidió una señal, “fue entonces cuando se le apareció la Virgen quien le animó a seguir adelante y le hizo la promesa, que todavía se mantiene, por la que mientras estuviera ese pilar en pie, habría verdaderos discípulos de su Hijo en España”.

En la liturgia del día meditamos los textos: Mal 3,13-20a; Sal 1 y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas capítulo 11, del verso 5 al 13. En el que se narra una conversación o instrucción dada por JESÚS a sus discípulos en torno a la actitud de confianza que se debe mantener a la hora de pedir o de relacionarnos con nuestro Creador. Allí JESÚS nos invita a pedir con perseverancia, sin desanimarnos nunca, casi como cansando a DIOS. Porque DIOS siempre nos dará la solución a nuestros problemas, aunque muchas veces la solución no nos vendrá tal y como la solicitamos o en la forma en que se lo pedimos, pues no sabemos lo que nos conviene, y Él sí lo sabe.

El texto destaca dos valores: la fidelidad y la perseverancia. La fidelidad se manifiesta en la recepción del huésped inesperado. No importa si ha llegado sin avisar y nos encontramos con pocas cosas para brindarle. Importante es destacar que, para la cultura judía, los deberes de hospitalidad son sagrados. Por esta razón el anfitrión se anima a importunar a su vecino para atender al amigo que ha llegado. Y es que el visitante es merecedor de todas las atenciones y el esmero que se preste a estas obligaciones, revela la calidad humana del anfitrión.

Por su parte la perseverancia, se manifiesta en la capacidad de no dejarse vencer por los obstáculos y de mantener siempre claros los objetivos de la tarea que se ha emprendido, no importa que una persona parezca inoportuna si las metas que se proponen obedecen a unos propósitos nobles.

Al confrontarnos con el texto, vemos que en nuestra vida cotidiana ocurren cosas semejantes, JESÚS, que es nuestro Huésped llega a nosotros a través de Su Palabra, presente en la Sagrada Escritura, y en la persona de cada uno de nuestros semejantes. Para recibirlo bien o para cumplir con nuestros valores de hospitalidad, con frecuencia debemos asumir trabajos, pasar unos que otros sinsabores, e incluso importunar a otras personas.

De allí la importancia de saber que, a la hora de hacer nuestra oración, debemos de aplicar unos criterios reales, vitales y espirituales, que respondan acertadamente a las necesidades existenciales de nosotros y de nuestros hermanos. Porque orar es prestar atención a la Voluntad de DIOS, que no solo quiere solucionar nuestra necesidad puntual, sino que quiere atender las necesidades colectivas de todos sus hijos, y por eso muchas veces no percibimos todas las bendiciones que diariamente nos está dando. 

Por lo que se hace necesario lograr captar el sentido original de esta Enseñanza que JESÚS nos da hoy, con la que quiere explicarnos de manera clara que la oración es un diálogo sincero y sin dobleces entre cada uno de nosotros y nuestro Padre Celestial. Y su aclaratoria la hace con ejemplos de la vida cotidiana, ya que en nuestra vida normal las peticiones son cumplidas por amistad o por obligación, es esa situación la que se describe en el texto, la de confrontar un hecho humano elemental, con la Acción Amorosa del Creador: “¡Si nosotros que somos malos sabemos dar cosas buenas, cuánto más el Padre Celestial, que sabe lo que necesitamos ¡” (Lc 11,13).

Señor JESÚS, danos el discernimiento necesario, para saber qué las soluciones que llegan a nuestras vidas, la mayoría de las veces sin solicitarlas, no es porque nos las merecemos, sino que es un regalo del Padre que sabe que las necesitamos.

Amén

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