“En aquel tiempo, la gente estaba allí mirando; los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.» También los soldados se burlaban de él. Le ofrecieron vino agridulce diciendo: «Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.» Porque había sobre la cruz un letrero que decía: «Este es el rey de los judíos.»  Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: «¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros!» Pero el otro lo reprendió diciendo: «¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio?  Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, pero este no ha hecho nada malo.» Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino.» Jesús le respondió: «En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.»

Reflexión hecha por Luis Perdomo, Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

Este domingo celebramos la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, con la que terminamos el año litúrgico. Ya que, el domingo que viene, con el Pimer Domingo de Adviento, iniciaremos de nuevo ese proceso celebrativo que nos hace participar un año más de la gracia de la salvación. Hoy también cerramos las lecturas que hemos hecho a lo largo de este año del Evangelio según San Lucas, correspondiente al ciclo C, Y pasaremos a Confrontarnos con el Evangelio según San Mateo correspondiente al Ciclo A.

Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 23, versos del 35 al 43, en el que se narra La crucifixión de nuestro Señor JESUCRISTO y nos recuerda que Su Reino no es de gloria efímera, o poder y majestad del mundo, sino de Servicio, de AMOR y entrega total, para rescatar al ser humano del mal, del pecado y de la muerte.

Por eso es que, en este último domingo del año litúrgico, la Iglesia quiere que nos configuremos con Cristo Rey del Universo, y veamos en Su triunfo, como Aquel en Quien tienen Plenitud todas las cosas. Con Él, el Reino de Dios dejará de ser un sueño para empezar a ser una Realidad Plena. Seguramente muchos incrédulos, se preguntarán: ¿Cómo es posible entender que alguien pueda reinar desde la cruz?  Ya que los condenados a muerte, a lo largo de la historia, no han triunfado nunca, y lo más que han conseguido es que algunos nostálgicos derramaran algunas lágrimas por ellos, y nada más. Por eso es que, los gobernantes de cualquier país saben que lo mejor que se puede hacer con las personas que le hacen oposición es eliminarla de cualquier manera, porque al poco tiempo nadie se acordara de él o de ella.

Pero el caso de JESÚS es diferente, ya que Su Reinado no es igual que los gobiernos y reinos de este mundo, Él mismo lo afirma con Sus Palabras y Testimonio de Vida. Y es que, JESÚS es un hombre, tal como lo narra el texto de hoy, que hasta el último momento de Su Vida terrenal a punto de morir en la Cruz, todavía despierta pasiones opuestas. Unos se ríen de Él y otros afirman su inocencia. Y es en ese momento crucial desde la cruz, cuando el mismo JESÚS es capaz de prometer el paraíso al hombre que está crucificado a su lado.

Al confrontarnos con el texto, vemos que la Cruz, no es un trofeo que mostremos a otros vanidosamente, sino el símbolo del AMOR de DIOS, que nos invita a seguir su ejemplo. Por eso es que no podemos olvidar lo que JESÚS nos pide insistentemente: “que debemos aprender a cargar nuestra cruz”. Por lo que no nos está permitido acercarnos al Misterio de la Cruz pasivamente, sino que tenemos la intención de cargarla con orgullo y satisfacción de sentirnos unos auténticos discípulos de JESÚS.

Porque es precisamente al venerar a la Cruz, cuando hemos de escuchar el llamado del Maestro: “Si alguno quiere ser mi discípulo… que cargue con su cruz y me siga” (Mt 16,24). Y es que para los que nos llamamos seguidores de JESÚS, reivindicar hoy la Cruz es acercase y servir gratuitamente a los miles de crucificados que deambulan por las calles de nuestro país. Es introducir justicia donde se abusa de los indefensos, es reclamar compasión y solidaridad, donde solo hay indiferencia ante los que sufren. Por supuesto que estos gestos de autenticidad cristiana, nos traerán conflictos, rechazos y sufrimientos, pero será nuestra manera de cargar con la Cruz de CRISTO.

Por eso es que hoy es el día para preguntarnos: ¿Cuál es nuestra actitud frente a la cruz y a los desplazados y excluidos del mundo?    ¿Estamos conscientes que formamos una comunidad cristiana de Amor y de servicio hacia nuestros semejantes? ¿Nos esforzamos para que entre nosotros reinen la fraternidad, la solidaridad y la justicia? ¿Mantenemos la esperanza a pesar de las dificultades que nos encontramos en el camino?

Señor JESÚS, hoy acudimos a Ti, arrepentidos como el ladrón que fue crucificado a Tu lado, para reconocerte como El Único Rey, Señor de señores, que caminas junto a nosotros para enderezar nuestro camino y Hacernos partícipes del Banquete de la Vida Eterna. Amén.

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