En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es un único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas.
Después viene este otro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que estos.» El maestro de la Ley le contestó: «Has hablado muy bien, Maestro; tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todas las víctimas y sacrificios.»
Jesús vio que esta era una respuesta sabia y le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y después de esto, nadie más se atrevió a hacerle nuevas preguntas».
Reflexión del Evangelio
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Marcelino Champagnat, sacerdote francés que fundó la congregación de los Hermanos Maristas. Nació el año 1789, el mismo año de la Revolución Francesa, en Rosey al sur de Lyon.
Murió en la madrugada del 6 de junio de 1840, a los 51 años. Sus restos descansan en la capilla de Ntra. Sra. del Hermitage. Fue declarado «Beato» en Roma, por S. S. Pío XII, el 29 de mayo de 1955. Y canonizado el domingo 18 de abril de 1999.
La liturgia del día medita los textos: 2Tim 2,8-15; Sal 24; y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Marcos capítulo 12, del verso 28 al 34. En el que se relata el encuentro de JESÚS, con un maestro de la Ley, en la que este último le pregunta a JESÚS, sobre el mandamiento más importante de la Ley de DIOS.
Esta pregunta en boca de un experto de la Ley, pareciera risible, pero no es así, ya que los judíos tenían más de seiscientos preceptos lo que originaba confusión aun en los más doctos.
JESÚS, responde con toda Autoridad y, proclama el primer mandamiento, no solamente haciéndolo suyo, sino que va más allá de la pregunta planteada, agregando al primer mandamiento, el segundo, pues ambos son semejantes porque se mueven hacia una misma dirección: el Amor-fidelidad a DIOS, que es inseparable del Amor-fidelidad al prójimo. Ante la respuesta de JESÚS el escriba queda muy complacido, porque además de contestar su incertidumbre, le ha ampliado el horizonte de la misma. «Y después de esto, nadie más se atrevió a hacerle nuevas preguntas» (Mc 12,34).
Al confrontarnos con el texto, y colocarnos en el lugar del escriba, para saber cuál es el mandamiento más importante de la Ley de DIOS, ya que la mayoría de nosotros tenemos unos conocimientos muy limitados, de la Sagrada Escritura, y lo poco que aprendimos en la catequesis, con tantas ocupaciones y actividades se nos ha olvidado.
Por eso es que JESÚS nos deja bien claro que por encima de cualquier religiosidad popular o devocional está Su Ley del Amor, dos preceptos unificados y aplicados en un mismo momento, hacia DIOS y hacia los semejantes. Porque, «quien dice que Ama a DIOS y no Ama a su hermano, es un mentiroso, porque si uno no Ama a su hermano al que ve, tampoco puede Amar a DIOS a quien no ve» (1Jn 4,20).
Por lo que queda claro que hay que Amar a DIOS con toda el Alma, la mente y el corazón, es decir, con todo nuestro ser. Eso significa que es un Amor que arde de pasión de pie a cabeza, pero que no es utópico o platónico, porque tenemos que hacerlo realidad con acciones tangibles hacia nuestros hermanos.
Porque el cristianismo no es una espiritualidad de escape o de fuga del mundo, sino más bien una puesta en práctica del Plan Salvífico de DIOS para la humanidad, donde la dignidad y la persona de cada ser humano sea valorada por todos.
Es que la práctica del Amor a todos los niveles y en todos los lugares, y momentos, es la cédula de identidad que debe identificar a un cristiano. Que lo hacemos realidad con la Solidaridad, el Servicio y el reclamo de la Justicia, enseñanzas de JESÚS, que nos ayudan a superar los prejuicios, fronteras y diferencias entre nosotros, que nos vuelve a colocar en el Plan Original de DIOS, que quiere una Familia Humana, Hija de DIOS, Digna de todo Respeto y Destinataria de todos los Bienes Creados.
Señor JESÚS, Ayúdanos a entender que, el mayor acto de Amor que podemos Ofrecerte es perdonar de corazón al semejante que nos ha ofendido. Ya que, si Te Amamos, tenemos también que Amar a todos nuestros semejantes.
Amén.
Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
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