En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús: «El primero es: ‘Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser’.
El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay mandamiento mayor que estos». El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Reflexión del Evangelio
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Juan de Dios, nació en Portugal. Después de pertenecer a la milicia, en la que llevó una vida militar con mucho ímpetu, se entregó totalmente al servicio de los enfermos. Fundó a los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios. Se destacó por su caridad con los enfermos y los atendió dejando huellas de actos heroicos.
En la liturgia del día meditamos los textos: Os 14,2-10; Sal 80; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Marcos, capítulo 12, del verso 28b al 34.
Es que se presenta un diálogo, entre un maestro de la Ley, que admirado por las respuestas que daba JESÚS, se anima a preguntarle acerca de cuál era el principal mandamiento de la Ley.
No era tan obvia
La cuestión no era tan obvia en aquel momento, ya que, mientras unos maestros afirmaban, que el más importante era el descanso sabático, otros decían que la alabanza a DIOS y la compasión por el prójimo.
Y hay que tener en cuenta que los preceptos de los judíos eran muchos, al punto que llegaron a codificarse 630 preceptos. JESÚS le responde con lo que está escrito en el Éxodo, Levítico y Deuteronomio, A lo dicho por JESÚS, el maestro de la Ley, agrega que, «amar a DIOS y al prójimo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
El encuentro con este hombre de buena voluntad, doctor de la Ley, y sobre todo buscador de la verdad, fue para JESÚS una gran alegría, por eso lo vio tan cerca del Reino de DIOS.
Y nos demuestra que, también en los tiempos de JESÚS había una seria preocupación por conocer en concreto la Voluntad de DIOS, pues un número exagerado de disposiciones y normas impedía ver con claridad lo que era realmente importante y decisivo para encontrarse con el DIOS Creador de todas las cosas.
Jesús enuncia el amor a Dios
Al confrontarnos con el texto vemos como JESÚS enuncia el Amor a DIOS y al prójimo como el mandamiento más relevante, y que tenemos que hacer realidad en nuestras vidas cada uno de los que nos llamamos sus seguidores, por lo que nos invita a vivirlo como DIOS quiere que lo hagamos, con total entrega de servicio, unos a otros.
Por eso que, en el Evangelio según San Juan, esta exhortación recibe el nombre de «Mandamiento Nuevo», porque tiene como fuente y modelo al mismo JESÚS.
Es que, la respuesta de JESÚS se caracteriza por la claridad con que reconoce el buen deseo de este doctor de la Ley. Que ha sabido unir el Amor a DIOS y el Amor al prójimo. Hoy también nosotros recibimos una buena respuesta, ya que, solo el Amor a DIOS hace posible el amor al prójimo, y solo cuando amamos de verdad al prójimo demostramos cuán verdadero es nuestro Amor a DIOS, nuestro Padre. Además, como no podemos ver a Cristo, no podemos expresar nuestro Amor por Él.
Pero al vecino podemos verle y podemos hacer por él lo que haríamos por Cristo si le viéramos. Por eso para que nuestro trabajo sea fructífero y eficaz, debemos hacerlo con mucha Fe. Con la Fe en Cristo para cumplir lo que Él nos dice: «Tenía hambre, estaba desnudo, enfermo, sin casa, era extranjero. preso… y me ayudaste».
Señor JESÚS, ayúdanos a entender de manera literal Tu mandamiento de «amarnos los unos a los otros», en el servicio y en la consideración hacia la dignidad del otro, que valen más que cualquier ofrenda en el Templo o cualquier precepto litúrgico.
Amén.
Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
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