“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará.» Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.» Él les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?» Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con el que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos, en honor a Santa Mariana de Jesús, llamada la Azucena de Quito, vivió siempre en su casa paterna y desde allí, desplegó una intensa labor catequética en favor de los aborígenes. Trabajó en remediar las necesidades humanas. Repartía pan entre los mendigos, visitaba a los enfermos y consolaba a los necesitados. El Papa Pío IX la beatificó y el Papa XII la canonizó.

Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marcos, capítulo 10, verso 32 al verso 45, En el que JESÚS se adelanta al grupo de discípulos y llama a aparte al grupo de los doce, es decir, a sus más íntimos, a los que les Anuncia por tercera vez, la tortura y la muerte que tendría que sufrir en Jerusalén. Y que Su Muerte es la consecuencia del compromiso asumido junto a los excluidos de su tiempo, Mandato dado por el Padre y que Él lo cumple a cabalidad.

Es importante destacar que los discípulos están asustados y muchos lo acompañan con recelo, porque todavía no entiende la Misión Salvífica de JESÚS. Y por eso surgen las ambiciones personales, como las de Juan y Santiago, que se imaginan que la marcha de JESÚS a Jerusalén, era para instaurar un reino terrenal y por eso pide los máximos puestos de honor, uno a su derecha y otro a su izquierda.

JESÚS reacciona con firmeza y les pregunta si serán capaces “de beber el cáliz que Él va a beber y recibir el Bautismo que Él va a recibir”, es decir, todo el sufrimiento y Su Muerte en la Cruz. La respuesta de ellos es superficial, ya que a pocos días lo abandonarán y lo dejarán solo en el momento crucial de Su Muerte. En ese instante ellos no entendían que JESÚS, es el Servidor Sufriente y que Él se Encarnó en el mundo “para servir y no para ser servido, y para dar Su Vida por muchos”.

Al confrontarnos con el texto, y ponernos en el lugar de Juan y Santiago, ya que muchas veces andamos pidiéndoles al Señor, soluciones mágicas a nuestros problemas o pidiendo cargos de poder para sentirnos importantes, ganando reconocimientos o sometiendo a nuestros semejantes.

Sin tener en cuenta que no es propio de un discípulo de JESÚS, el andar buscando puestos de poder, ni glorias terrenales.

Ya que un auténtico cristiano, es un servidor que debe tomar distancia de las prácticas de poder propias de “los gobernantes que dominan las naciones como si fueran sus dueños”. Por lo que tenemos que saber que la clave del servicio es la mejor manera de ganarnos un puesto junto a JESÚS, y que el camino a la Cruz es también el camino del discípulo, que, al Configurarse con Él, comienza a Amar intensamente donde no hay cálculos ni reservar para entregar toda la vida en favor de sus semejantes.

Señor JESÚS, Ayúdanos a entender que nuestro lugar junto a Ti, no es para tener poder como “los gobernantes que dominan las naciones, como si fueran sus dueños”, sino para servir a nuestros semejantes, tal como Tú lo haces. Amén.

Luis Perdomo

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