“En aquel tiempo se le acercó a Jesús un leproso, que se arrodilló ante Él y le suplicó: «Si tú quieres, puedes limpiarme.» Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio.» Al instante se le quitó la lepra y quedó sano. Entonces Jesús lo despidió, pero le ordenó enérgicamente: «No cuentes esto a nadie, pero vete y preséntate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que ordena la Ley de Moisés, pues tú tienes que hacer tu declaración.» Pero el hombre, en cuanto se fue, empezó a hablar y a divulgar lo ocurrido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afueras, en lugares solitarios. Pero la gente venía a él de todas partes”.
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Arcadio mártir en Mauritania en el año 304 d.C. La virtud cardinal de su fortaleza cubre su vida y su acción. En medio de insultos y burlas le van cortando lentamente y con crueldad: los dedos, manos, codos, brazos, piernas y finalmente la lengua para que no proclamara la Fe. Sin embargo, él permaneció fiel sin claudicar.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Marcos, capítulo 1, versos 40 al 45. En el que se relata la sanación de un leproso. Acontecimiento en el que el autor destaca el lado profundamente humano de JESÚS, ya que se “conmueve hasta las entrañas” (Mc 1,41). También se destaca que, JESÚS como buen Maestro, comprende el significado de la proximidad de un leproso y asume el riesgo de entrar en contacto con él, porque quiere que esa persona encuentre su lugar en la compleja y excluyente sociedad de su época, pero al mismo tiempo busca la mayor discreción en ese gesto que transgrede las leyes civiles y religiosas de su pueblo.
El texto nos ayuda a entender la Acción de DIOS, que se acerca a la humanidad con los gestos sanadores de JESÚS y la respuesta de los beneficiarios de su Acción, que, no tienen miramientos a la hora de pregonar Su Bondad. Por eso es que la alegría de este hombre sanado y salvado, desborda toda previsión y no solamente es que no se mantiene callado, sino que quiere que todo el mundo se entere, por lo que a partir de allí JESÚS debe permanecer en las periferias el resto de la jornada misionera.
Al confrontarnos con el texto, y ver como son descritos tanto los sentimientos de profunda Compasión que demuestra JESÚS por ese hombre atormentado por la terrible enfermedad de la lepra, como la alegría de aquel que es limpiado de ese mal, con el que venía sufriendo. Sentimientos que nos permiten también a nosotros, sentir una inmensa satisfacción por saber que DIOS se hace uno de nosotros para sentir en carne propia nuestros problemas y ayúdanos a superarlos. Por lo que puede decirse que en la medida en que nos hagamos Mensajeros de la Buena Noticia de JESÚS, habremos de saber que, el Anuncio del Evangelio se vive en medio de intensas y sobrecogedoras emociones.
De tal manera que, como creyentes podemos dar testimonio de todas las bendiciones que recibimos a diario, a pesar de que muchas de ellas las logramos comprender a posteriori. Porque sin lugar a dudas que DIOS no tiene paragón con Su Generosidad hacia nosotros. Y es Su Generosidad hacia la humanidad, la que nos debe motivar para no cerrar nuestros corazones y voces, para seguir pregonando a propios y extraños, que no perdamos la Fe, que a pesar de las calamidades y de las distintas amenazas que padecemos, DIOS está con nosotros.
Porque son esas actuaciones de JESÚS, que retrata el texto de hoy, donde rompe con la exclusión, con el ritualismos y formalismo, las que nos deben moldear para ir al encuentro de nuestros semejantes y juntos poder buscar las alternativas de solución a estas “lepras sociales” que amenazan la existencia de nuestra sociedad, desmembrando a las familias que tienen que emigrar a otros lugares en la búsqueda de nuevos horizontes.
Señor JESÚS, Imprégnanos de Tu Compasión y Tu Bondad, para denunciar y extirpar las lepras de la exclusión, de la represión, de la indiferencia, del hambre y la emigración, que hoy diezma a nuestra sociedad, y al vencerlas poder disfrutar con justicia las maravillas de Tu Creación. Amén.
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