En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea en una mejilla, preséntale también la otra.
Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido. Da al que te pide, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a los que los aman.
Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué gracia tiene? También los pecadores obran así.
Si prestan algo a los que les pueden retribuir, ¿qué gracia tiene? También los pecadores prestan a pecadores para que estos correspondan con algo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio.
Entonces la recompensa de ustedes será grande, y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y los pecadores.
Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará; se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan, serán medidos ustedes.
Reflexión del Evangelio
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Guido, campesino, conocido por su piedad y la responsabilidad en el trabajo.
Los domingos tocaba las campanas de la Iglesia y recogía la colecta. Convertido en sacristán por su respeto a las cosas de DIOS. Es uno de los pocos sacristanes santos y, por lo tanto, es el patrono de los sacristanes y cocheros.
La liturgia del día meditamos los textos: 1Cor 8,1B-7.11-; Sal 138; y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas capítulo 6, del verso 27 al 38. En el que JESÚS insta a sus seguidores a cambiar en su manera de pensar y de proceder, que tenían antes de conocerlo.
JESÚS va a lo esencial, a la raíz del mal que está en las personas. Es cierto que las estructuras nos deforman y a veces no nos dejan vivir; pero también es cierto que ningún sistema político o social, por muy beneficioso que sea, puede establecer una sociedad menos opresora, mientras las personas no se reformen según el Evangelio.
Por eso es que el texto nos propone el núcleo de la ética comunitaria cristiana, por lo que es muy pertinente recordar que, la ética tiene como finalidad identificar los principios que orientan la vida común de las colectividades humanas, y al mismo tiempo adecuar esos principios para cada momento y circunstancia particular.
«Amar a los enemigos»
Es ese el propósito del mandato de «amar a los enemigos», que nos recomienda la ética cristiana, que abarca dos ámbitos distintos: la comunidad cristiana y la sociedad en general.
A nivel comunitario no puede haber enemigos, ya que, si se comparte el mismo ideal, estilo de vida y espiritualidad, las diferencias en cuanto a la posesión de las cosas se pueden remediar de acuerdo a las necesidades reales.
Mientras que a nivel social, el amor a los enemigos significa el no transformar las diferencias en un grito de guerra, sino el de la búsqueda de puntos de encuentro para enrumbar la convivencia ciudadana.
JESÚS mismo, predicando con el ejemplo, trata a sus oponentes con una gran caridad, lo que no le impide decirles la verdad y exigirle el debido respeto a la dignidad de las personas y a la Ley.
Es que DIOS nos marca un camino, Él se muestran más Misericordioso donde la miseria es mayor, y ofrece una regeneración y una liberación total donde la esperanza es más débil, y nos dice que, solo cuando reconozcamos a todos nuestros prójimos como hermanos, tendremos una sociedad de paz y de progreso.
Liberados por la confianza en Dios
Porque solo lograremos liberarnos cuando nuestra confianza en DIOS sea muy grande, y seamos capaces de aceptarnos unos a otros y de aceptar el camino de la reconciliación en la justicia, sin aprovecharnos de la debilidad o de la mala situación del otro, sino actuando con equidad y con MISERICORDIA de acuerdo a los Designio de DIOS.
Al confrontarnos con el texto vemos que en el mismo están entrelazadas una serie de palabras que resumen las exigentes enseñanzas de JESÚS: «Amor, bendición, oración, no juzgar, perdonar, compartir, hacer el bien, dar sin medida».
Entre ellas se distinguen unas exigencias que parecieran ir en contravía de la tradicional lógica humana: «poner la otra mejilla al que te golpee, no reclamar lo que te quiten» y la más difícil de todas: «amar a nuestros enemigos».
Lo que nos permite confirmar una vez más que Ser cristiano no es nada fácil, a no ser que nos hagamos los desentendidos y vivamos de espalda a nuestro compromiso de vida.
Es que nuestro desafío como seguidor de Cristo, consiste en abrirnos más allá de lo que ha sido nuestra manera de relacionarnos con nuestros semejantes, en la que la mayoría de las veces solemos cultivar relaciones cerradas y exclusivas.
Encrucijada de amor
Por eso es que JESÚS nos pone en una encrucijada de AMOR, que incluye a quienes en otra lógica deberíamos de excluir de nuestras relaciones y afectos. Es una prueba de AMOR difícil para todos, y solo es posible cumplirla, si cultivamos en nuestra vida la compasión, que es una actitud cristiana, que nos permite ver al otro con los ojos de DIOS, es decir verlo como a un hermano.
Con esta exigencia, JESÚS nos confirma una vez más, que la clave de la vida del cristiano es «el AMOR, que lo puede todo».
Señor JESÚS, ayúdanos a tratar a nuestros oponentes y a los que consideramos culpables de nuestras desgracias, con el mismo respeto que exigimos para nosotros y de esta manera buscar puntos de encuentros para la convivencia ciudadana.
Amén.
Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
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