En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les, acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño.

Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.» Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.  Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.

Reflexión del Día

La Iglesia Universal celebra en este Séptimo Domingo de Pascua, el día de la Ascensión del Señor, paso previo para poder recibir al Espíritu en Pentecostés. Esta fiesta se celebra 40 días después de la Resurrección del Señor, por lo que este año correspondió celebrarse el jueves pasado.

Sin embargo, en muchos países, dentro de los que se incluye Venezuela, por razones pastorales se celebra el domingo siguiente, es decir el Séptimo Domingo de Pascua. Hoy también celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

En la liturgia meditamos los textos: Hch 1,1-11: Sal 46; Ef 1,17-23; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 16, del verso 15 al verso 20. En el que se relata el envío de los discípulos, por parte del Señor a proclamar las Buenas Nuevas, de Cristo Resucitado.

Advirtiéndoles, que, de su aceptación o rechazo depende la Salvación o condenación. También se resalta las señales que acompañarán a misioneros y creyentes, que son las mismas de JESÚS: «echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos» (Mc 16,17-18).

Anuncio de Cristo Resucitado

Por eso es que, Anunciar a Cristo Resucitado es la Misión de todos los que creemos en Él, acción que tiene que brotar de la alegría del Kerigma, es decir del primer encuentro con JESÚS.  Ya que, quien cree en JESÚS y lo busca en la oración, en la Sagrada Escritura y los sacramentos poco a poco se transforma en un apóstol misionero.

Y cuanto más cultive el encuentro con JESÚS más sentirá el deseo y la necesidad de evangelizar y de imitarlo, tal como lo hicieron los primeros discípulos y lo han seguido haciendo grandes mujeres y hombres a lo largo del desarrollo histórico, de nuestra Iglesia en medio de la humanidad.

Por qué tal como nos dice el documento de Aparecida: “Discipulado y Misión, son como dos caras de una misma moneda; ya que cuando el discípulo está enamorado de Cristo, «no puede dejar de anunciar al mundo que solo Él nos salva (Hch 4,12). En efecto, el discípulo sabe que, sin Cristo, no hay Luz, no hay Esperanza, no hay Amor, no hay Futuro.

«Porque Cristo, el verbo hecho carne, es la Roca de nuestra Salvación y la razón de nuestra existencia».

Somos discípulos misioneros

El Papa Francisco nos repite insistentemente que los cristianos somos «Discípulos Misioneros». Esa es nuestra identidad más profunda y nuestra forma de vivir la Fe que hemos recibido.

También el Papa Pablo VI decía y repetía: «un cristiano que no es misionero, no es cristiano», es decir no vive como le pide su vocación bautismal. Y si «la Fe mueve montañas», no habrá peligro, demonios, lenguas nuevas, serpientes, venenos, que no pueda vencer y superar.  Porque nada resiste a la Fe y nada la hace vacilar o volver atrás, siempre y cuando esté bien fundamentada.

Al confrontarnos con el texto y sustentarnos con lo que nos ha enseñado la Iglesia desde los primeros tiempos, sobre el seguimiento y el testimonio que cada seguidor de JESÚS, tiene que dar con el desarrollo de sus vidas, en un mundo donde el escepticismo, la intolerancia y la indiferencia es una constante y, por consiguiente, hay que saber que esta misión no es nada fácil.

Lo que nos permite concluir con mucho fundamento, que hoy más que nunca tenemos que enfocar nuestra mirada en el Maestro, dejarnos interpelar por Él, y asumir con valentía Su Mandato.

Sentirnos realmente discípulos

De allí que hoy sea el día, para comprometernos con más ardor, en leer Su Palabra y ponerla en práctica, constituyendo en nuestras familias, vecinos y amigos, grupos de Lectio Divina, de tal manera que cada uno de nosotros podamos sentirnos y seamos realmente discípulos misioneros de JESUCRISTO en todos los espacios en que nos interrelacionamos con nuestros semejantes.

Señor JESÚS, ayúdanos a entender que lo importante no es hacer cosas por Ti, sino dejarnos guiar por Ti, para poder decirles a cada uno de nuestros semejantes que el mal no tiene la última palabra, y que al final será vencido y superado, si nos relacionamos de manera fraterna.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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