«Cuando llegó la hora, Jesús y sus apóstoles se sentaron a la mesa. Entonces les dijo: He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer, pues les digo que no volveré a comerla hasta que tenga su pleno cumplimiento en el reino de Dios. Luego tomó la copa, dio gracias y dijo: Tomen esto y repártanlo entre ustedes. Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios. También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí. De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes».

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

El jueves posterior a la Solemnidad de Pentecostés en algunos países se celebra la fiesta de JESUCRISTO SUMO Y ETERNO SACERDOTE, festividad que no aparece en el calendario de la Iglesia universal. La celebración fue introducida en España en 1973 con la aprobación de la Sagrada Congregación para el Culto Divino. Asimismo, ésta contiene textos propios para la Celebración Eucarística. Además de España, otras Conferencias Episcopales incluyeron esta fiesta en sus calendarios particulares como Chile, Colombia, Perú, Puerto Rico, Uruguay, y Venezuela.

En la liturgia del día meditamos los textos: Is 52,13-52,12; Sal 39 y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas capítulo 22, del verso 14 al verso 20. En el que JESÚS instituyó el Sacramento de la Eucaristía, durante la celebración de la última Cena celebrada con Sus discípulos. Ya que en la Nueva Alianza que hace DIOS con la humanidad el Cordero Pascual Ofrendado y el Sacerdote son uno mismo: JESUCRISTO. Es la Nueva Alianza Anunciada por DIOS a través del Profeta Jeremías: “Vienen días oráculo del Señor, en que Yo estableceré con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá una Nueva Alianza” (Jr 31,31).

En esta Cena JESÚS hace un gesto en el que se concentra todo lo que vendrá en adelante, Transforma un poco de pan en Su Cuerpo y un poco de Vino en Su Sangre. Su Cuerpo que está a punto de ser inmolado en la Cruz y Su Sangre que dentro de poco será derramada para darle Vida al mundo. Es el gesto de Agradecimiento extremo al PADRE, del HIJO, por Su AMOR y Misericordia. Muy pertinente es saber que «Agradecimiento» en griego se dice Eucaristía, y por eso el Sacramento se llama Eucaristía, o Acción de Gracia.

Y es que el término Eucaristía resume este gesto de JESUCRISTO Verdadero DIOS y Verdadero Hombre. Tal como nos lo enseña el Papa Francisco: “la celebración Eucarística es algo más que un simple banquete, es el Memorial de la Pascua de JESÚS, es el Misterio central de la Salvación. Memorial no significa solamente un simple recuerdo, ya que cada vez que celebramos este Sacramento participamos del Misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo”. (S.S. Francisco, catequesis, 5 de febrero de 2014).

Al confrontarnos con el texto, vemos que la última Cena de JESÚS con los suyos, no fue una comida cualquiera, y ni siquiera fue una celebración más de la Pascua judía, sino que es la Fiesta de la Pascua Cristiana, que se instituye para ser “la Fuente y Culmen de nuestra FE” (LG 11). Y por eso es que JESÚS les ordena a Sus discípulos de todos los tiempos: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19), como algo esencial para la Celebración de la Nueva Alianza, que DIOS ha establecido con la humanidad.

Visto así podemos entender que lo que JESÚS nos ha dejado es el Testamento de Su Misión a quienes decidan compartir la Mesa con Él. Testamento que lamentablemente el ritualismo y la institucionalización le han hecho perder si no todo, por lo menos gran parte de su intención inicial, que era la de sentarse en un banquete familiar a celebrar la Vida. Y lo digo porque hay muchos que vamos a la Eucaristía sólo por cumplir un precepto, o un acto social más, que tiene un tiempo estipulado, y lo más triste es que también hay curas que “dicen la Misa”, sólo porque constituye parte de sus obligaciones sacerdotales.

Pidámosle a JESÚS el Cordero de DIOS para que como comunidad Eclesial le demos el justo Valor a nuestra Eucaristía, no sólo como una Asamblea litúrgica, sino como algo esencial para el fortalecimiento de nuestra Misión, donde “nos hacemos Uno en JESÚS y Él se hace Uno en nosotros” (Jn 17,21), para ser Anunciadores de la Paz y de la Misericordia de DIOS en el mundo, no solo con nuestras palabras, sino con nuestras acciones que es lo fundamental.

Señor JESÚS, ayúdanos a darle el justo valor a nuestra celebración Eucarística, que es la anticipación del Gran Banquete Escatológico, donde Tú mismo ofreces a los seres humanos la Plenitud de Tu Ministerio, para animarnos a vencer las penurias y dificultades que se nos presenten. Amén.

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