Evangelio del Día. Juan 10,31-42

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Juan 10,31-42: “En aquel tiempo, los judíos tomaron de nuevo piedras para tirárselas, y Jesús les dijo: «He hecho delante de ustedes muchas obras hermosas que procedían del Padre; ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?» Los judíos respondieron: «No te apedreamos por algo hermoso que hayas hecho, sino por insultar a Dios; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.» Jesús les contestó: «¿No está escrito en la Ley de ustedes: Yo he dicho que son dioses? No se puede cambiar la Escritura, y en ese lugar llama dioses a los que recibieron esta palabra de Dios.

Y yo, que fui consagrado y enviado al mundo por el Padre, ¿estaría insultando a Dios al decir que soy el Hijo de Dios? Si yo no hago las obras del Padre, no me crean. Pero si las hago, si no me creen a mí, crean a esas obras, para que sepan y reconozcan que el Padre está en mí y yo en el Padre.» Otra vez quisieron llevarlo preso, pero Jesús se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba al principio, y se quedó allí. Mucha gente acudió a él, y decían: «Juan no hizo ninguna señal milagrosa, pero todo lo que dijo de éste era verdad.» Y muchos creyeron en él en ese lugar”.

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia Católica conmemora hoy el Viernes de Concilio, guardando una tradición según el cual, en el año 325 fue celebrado el Primer Concilio de Nicea, y se estableció a la Cristiandad que la fiesta de Pascua de Resurrección debía celebrarse cada año “el Domingo siguiente al primer plenilunio tras el equinoccio de Primavera”, fijado el 21 de marzo. Es decir, buscamos el día en el que entra la primavera, momento en el que el Sol atraviesa el plano del Ecuador, vemos cuando es la siguiente Luna llena a este día, así pues, el siguiente Domingo a dicha Luna llena será Domingo de Resurrección, y el Domingo anterior el Domingo de Ramos. El viernes del Concilio la Iglesia también conmemora los Siete Dolores de la Santísima Virgen María en referencia a la semana de la Crucifixión del Señor. Es de hacer notar que la Iglesia conmemora dos veces al año, la festividad a Nuestra Sra. de los Dolores, el viernes del Concilio y el 15 de septiembre. Ya que los frailes servitas, que desde su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó para que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de septiembre de todos los años.

  Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Jesucristo según San Juan, capítulo 10, verso 31 al verso 42. En el que JESÚS con una autoridad admirable, se encara con quienes buscan silenciar Su Voz. La tensión con ellos va creciendo hasta el punto que quieren lapidarlo por “blasfemo”, ya que se ha atribuido facultades que solo pertenecen a DIOS y por haberles dicho que: “el Padre y Él son Uno” y que “Él es Hijo de DIOS”.

 Sin embargo, JESÚS, no se acobarda y decididamente les pregunta qué por cuál de sus obras o por cuál de sus Palabras lo van apedrear, y los invita a que examinen si lo que Él hace no es Voluntad de DIOS. Ellos de ninguna manera aceptaron esa invitación, porque era evidente que su confrontación con JESÚS no era por la defensa de fundamentos religiosos, sino porque JESÚS con Sus Palabras y con Sus Obras, ha develado ante el pueblo todo el tinglado de una falsa religiosidad, que era la base para la explotación y el sometimiento del pueblo, en contubernio con el imperio romano.

 Al confrontarnos con el texto, vemos que tanto en el tiempo que JESÚS vivió Su Vida terrena, como en nuestro tiempo, hay muchos que aun cuando digamos que creemos en DIOS, vivimos una experiencia de fe sin profundidad, que se expresa en el mero cumplimiento de normas, disciplinas, ritos y tradiciones carentes de vida y sin fuerza transformadora en nuestra vida personal y en los distintos círculos sociales donde nos desarrollamos. Y por eso es que, ante las tribulaciones, hay muchas dudas y lejos de afianzarnos ante lo REAL que es Cristo JESÚS, comenzamos a buscar otros atajos, como queriendo “lapidar” o “dilapidar”, lo que se tiene para ir en búsqueda de lo incierto.

 Y es que vivir en Fidelidad a DIOS, es colocarse en contravía a los intereses del mundo y a los intereses personales de los que conducen las riendas de nuestras instituciones políticas, económicas, sociales y religiosas. Por eso es que esta Cuarentena, que algunos la ven como un castigo. Los que nos llamamos seguidores de JESÚS, deberíamos verla, como un tiempo de encuentro con DIOS y de revisión profunda, que nos exige nuevas actitudes en el creer, y en el vivir el compromiso de la transformación del mundo, de nuestra sociedad, de nuestra familia y de nuestra propia Iglesia.

 De tal manera que podamos trasmitirles a propios y extraños nuestra confianza en DIOS, con gestos de Solidaridad, y denunciando las injusticias, y ayudando a entender a nuestros interlocutores, que las respuestas o las soluciones a nuestros males sociales tiene que ser tarea de todos. Ya que, en este tiempo de Gracia, hay la necesidad de emular la confianza en DIOS de tantos santos que al ejemplo de nuestro Señor JESUCRISTO entregaron sus vidas, por tener un mundo más humano y solidario.

 Señor JESÚS, perdona nuestra dudas y temores ante la tribulación, ya que en vez de afianzarnos en la Roca que es Tu Palabra, comenzamos a buscar respuestas ajustadas a nuestros intereses y por eso somos víctimas de ilusionista que “lapidan” Tu Verdad y Tu Justicia, que has traído a la humanidad. Amén.

 

Luis Perdomo

 

 

 

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