En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén, viendo la ciudad, lloró por ella, y dijo: «¡Si al menos en este día tú conocieras los caminos de la paz! Pero son cosas que tus ojos no pueden ver todavía. Vendrán días sobre ti en que tus enemigos te cercarán de trincheras, te atacarán y te oprimirán por todos los lados.
Te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has reconocido el tiempo ni la visita de tu Dios.
Jesús entró después en el recinto del Templo y comenzó a expulsar a los comerciantes que estaban allí actuando.
Les declaró: «Dios dice en la Escritura: Mi casa será casa de oración. Pero ustedes la han convertido en un refugio de ladrones.
Jesús enseñaba todos los días en el Templo. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley buscaban el modo de acabar con él, al igual que las autoridades de los judíos, pero no sabían qué hacer, pues todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana.
La Iglesia universal celebra hoy la Fiesta, entre otros santos, en honor a San Clemente I, Papa y mártir, fue el tercer sucesor de San Pedro, después de Lino y Cleto, gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101.
El año 96 escribió una carta a Los Corintios, que es el documento Papal más antiguo que se conoce, después de las cartas de San Pedro.
En la liturgia del día meditamos los textos: 1Mac 2,15-29; Sal 49; y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas capítulo 19, del verso 41 al 44. En el que se narra la entrada de JESÚS a Jerusalén y sus lamentaciones por la Ciudad Santa, y sus trágicas profecías, sobre la ciudad y sus habitantes, que, al mejor estilo de Jeremías, se lamenta y llora por la dureza del corazón del pueblo elegido.
Ante la vista de las magníficas edificaciones de Jerusalén, JESÚS expresa sus lamentaciones, ya que detrás de esas joyas arquitectónicas se oculta la violencia, la injusticia y la impiedad.
Todo el despliegue cultual, ritual e institucional que pretende mostrar su apego o respeto a DIOS, y en realidad lo niega. Y tal vez sea el mayor desdén de esa mascarada, el acuerdo de las autoridades judías y los invasores romanos, para oprimir y explotar al pueblo fiel y creyente que vive su fe en medio de grandes contradicciones.
Esta lamentación de JESÚS, se hizo realidad unos treinta años después de su muerte, cuando se lleva a efecto la guerra entre los fanáticos judíos y el ejército romano, y en la que se destruyeron el Templo, y la mayoría de los edificios emblemáticos que daban cuenta del esplendor de la ciudad, y con ellos fueron pasados a cuchillos un gran número de sus habitantes.
Al confrontarnos con el texto, y relacionarlo con el cuadro dantesco que presentan las ciudades de Venezuela: violencia e inseguridades en la calle y en las casas, hospitales con muchos enfermos, pocos médicos y enfermeras y nada de medicina, fábricas y negocios cerrados, sedes universitarias y liceístas en total abandono, templos vacíos y muchos de ellos en ruina, entonces podremos percibir de mejor manera el llanto de JESÚS por nuestra amada patria VENEZUELA.
En otros tiempos el sonar de las gaitas y aguinaldos en nuestras emisoras, el despliegue publicitario de los establecimientos comerciales, eran signos de que estábamos a las puertas de la llegada de una de las fiestas más importante para el recuentro familiar.
Hoy día esas canciones y esos gestos nos parecen como una tortura, porque no hay el poder adquisitivo para comprar los materiales para el arreglo de las casas, los estrenos de las ropas, los insumos mínimos para las cenas navideñas, y muchos menos soñar con el recuentro familiar porque la mayoría de las familias se encuentran disgregadas en muchas partes del mundo.
Por eso es que la invitación de JESÚS, aunque sea a modo de reproche: «si al menos comprendieran lo que conduce a la paz», sigue abierta para todos, la cual se sustenta en la observancia de los preceptos de DIOS para construir una sociedad donde reine la justicia y la equidad.
Invitación hecha a los que gobiernan, para que puedan entender el descalabro de sus programas de gobierno y a los de la oposición para que depongan de sus ambiciones personales y particulares en pro del interés nacional y juntos podamos transitar hacia la sociedad de paz y de progreso que todos soñamos.
Señor JESÚS, Ayúdanos a conmovernos y movernos según Tu designio de Salvación, dejando a un lado nuestros egoísmos y lamentos por las calamidades, para fijar nuestra mirada en Ti, y así tener una sociedad donde reine la Paz y la Justicia. Amén.
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