«Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaba tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.» María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?» Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible.» Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Y el ángel se retiró de su presencia».
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.
La Iglesia universal celebra hoy la Fiesta, entre otros santos, en honor a Santo Domingo de Silos, importante Benedictino quien tomó el hábito en la Abadía de San Milán. Años más tarde es nombrado Abad del Monasterios de Silos, el cual restauró completamente, levantó la Iglesia con la Biblioteca más rica de España, en libros, códices y pergaminos, de diferentes momentos históricos. Murió en el año 1073.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 1, del verso 26 al verso 38. En el que se narra la Anunciación del Nacimiento de Nuestro Salvador JESUCRISTO. Noticia que DIOS le comunica a la Virgen María por intermedio del Ángel Gabriel.
María es saludada con un nuevo nombre «Favorecida», porque ha recibido una Gran Bendición de parte de DIOS. Expresión que fue el inicio, para que la Iglesia después de siglos de reflexión lo asumiera en el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. El Ángel también le comunica la Decisión de DIOS sobre el nombre que tendrá que ponerle al niño, el cual se llamará: JESÚS, que significa «DIOS SALVA».
En el relato Lucas intercala su narrativa con un diálogo bien significativo para la vida de los creyentes, en primer término, se destaca la turbación de María ante la presencia de Ángel, y luego el consuelo que le da este: «no temas», expresión muy utilizada por los escritores sagrados para alivianar el susto o la resignación de los elegidos de DIOS.
Expresión que tranquiliza a María ante la Gran Noticia de saberse la elegida para Ser la Madre del Salvador del mundo, y que la ayuda a dar el «SI» de la confianza absoluta a los Designios de DIOS, llamándose a sí misma «Servidora del SEÑOR».
Todas estas expresiones vienen cargadas de un mensaje de Esperanza, muy propias del tiempo del Adviento que estamos viviendo, y en el que nos estamos preparando para el gozo de la celebración del nacimiento de nuestro Salvador en lo más profundo de nuestro corazón. Por eso es que la liturgia nos presenta un itinerario progresivo, de tal manera que podamos vivir a plenitud este ACONTECIMIENTO, en el desarrollo de nuestras vidas personales y comunitarias.
Al confrontarnos con el texto podemos entender que DIOS le asigna a cada ser humano una misión específica y que está en la voluntad de cada uno de nosotros el aceptar o no, dicho encargo. En el caso de María, DIOS la Llamó, para hacerla Su Sagrario, Su «Shequinah», que era la tienda donde habitaba DIOS, cuando el pueblo de Israel estaba en el desierto. Ella será la primera Portadora de la Buena Noticia, y tal como lo dijo JESÚS, años más tarde, ella es dichosa no tanto, porque lo haya tenido en su seno y lo haya amamantado si no porque creyó en la Palabra de DIOS y se anonadó ante Ella, diciendo: «Hágase en mí según Tu Palabra» (Lc 1,38).
Por eso es que nuestra Santa Madre Iglesia, junto a cada uno de sus miembros, le profesamos tanto afecto y veneración a María, no solo por ese «SI» incondicional de Fe que expresó al momento de ser llamada para acoger en su seno a la PALABRA hecha Carne, sino también por su inmensa enseñanza de que a pesar de las dificultades y de nuestras limitaciones humanas, podemos también nosotros dejar que la Palabra de DIOS Habite en nuestros corazones para ser Luz y Fermento en esta sociedad desesperanzada y abrumada por tantas injusticias y dificultades.
Señor JESÚS ayúdanos a vencer el miedo, y como María podamos decir: «Hágase en mí según Tu Palabra». De tal manera que Tu esfuerzo para Habitar en medio de nosotros sea una realidad en cada gesto de Amor y de servicio que nos hagamos unos a otros. Amén.
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