Ho Chi Minh (Vietnam).- Una potente maquinaria propagandística de revisionismo histórico permiten a Ferdinand «Bongbong» Marcos soñar con recuperar la presidencia perdida por su padre en 1986 y culminar la vuelta al poder en Filipinas de una dinastía que nunca ha llegado a abandonar la primera línea política.
A sus 64 años y, tras meses de especulaciones en que parecía deshojar la margarita, el único hijo varón del dictador Ferdinand Marcos, fallecido en 1989, se decidió a proclamar su candidatura a los comicios presidenciales del próximo año, con la esperanza de mejorar los buenos números que le otorgan los sondeos y suceder a Rodrigo Duterte.
La encuesta publicada por Pulse Asia hace una semana lo colocaba en segundo lugar con un 15 por ciento de intención de voto y superado solo por Sara Duterte, la hija del actual presidente, que todavía no ha confirmado su candidatura, y que concitaría el apoyo del 20 por ciento de los votantes.
Por detrás figuraban otros candidatos, como el actual alcalde de Manila, Francisco Domagoso (conocido como Isko Moreno) y la leyenda del boxeo Manny Pacquiao, que tras compaginar durante años la política y el deporte de alta competición ha decidido colgar los guantes.
REDES SOCIALES
Según algunos expertos, Marcos, que ejerció de senador entre 2010 y 2016 y hace seis años se quedó a unos miles de votos de ser vicepresidente, cimienta su asalto a la presidencia en una potente maquinaria propagandística que obvia los abusos de derechos humanos cometidos por su padre y glorifica su época.
«Los Marcos han bombardeado e inundado las redes sociales con desinformación e información falsa, que presenta el gobierno de Marcos como un periodo de prosperidad y paz», explica a Efe por correo electrónico el profesor de Historia de la Universidad de Filipinas Ferdinand C. Llanes.
El historiador, uno de los académicos que alzó su voz contra el entierro de Marcos en el Cementerio de los Héroes de Manila en 2016, lamenta que nunca se estableciera en Filipinas una comisión de la verdad «para esclarecer los delitos de la dictadura de Marcos» y no se procesara a quienes causaran daños civiles y criminales durante el régimen.
Aunque ha habido investigaciones para buscar los miles de millones de dólares que se cree que fueron saqueados por los Marcos y sus aliados, las instituciones fueron demasiado lentas y algunos de los casos en su contra se perdieron, mientras que los que probaron la culpabilidad de la matriarca, Imelda Marcos, no se han traducido en penas de cárcel efectivas.
REVISIONISMO HISTÓRICO
Ferdinand Marcos llegó al poder tras ganar las elecciones presidenciales en 1965, pero en 1972 dio un giro autoritario con la declaración de la Ley Marcial, que justificó por las revueltas de las entonces incipientes guerrillas comunistas y musulmanas.
La Ley Marcial terminó oficialmente en 1981, pero mantuvo un gobierno autoritario hasta que fue depuesto en 1986 por una revuelta popular pacífica apoyada por la poderosa Iglesia Católica y el Ejército, que forzó a la familia a exiliarse a la isla estadounidense de Hawái, donde el dictador falleció en 1989.
En los últimos años proliferan en redes sociales versiones dulcificadas de aquel periodo, que algunos se niegan a calificar de dictadura pese a la supresión de libertades y a terminar con al menos 3.240 personas asesinadas, 70.000 encarceladas y 34.000 torturadas.
La fortuna ilícita amasada por la familia Marcos entre dinero, inmuebles, joyas y obras de arte estima entre 5.000 y 10.000 millones de dólares según la Comisión Presidencial de Buen Gobierno (PCGG, en inglés), una agencia oficial creada hace tres décadas para recuperar toda esa riqueza
El historiador achaca el revisionismo histórico de los últimos años a «la falta de educación de las generaciones más jóvenes» y a la complacencia de los gobiernos democráticos elegidos desde 1986, que «no lograron instaurar medidas para educar a la población sobre los daños de la dictadura».
VUELTA A LA POLÍTICA
A pesar de todos los delitos que se les atribuyen, los Marcos solo quedaron fuera del poder político en los seis años que duró el exilio hawaiano de sus hijos y su viuda, Imelda, que a su regreso al país en 1992 se presentó (sin éxito) a las elecciones presidenciales.
Desde entonces tanto Imelda, de 92 años y retirada de la política desde 2019, como sus hijos Imee y Bongbong han acaparado escaños en el Congreso y el Senado y han afianzado su poder en el feudo provincial de Ilocos Norte, donde el hijo de Bongbong, Sandro, da sus primeros pasos en la política.
Según Llanes, solo en los últimos años, cuando se vio la posibilidad real de que los Marcos volvieran al palacio presidencial de Malacañang, se ha rearmado un movimiento de respuesta a las manipulaciones históricas de los defensores de Marcos.
Esta contestación se tradujo hoy en una protesta en Manila, donde un centenar de personas recordaron los abusos de derechos humanos del dictador y quemaron imágenes de Bongbong y del actual presidente, Rodrigo Duterte, uno de los máximos contribuyentes a la restitución de la figura pública del dictador.
«No será fácil para los grupos progresistas y liberales evitar la vuelta de Marcos a Malacañang. Pero tampoco será fácil para los Marcos aparecer como santos (…). La gente también debe ver que Bongbong Marcos no ha mostrado ningún logro sustancial como congresista o senador. Su campaña electoral se basa en el cuento de hadas de la era dorada de Marcos», recalca el historiador.
EFE
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