Evangelio del Día

En aquel tiempo, Jesús se fue a los límites de Judea, al otro lado del Jordán. Otra vez las muchedumbres se congregaron a su alrededor, y de nuevo se puso a enseñarles, como hacía siempre. En eso llegaron unos fariseos que querían ponerle a prueba, y le preguntaron: «¿Puede un marido despedir a su esposa?» Les respondió: «¿Qué les ha ordenado Moisés?» Contestaron: «Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse.»

Jesús les dijo: «Moisés, al escribir esta ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes. Pero, al principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer; y por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo.

Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe.» Cuando ya estaban en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre lo mismo, y él les dijo: «El que se separa de su esposa y se casa con otra mujer, comete adulterio contra su esposa; y si la esposa abandona a su marido para casarse con otro hombre, también ésta comete adulterio.»

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra hoy la Festividad de nuestra Madre María, bajo la advocación de María Auxiliadora. Históricamente, la difusión del título de María “Auxilio de los Cristianos”, comenzó alrededor de 1558, cuando esta invocación era mencionada en las letanías que se recitaban en el santuario de Loreto, Italia, Estas fueron aprobadas por el Papa Clemente VIII en 1601. Pero quien instituyó esta fiesta, fue el Papa Pío VII, que el 24 de mayo de 1814, liberado de la prisión napoleónica por la intervención de la Virgen instituyó la fiesta de “María Auxiliadora”. San Juan Bosco la acogió como la Patrona de la Gran Familia de los Salesianos. Por lo que felicitamos a la feligresía de la Parroquia Don Bosco, en especial a los de la Capilla María Auxiliadora de Doña Bárbara.

En la liturgia del día meditamos los textos: St 5,9-12; Sal 102; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Marcos, capítulo 10, del verso 1 al 12. En el que los fariseos ponen a prueba a JESÚS, abordando el tema de la separación o el divorcio de la pareja, fundamentados en una norma de la Ley de Moisés, que ellos interpretaban según su concepción patriarcal de la sociedad de su tiempo.

JESÚS les responde que: “fue por causa de la dureza de sus corazones que Moisés escribió ese precepto” (Mc 10,5). Y, refrescándole la memoria cita al libro de Génesis: “Desde el principio, Dios los creó hombre y mujer. Por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre y los dos serán una sola carne. Por lo tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mc 10,6-9).

Es importante destacar que el discurso de JESÚS quita el poder absoluto del marido sobre la mujer, característico de la cultura del Viejo Testamento. Descartando así el legalismo y el patriarcado, que veían a la mujer como una posesión desechable del marido, y que ponía en evidencia una relación opresora y oprimida, donde se rompen la igualdad y genera división contra el Proyecto Creador de DIOS.

Por eso es que JESÚS remite a quienes le interrogan, al Orden Original de DIOS, donde la mujer y el hombre tienen una misma dignidad, y que se unen en matrimonio por los lazos del Amor, el diálogo fraterno, la comprensión, y el perdón.

Al confrontarnos con el texto, vemos que en el tiempo en que JESÚS vivió su vida terrenal, la institución del matrimonio que es el fundamento de la familia, estaba amenazada por la nulidad de la dignidad de la mujer.

En nuestro tiempo también persisten las amenazas de los feminicidios, de las uniones contra naturas, de hombres con hombres o de mujeres con mujeres. Por eso es que JESÚS restituye al matrimonio, que es la unión entre un hombre y una mujer, la dignidad que DIOS le dio desde el principio de la Creación.

Es que DIOS quiere que la mujer y el varón creados a Su Imagen y semejanza, se complementen y se amen, formando un solo ser, y suscitando un nuevo núcleo de vida. Dando origen a la familia, que es una alianza en comunión fiel y creciente, en la que ambos participan en el Amor, Creador y liberador de DIOS.

Por lo que es fuente de vida y no de servilismo, de comunión y no de sumisión.

De tal manera que la unión matrimonial está llamada a ser en medio de este mundo, testimonio visible de un Proyecto de unidad al servicio de la vida, y es por eso que el matrimonio cristiano significa y expresa la unión conyugal entre Cristo y la Iglesia, así nos los recuerda Pablo: “Maridos amen a su mujeres como Cristo amó a su Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, se ama así mismo” (Ef 5,25-28).

Señor JESÚS, Inunda nuestros corazones de Tu AMOR, para que nuestros hogares sean encuentro de comunión fraterna, solidaridad, diálogo, alegría y paz. Y de esta manera seamos Tus Testigos en un mundo convulsionado por las intrigas, los odios, y las guerras.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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