“En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma. Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer. Él les replicó: Dadles vosotros de comer. Ellos le preguntaron: ¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Cuando lo averiguaron le dijeron: Cinco, y dos peces. Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana.

La Iglesia universal celebra hoy, entre otros santos, la fiesta en honor a Santa Ángela de Foligno, que ha sido llamada la Mística de la Pasión de Cristo. Y fue tan grande el amor que adquirió hacia la Pasión y Muerte del Señor, que le bastaba mirar una imagen de JESÚS doliente u oír hablar de su Santísima Pasión para que se enrojeciera su rostro y quedara como en éxtasis. En visiones se la puede comparar a Santa Teresa y a Santa Catalina. Murió el 4 de enero de 1309 en Foligno, Italia, donde había nacido en 1248.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Marcos capítulo 6, versos del 34 al 44, en el que se narra el milagro de la multiplicación de los panes, y en el que resuena varios temas propios del mundo judío: “ovejas sin pastor y un pastor que se compadece de ellas” (Zac 11,4.5; Sal 23); “grupos de cien y cincuenta varones”, que evoca la organización de Israel en el desierto ( Ex 18,21); “los doce canastos donde se recoge el pan”, es una alusión al resto fiel de Israel (Is 10,20-23) y a sus doce tribus (Gn 49,28). Y JESÚS es presentado como el nuevo Moisés, que alimenta al pueblo con el nuevo maná bajado del Cielo que es su Propia humanidad.

En ese contexto es importante destacar la función educativa del milagro, ya que JESÚS, hace ese milagro no solo para saciar las necesidades materiales de la gente, sino que también lo hace, para revelarles Su Misión y preparar a sus discípulos para el rol que tendrán que desempeñar en futuro inmediato, que es la de velar por el rebaño, orientarlos y prepararlos para que puedan estar en el banquete de la vida eterna.

Y es que esa inmensa multitud de gente que ha ido al encuentro del Hijo de DIOS, está hambrienta de Su Palabra, no hay duda de que algo se movía dentro de sus almas, algo tan fuerte e inusual, que se olvidaron de todo, del tiempo y de sus cosas. Se acaba el día y son los discípulos, llenos de angustia los que le piden al Maestro, que los despida, porque tienen que ir a alimentarse. Él sin inmutarse les replica: “denle ustedes de comer”.

Sus discípulos se alarman aún más, ya que no entienden nada, lo comprenderán más tarde, sin embargo, en ese instante les está revelando la esencia de la misión de la Iglesia: dar al hombre el Pan verdadero, el Pan vivo bajado de lo alto. Lo comienza a percibir, cuando JESÚS, “toma el pan entre sus manos, lo bendijo, lo partió y se los dio a sus discípulos” para que lo distribuyeran entre la gente. Allí comprenden su elección y misión: dar a las almas hambrientas y vacías, el DIOS vivo que da consistencia al hombre.

Al confrontarnos con el texto, y sopesarlo con la realidad que vivimos los venezolanos, de iniciar este nuevo año cargados de incertidumbres al no saber si nos va a corresponder vivir situaciones peores que las que padecimos en el 2021, o si por el contrario tendremos la posibilidad de ver la luz que nos permita salir de este hueco tenebroso en el que tenemos muchos años deambulando.

Y es aquí donde la Palabra nos invita a cumplir con nuestra misión de ser propagadores de esperanza, ya que cuando el texto nos dice: “denle ustedes de comer”, es una invitación a no ser observadores pasivos o indiferentes, de esta situación, sino a ser participativos en la búsqueda de soluciones a esta inmensa crisis que nos golpea a todos. Y cada vez que alcemos nuestras miradas y brazos al cielo para clamar por soluciones, entendamos que cada uno de nosotros somos los brazos, los ojos, los pies y la boca por los que DIOS, pueda obrar el milagro de reconstruir esta sociedad.

Señor JESÚS, el pueblo de Venezuela anda como ovejas sin pastor, y pareciera que ya no hay tiempo para saciar el hambre y conseguir las medicinas para nuestros enfermos, suscita en nosotros las fuerzas y la inteligencia necesaria para encontrar la propuesta más útil para la convivencia ciudadana. Amén.

Luis Perdomo

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