“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, se sentará en el trono de Gloria, que es suyo. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de otros, al igual que el pastor separa las ovejas de los chivos. Colocará a las ovejas a su derecha y a los chivos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropa y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.» Entonces los justos dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y te fuimos a ver? El Rey responderá: «En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.» Dirá después a los que estén a la izquierda: «¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber; era forastero y no me recibieron en su casa; estaba sin ropa y no me vistieron; estuve enfermo y encarcelado y no me visitaron.» Estos preguntarán también: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero, enfermo o encarcelado, y no te ayudamos?» El Rey les responderá: «En verdad les digo: siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí» Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna”.      

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana, Venezuela

La Iglesia Universal, conmemora hoy, el día de los fieles difuntos, la cual es una jornada de luto, de oración y de respeto por todos aquellos hermanos nuestros que han pasado de la vida terrena, a la vida espiritual. Es luto por los que no supieron asumir su compromiso cristiano y oramos por todos aquellos que tienen la necesidad de purificarse antes de entrar en el Banquete de la Vida Eterna.

Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 25, versos del 31 al 46. En el que narra el discurso apocalíptico de JESÚS, explicándoles a sus discípulos la manera en que será su segunda venida a la tierra y la forma en que serán juzgados cada uno de los seres humanos, en consonancia con la manera de cómo hayan aceptado y observado Su mandato.

Recordemos que antes de comenzar el relato de la Pasión, el texto de Mateo, recapitula sobre los rasgos básicos del discípulo de JESÚS, y los proyecta hacia el juicio último y definitivo de DIOS. El punto decisivo es la centralidad en la Persona de JESÚS, y Su Obra, pero con criterios de comportamiento actual. Por tanto, el juicio que tendrá como objeto a la comunidad mesiánica, donde todas las naciones encuentran Su Modelo Salvífico, no se llevará a cabo en razón de la observancia de preceptos, ni a partir de enseñanzas doctrinales, sino que se fundará en la autenticidad de la Nueva Vida que el Hijo de DIOS ha hecho posible y ha Enseñado a vivir en el Sermón de la Montaña (Mt 5-7).

Al confrontarnos con el texto vemos que, las medias tintas no valen con JESÚS, por lo que hay que decidirse a favor o en contra. También nos dice que los pobres explotados, excluidos, desplazados, etc., son los sacramentos de DIOS, porque son Su Rostro Visible y Él es Su Defensor. De tal manera, que ante la exigencia que el Maestro nos hace, no podemos hacer distinción sobre el credo, raza, posición social, conocimientos, sino la acción realizada a favor o en contra de estos sujetos preferenciales o “rostros sufrientes” que nos acercan a JESÚS.

Por eso es que cada época y cada lugar, tiene que discernirse a la luz de este texto, para saber quiénes son esos Cristo vivientes, para no pasar de largo, sino más bien para detenerse y tenderles las manos y acogerle de corazón. La tradición católica habla de “Obras de Misericordia”, para asumir esa responsabilidad, pero sería una pena que nos quedáramos solo con el plano asistencial. Por eso es que el reto que tenemos hoy es el de convertir esas Obras de Misericordia en Solidaridad y Justicia para todos, reto que obliga a todos los que nos llamamos seguidores de JESÚS a revisarnos, para ver cómo estamos viviendo la experiencia de la Solidaridad y el Servicio como Testimonio de vida en los distintos escenarios donde nos desenvolvemos.

Señor JESÚS  ayúdanos a abrir los ojos del corazón, para poder ver en cada uno de los seres humanos, con los que nos topamos diariamente, Tu Presencia Gratificante y poderte demostrar nuestro Amor por Ti, con el servicio y nuestra entrega hacia ellos.

Amén

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