Evangelio

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No crean que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad les digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana, Venezuela

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta en honor, entre otros santos, a Santa Matilde, mujer extraordinaria, reina y madre del rey Otón el grande Emperador de Alemania, de Enrique Duque de Baviera y de Bruno Arzobispo de Colonia. Murió a los 70 años, un 14 de marzo del año 968, puesta de rodillas en el suelo de su habitación y con cenizas penitenciales, tal como ella lo había decidido.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 5, del verso 17 al verso 19. en el que JESÚS, les dice a sus discípulos que Él no ha venido a abolir la Ley que DIOS, en el pasado, dio a su pueblo por medio de Moisés, sino a Revelar su sentido más pleno y original. Ya que, con las enseñanzas y vivencias de JESÚS, es que la Ley Mosaica alcanza su mayor perfección, su mayor radicalidad, y su capacidad de colocar al hombre, delante de la voluntad de DIOS, más allá de las interpretaciones casuísticas y literales de la tradición judía.

Por eso es que, las enseñanzas del Maestro, no pretenden abolir lo que está escrito en el Antiguo Testamento, sino darle plenitud. Ya que, DIOS preparó a su pueblo Israel, por medio de Moisés y los Profetas, para finalmente Revelarse a través de Su Propio Hijo JESÚS, que es quien da su verdadero sentido a todo lo escrito en el Antiguo Testamento, conservando su valor y necesidad, por lo que nos ayuda a comprender de una mejor manera la grandeza del Reino de DIOS, Su Misericordia y Su compañía fraterna del caminar del hombre a través de la historia.

Al confrontarnos con el texto vemos que JESÚS, nos hace una invitación para orientar y ordenar nuestra vida a la luz de la Palabra de DIOS, presente el Sagrada Escritura. Porque es la luz interior que DIOS nos da, la que nos ayuda a discernir lo bueno de lo malo, y nos da fortaleza para no dejarnos vencer por las amenazas del mundo y nuestros propios errores. Ya que nuestra vida por humilde que sea, o por muy desviada que haya sido, tiene un gran valor para DIOS, pero al tratar de enmendarla no siempre sabemos si lo que hacemos está bien hecho.

De allí la importancia que tiene la Sagrada Escritura, para darnos luz en el camino de la vida, y así entablar una conversación con nuestro Papá DIOS y tomar fuerzas ante los desafíos que la vida nos presenta cada día, en el que padecemos crisis de todo tipo, que en muchos casos pareciera rebasar nuestras esperanzas y nuestra Fe en Dios. Lo que nos hace buscar respuestas muchas veces en los lugares equivocados, o a través de los medios equivocados. Pero no faltará quien quiera tener un acercamiento con la Palabra de DIOS, presente en la Biblia.

A estos últimos les digo que el Magisterio de la Iglesia, en un importantísimo documento: la Constitución Dogmática Dei Verbum, nos esclarece el camino para que los cristianos podamos acercarnos de una mejor manera a la lectura y meditación de la Palabra. Ese documento expresa con mucho fundamento que es el Espíritu Santo quien ha iluminado a los escritores sagrados para elaborar esos escritos. Por eso la mejor forma de estudiarla es rezando primero al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos guíe a fin de encontrar la Verdad y ponerla por Obra.

También es importante saber que la Iglesia ha puesto a la disposición de los fieles una variedad de métodos de acercamientos, dentro de los cuales destaca el de la lectura orante, que es muy sencillo y aun cuando lo ideal es que lo hagamos en grupo, también puede hacerse de manera personal, respondiendo a cinco preguntas básicas: ¿Qué dice el texto? ¿Qué me dice el texto? ¿Qué le respondo al texto? ¿Qué me hace decir el texto? ¿Qué compromisos me genera o me invita hacer el texto meditado? La confrontación suele ser el momento más delicado porque me tengo que preguntar qué me está diciendo a mí personalmente, mi PADRE del cielo, y cómo lo pondré en práctica en mi grupo familiar, de trabajo y cada uno de los espacios donde me desenvuelva.

Señor JESÚS, aumenta en nosotros el Amor a Tu Palabra, presente en la Sagrada Escritura, y ayúdanos a entender que es el Texto que lee nuestras vidas, para hacerlas perfectibles y poder hacerles frente a todas las calamidades que nos agobian.

Amén

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