En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los Gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo.

Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.

Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes». Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «Cómo te llamas?».

Él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos». Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos». Él se lo permitió.

Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos.

La gente vio lo que había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.

Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. Mientras se embarcaban, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él.

Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».

El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Fulgencio de Ruspe. Este santo nació en Cartago, África, hacia el año 468, y murió a los 66 años, en enero del año 533. Se había propuesto imitar en todo lo posible a San Agustín y lo consiguió admirablemente.

Tanta era la estimación que la gente sentía por él que no le permitieron que fuera enterrado en otro sitio sino debajo del altar mayor de la Catedral. Aún hoy día, en los libros de oraciones de los sacerdotes hay varios sermones de San Fulgencio de Ruspe, gran sabio y gran santo.

Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marco capítulo 5, verso 1 al verso 20, En el que se narra el encuentro de JESÚS, con un endemoniado, fuera de las fronteras de Israel, es decir, un ambiente ajeno, con una persona totalmente esclavizada por las fuerzas del mal, poseída por espíritus inmundos.

Y que una vez que es liberado de la posesión del espíritu maligno, su dignidad de hijo de DIOS es restaurada y sale alegre a compartir con todos sus semejantes lo que JESÚS había obrado en él.

Muchas son las interpretaciones que se le han dado a este pasaje bíblico, hoy queremos compartirle, la lectura alegórica, que algunos expertos bíblicos nos han dejado en sus reflexiones.

Y que sintetizándolos podemos presentar un itinerario de Fe bien elaborado, con el siguiente esquema: a) el momento de la Opresión, el hombre oprimido por los espíritus malignos; b) el momento de la Liberación, JESÚS interpela a los demonios y el hombre es liberado; c) el momento de la Misión, el hombre es enviado a compartir con sus familiares su nueva condición de hombre libre del pecado.

El texto también nos ayuda a entender que toda realidad que deshumaniza a la persona, donde sus derechos elementales son cercenados, es una realidad maligna, diabólica y pecaminosa.

Por el contrario, toda acción o proceso que conduzca a la liberación integral de las personas y de las comunidades donde nos interrelacionemos, es una acción bendecida y orientada por DIOS, para que todos podamos vivir a plenitud, el momento de la Misión, que es la de proclamar a los cuatro vientos que hemos sido liberados del pecado.

Al confrontarnos con el texto, orientados con la enseñanza de la Iglesia, y ver la realidad con la que tenemos que lidiar diariamente, podemos experimentar personalmente que son muchos los espíritus malignos que nos atan y esclavizan.

Son esos yugos y cadenas materiales y espirituales de los cuales tenemos que librarnos. Por lo que hay que tener en cuenta que, al ser fuerzas espirituales malignas, no podemos liberarnos solos, sino que necesitamos de la Presencia Liberadora de JESÚS, para poder liberarnos y asumir con alegría la Misión de ser trasmisores de Su Buenas Nuevas.

Y es por eso que se nos da la enseñanza de este texto, donde se nos presenta un itinerario de CONVERSIÓN, desde una condición miserable, hasta alcanzar la dignidad de Hijo de DIOS. Ya que JESÚS nos lleva a contemplar a un DIOS que nos quiere libres de las ataduras del pecado, y comprometidos con Su Reino.

De allí que hoy es el día para preguntarnos: ¿Cuáles son las situaciones infrahumanas y deshumanizantes que afectan a nuestra sociedad? ¿Qué acciones podemos tomar para hacerle frente a estas situaciones?

Señor JESÚS, ayúdanos a ir a otras orillas de nuestro tiempo y, sin miedo, ubicarnos en los espacios donde impera la muerte, para denunciar las injusticias con sus ramificaciones: la especulación, la corrupción, la trata de personas, la esclavitud laboral, y desde allí ser propagadores de Tu Verdad Sanadora y Liberadora. Amén.

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