En aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús: «¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».

Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».

Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan». Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos en honor a San Heliodoro, obispo y confesor. Nació en Dalmacia, a mediados del siglo IV, y murió un 3 de julio. Es contemporáneo y amigo de San Jerónimo. Como él, natural de Dalmacia. Acompaña al doctor bíblico en sus correrías por Jerusalén y Belén, viviendo como anacoreta en el desierto de Judea, dedicados al estudio y a la traducción de los textos sagrados.

La comunidad de Aquileya le elige obispo y Heliodoro resulta un campeón de la verdad y de la interpretación bíblica en contra de tanta herejía, junto a san Ambrosio de Milán o a su entrañable Jerónimo.

Liturgia del Día

En la liturgia del día meditamos los textos: Hch 7,51-8,1a; Sal 30; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Juan capítulo 6, del verso 30 al 35. En el que la gente le pide una señal a JESÚS, y Él se Revela como el alimento que sacia, el hambre espiritual y terrenal. Ellos le dicen: que los antepasados del pueblo judío recibieron el maná, a través de Moisés, alimento bajado del Cielo con el que DIOS Padre los alimentó en el desierto. JESÚS explica que el Maná no fue obra de Moisés, sino de DIOS, a quien Él llama “mi Padre”.

Recordemos que, en el Antiguo Testamento, después de la liberación de Egipto y en la larga travesía por el desierto, los judíos protestaron porque no tenían comida, ni agua para beber. Moisés clamó a DIOS y Él le envió el Maná y las codornices del Cielo e hizo brotar agua de una piedra.

En el Nuevo Testamento JESÚS, se da a sí mismo como Pan gratuito y abundante, a todos los suyos, para poder hacerle frente a las necesidades de la vida terrenal y en preparación a la Vida Eterna, y les dice: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás” (Jn 6,35).

JESÚS, Se Revela una vez más como “YO SOY”, es decir como El Propio DIOS que se Ha Encarnado en el mundo, para ser el Verdadero Alimento, el Nuevo Maná bajado del Cielo, quien lo coma no volverá a tener hambre, y con la novedad de que este Pan que ha bajado del Cielo, no solo da la vida a Israel, sino al mundo entero.

Los israelitas anclados en el pasado en el que han recibido dones de DIOS, no son capaces de abrirse a una nueva Revelación en el presente, que el Propio Verbo hecho Carne les está Transmitiendo.

Por eso es que JESÚS, les habla de un Don que DIOS les da ahora, en el presente, se trata del verdadero Pan del cielo, que impulsa al verdadero cumplimiento de los Designios de DIOS.

Porque JESÚS, es la expresión concreta de lo que DIOS quiere de sus criaturas para que se adhieran al Mensaje de Amor de Su Hijo, que se convierte en alimento imperecedero para su supervivencia, ya que estar unido a JESÚS, es la garantía de la fidelidad a la causa del Padre, la cual se va fortaleciendo paulatinamente en la medida que se ingiera diariamente.

Al confrontarnos con el texto y tomar la Palabra de JESÚS, como un llamado personal, donde nos dice que el único Pan que nos hace vivir a plenitud es Su Amor sin medida. No es extraño, por ello, que los relatos del Resucitado, que estamos meditando en este tiempo litúrgico, se den siempre en torno al pan, a las comidas, a la mesa compartida.

Y que, en este gesto-símbolo no solo descubrimos la Presencia del Resucitado en medio de la comunidad, sino también la invitación a ser pan vivo para saciar el hambre de tantos hermanos nuestros.

El texto también nos ayuda a comprender grandemente que el ser humano es el resultado de lo que come y de lo que bebe. Si comemos el Cuerpo de Cristo y bebemos su Sangre, no solamente como acto cultico o litúrgico, sino en el vivir, actuar y hacer como Cristo nos ha enseñado, entonces podremos decir que hemos comenzado un itinerario de adhesión a la Voluntad del PADRE CELESTIAL.

De allí que hoy sea el día para abrirnos a la acción del Espíritu y testimoniar con nuestras acciones solidarias ante el mundo que somos verdaderos discípulos del RESUCITADO, llevando a su total realización el accionar de nuestra comida Eucarística.

Señor JESÚS, aliméntanos con el Pan de Tu Palabra y de la Eucaristía, para saciar nuestra hambre de justicia, hacerles frente a las necesidades de la vida terrena y ayudar a saciar el hambre de tantos hermanos nuestros que no tienen nada para comer.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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