En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén, viendo la ciudad, lloró por ella, y dijo: ‘¡Si al menos en este día tú conocieras los caminos de la paz! Pero son cosas que tus ojos no pueden ver todavía. Vendrán días sobre ti en que tus enemigos te cercarán de trincheras, te atacarán y te oprimirán por todos los lados. Te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has reconocido el tiempo ni la visita de tu Dios.

Jesús entró después en el recinto del Templo y comenzó a expulsar a los comerciantes que estaban allí actuando. Les declaró: “Dios dice en la Escritura: Mi casa será casa de oración. Pero ustedes la han convertido en un refugio de ladrones».

«Jesús enseñaba todos los días en el Templo. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley buscaban el modo de acabar con él, al igual que las autoridades de los judíos, pero no sabían qué hacer, pues todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras».

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta de la dedicación de las Basílicas de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, templos en Roma que contienen los restos de estos dos grandes del cristianismo y símbolos de la fraternidad y la unidad de la Iglesia. Y la Iglesia venezolana celebra la fiesta en honor a nuestra querida Madre María bajo la advocación de Nuestra Señora de Chiquinquirá, mejor conocida como La Chinita.

Felicitaciones a todos los zulianos por ser ellos los que con mayor devoción han propagado la celebración de tan grande festividad.

La liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas, capítulo 19, del verso 41 al verso 44. En el que se narra la entrada de JESÚS a Jerusalén y sus lamentaciones por la Ciudad Santa, y sus trágicas profecías, sobre la ciudad y sus habitantes, que, al mejor estilo de Jeremías, se lamenta y llora por la dureza del corazón del pueblo elegido.

Ante la vista de las magníficas edificaciones de Jerusalén, JESÚS expresa sus lamentaciones, ya que detrás de esas joyas arquitectónicas se oculta la violencia, la injusticia y la impiedad.

Todo el despliegue cultual, ritual e institucional que pretende mostrar su apego o respeto a DIOS, en realidad lo niega. Y tal vez sea el mayor desdén de esa mascarada, el acuerdo de las autoridades judías y los invasores romanos, para oprimir y explotar al pueblo fiel y creyente que vive su fe en medio de grandes contradicciones.

Esta lamentación de JESÚS, se hizo realidad unos treinta años después de su muerte, cuando se lleva a efecto la guerra entre los fanáticos judíos y el ejército romano, y en la que se destruyeron el Templo, y la mayoría de los edificios emblemáticos que daban cuenta del esplendor de la ciudad, y con ellos fueron pasados a cuchillos un gran número de sus habitantes.

Al confrontarnos con el texto, y relacionarlo con el cuadro dantesco que presentan las ciudades de Venezuela: violencia e inseguridades en la calle y en las casas, hospitales con muchos enfermos, pocos médicos y enfermeras y nada de medicina, sueldos miserable que no alcanzan para comprar ni el 5% de la canasta alimentaria, fábricas y negocios cerrados, universidades en ruinas, saqueadas y quemadas, entonces podremos percibir de mejor manera el llanto de JESÚS por nuestra amada patria VENEZUELA.

En otros tiempos el sonar de las gaitas y aguinaldos en nuestras emisoras, el despliegue publicitario de los establecimientos comerciales, eran signos de que estábamos a las puertas de la llegada de una de las fiestas más importante para el reencuentro familiar.

Hoy día esas canciones y esos gestos nos parecen como una tortura, porque no hay el poder adquisitivo para comprar los materiales para el arreglo de las casas, los estrenos de las ropas, los insumos mínimos para las cenas navideñas, y muchos menos soñar con el recuentro familiar porque la mayoría de las familias se encuentran disgregadas en muchas partes del mundo.

Por eso es que la invitación de JESÚS, aunque sea a modo de reproche: “si al menos comprendieran lo que conduce a la Paz”, sigue abierta para todos, la cual se sustenta en la observancia de los preceptos de DIOS para construir una sociedad donde reine la justicia y la equidad.

Invitación hecha a los que gobiernan, para que puedan entender el descalabro de sus decisiones gubernamentales y a los de la oposición para que depongan de sus ambiciones personales y particulares, en pro del interés nacional y juntos podamos transitar hacia la sociedad de paz y de progreso que todos soñamos.

Señor JESÚS, hoy nos invitas más que a llorar o a quejarnos por nuestras calamidades, a fijar nuestra mirada en lo que nos trae la paz. Ayúdanos a conmovernos y movernos según Tú designio de Salvación y así tener una sociedad donde reine la paz y la justicia. Amén.

Luis Perdomo

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