Evangelio del Día. Juan 6,1-15

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 “Después Jesús pasó a la otra orilla del lago de Galilea, cerca de Tiberíades. Le seguía un enorme gentío, a causa de las señales milagrosas que le veían hacer en los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús, pues, levantó los ojos y, al ver el numeroso gentío que acudía a él, dijo a Felipe: «¿Dónde iremos a comprar pan para que coma esa gente?» Se lo preguntaba para ponerlo a prueba, pues él sabía bien lo que iba a hacer.

Felipe le respondió: «Doscientas monedas de plata no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo.» Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es esto para tanta gente?» Jesús les dijo: «Hagan que se sienta la gente.» Había mucho pasto en aquel lugar, y se sentaron los hombres en número de unos cinco mil. Entonces Jesús tomó los panes, dio las gracias y los repartió entre los que estaban sentados.

Lo mismo hizo con los pescados, y todos recibieron cuanto quisieron. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que han sobrado para que no se pierda nada.» Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos que no se habían comido: eran las sobras de los cinco panes de cebada.

Al ver esta señal que Jesús había hecho, los hombres decían: «Este es sin duda el Profeta que había de venir al mundo.» Jesús se dio cuenta de que iban a tomarlo por la fuerza para proclamarlo rey, y nuevamente huyó al monte él solo”.

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a Santa Bernadette Soubirous. Quien nació el 7 de enero de 1844, en Nevers, Francia y murió el 16 de abril de 1879. Fue mística y religiosa francesa canonizada en 1933. Su cuerpo permanece incorrupto en Nevers. Si bien la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes es considerada por la Iglesia católica la principal patrona de los enfermos, se asocia por extensión a Bernadette, por ser a ella a quien la Virgen María se le apareció en Lourdes.

Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO según San Juan, capítulo 6, verso 1 al verso 15. En el que se nos dice, que después de atravesar el lago de Galilea y estando próxima la celebración de la Cena Pascual judía, JESÚS realiza un SIGNO, multiplica los panes para dar de comer a los que le siguen.

Este signo indica que JESÚS da mucho más que unos panes, ya que esos panes simbolizan Su total entrega en favor de la humanidad, y con la cual establece una Nueva Alianza, que es el Pacto Definitivo entre DIOS y los hombres.

 Y en la experiencia de esta Nueva Alianza, hay una evocación al Maná de la Antigua Alianza y así como Moisés, JESÚS también sube al monte, para ayudar a saciar el hambre del pueblo. De igual manera el número de cinco mil personas recostadas sobre la hierba, organizadas en grupos, recuerda la antigua organización de las doce tribus y la recolección de los pedazos que sobran, nos recuerda la práctica tribal de no perder ni desperdiciar el alimento por considerarlo sagrado.

 Muy pertinente es recordar que, en el Evangelio según San Mateo, JESÚS convoca a sus discípulos a participar en la solución: “dadles vosotros de comer” (Mt 14,16). En el Evangelio según Juan, no es diferente: los discípulos buscan soluciones, pero son incapaces de ver más allá de lo que es posible humanamente. Andrés, encuentra la posibilidad de una solución, compartiendo lo poco que se tiene, ya que allí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces.

 Al confrontarnos con el texto, y ubicados en aquel día en el monte, frente al Mar de Galilea, JESÚS quiere contar con nosotros, aunque sean solo cinco panes y dos peces lo que tengamos para ofrecer, es decir, Cristo nos llama a repartir la vida, en el lugar donde estemos, en las pequeñas cosas, las que tal vez ni se ven ni hagan ruido. Porque desde lo poco, pero con la grandeza de desprendimiento se logra saciar el hambre de muchos y si muchos nos mentalizamos en esa idea, entonces lograremos alimentar a multitudes hambrientas y sin esperanzas.

  Así que la enseñanza de hoy es bien clara y es que todos somos responsables en la solución, por lo que no debemos ser indiferente ante esta amenaza colectiva. Ya que el hambre y la enfermedad solo pueden ser superadas, por la unidad y la solidaridad de quienes comen juntos de una misma fuente amorosa y generosa, que es Cristo JESÚS, sobre manera en una situación como la que estamos viviendo, en la que el hambre y la necesidad, muchas veces, se imponen sobre las normas sanitarias, por lo que hay que salir a buscar el sustento, cumpliéndose aquel viejo refrán: “si nos pela el chingo, nos agarra el sin nariz”.

 Lo que nos acarrea las siguientes interrogantes: ¿Con qué compraremos comida y medicina para que pueda sobrevivir mi núcleo familiar y tanta gente que necesita de una mano amiga? ¿de qué manera puedo poner en práctica mi compromiso cristiano para paliar esta situación tan agobiante? Sin lugar a dudas que no es fácil responder a este desafío, y que solo poniendo nuestra mirada en el Resucitado, que nos invita a desarrollar una auténtica vida comunitaria y solidaria, donde cada uno podamos poner lo poco o lo mucho que tengamos a disposición de los demás.

Ya que, desde estos gestos sencillos, DIOS va multiplicando los pocos “panes” que disponemos para ayudar a otros, que viven en condiciones más precarias que nosotros, a paliar su situación.

 Señor JESÚS, ayúdanos a vencer nuestros miedos e indiferencias para hacerle frente al dilema de morir de hambre o del contagio del virus, y de tener el valor suficiente para exigirle a nuestras autoridades respuestas claras y objetivas en el manejo de ambas situaciones. Amén.

Luis Perdomo

 

 

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