“En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
En este Décimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra, la fiesta entre otros santos en honor San Benito Abad, quien nació en Nursia Italia, cerca de Roma, en el año 480, y murió en Lacio, el 21 de marzo del año 543, durante la Ceremonia del Jueves Santo. En 1980 el Santo Padre Juan Pablo II lo nombró Patrono de toda Europa, en el XV Centenario de su nacimiento, porque ha sido el santo que más influencia ha tenido en ese continente, por medio de la Comunidad religiosa que fundó, y por medio de sus maravillosos escritos y sabias enseñanzas.
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 6, verso 7 al verso 13, en el que JESÚS envía a sus discípulos de dos en dos, según la costumbre de la época. Les da instrucciones precisas: ir ligeros de equipaje; no malgastar el tiempo parándose en los caminos; ser mensajeros de paz y de armonía y sobre todo preparar el terreno para el Anuncio de la llegada del Reino de DIOS. Los discípulos, por su parte, cumplen cabalmente las instrucciones del Maestro.
Si detallamos el contenido del envío vemos como el hagiógrafo, pone mucho énfasis en el desempeño de los discípulos, ya que el éxito de la misión, está más en lo que los discípulos deben ser que en lo que deben decir. Por lo que percibimos en el envío que JESÚS hace, es que asocia Sus discípulos plenamente a Su Misión, haciéndolos partícipes de Su Vida y de lo que Él anuncia.
Por eso es que las pocas palabras que nos ofrece el Evangelio de hoy, son una guía para la misión del cristiano, es decir, una guía para que los enviados no se olviden de reproducir y reflejar el rostro de quien los envía. Por eso se destaca claramente, los pasos para vivir la vocación apostólica: de la dispersión al seguimiento; del SEGUIMIENTO a la COMUNIÓN de Vida con JESÚS; y de la COMUNIÓN con Él, a la MISIÓN.
El texto también nos hace recordar la última Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrada en el Santuario de Aparecida (Brasil), en el año 2007, cuyo lema y tema, fue: “Discípulos y misioneros de JESUCRISTO, para que los pueblos tengan vida en Él”. Los Obispos, reunidos allí, nos invitan a recrear nuevamente la Misión evangelizadora en el continente de la esperanza.
Al confrontarnos con el texto, ayudados con la enseñanza de la Iglesia, podemos entender que la Palabra de Dios tiene su propio dinamismo, pero es necesario el testimonio de vida de los discípulos, para que el Reino de DIOS, sea propagado por todo el mundo. Porque tal como lo dice el documento de Aparecida, discipulado y misión, son dos caras de la misma moneda, es decir que todo aquel que se considere cristiano debe de ser misionero, porque tiene que dar razones de su fe en el mundo.
También es necesario entender la misión evangelizadora, como un espacio de encuentro y diálogo respetuoso y profundo entre personas de diversos extractos sociales, de razas diversas y de intereses políticos y económicos antagónicos, pero donde todos seamos invitados a construir espacios en el que todos tengamos un lugar para alentar la esperanza y construir la paz.
Por eso hoy es el día para preguntarnos: ¿Conocemos la propuesta de la misión continental, iniciada al finalizar la conferencia de Aparecida? ¿Qué sabemos de la propuesta misionera que hace el Concilio Plenario de Venezuela? ¿Qué frutos de diálogos y encuentros diversos hemos tenido en nuestra comunidad de fe? ¿Conocemos el plan de Renovación Diocesano de la Diócesis de Ciudad Guayana, que lleva más de 20 años implementándose? ¿De qué manera puedo asumir mi compromiso misionero, en esta coyuntura tan difícil que vive Venezuela?
Señor JESÚS, danos la sabiduría necesaria para saber que Tú nos envías al mundo no para hacer nuestra obra, sino la Tuya. Y así tendremos la garantía, de que nos has hecho partícipes de Tu vida y de lo que Tú anuncias. Amén.
Luis Perdomo
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