«En aquel tiempo, Jesús volvió a la orilla del mar de Galilea y, subiendo al cerro, se sentó en ese lugar. Un gentío muy numeroso se acercó a él trayendo mudos, ciegos, cojos, mancos y personas con muchas otras enfermedades. Los colocaron a los pies de Jesús y él los sanó. La gente quedó maravillada al ver que hablaban los mudos y caminaban los cojos, que los lisiados quedaban sanos y que los ciegos recuperaban la vista; todos glorificaban al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días que me siguen y no tienen comida. Y no quiero despedirlos en ayunas, porque temo que se desmayen en el camino.»
Sus discípulos le respondieron: «Estamos en un desierto, ¿dónde vamos a encontrar suficiente pan como para alimentar a tanta gente?» Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Respondieron: «Siete, y algunos pescaditos.» Entonces Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó luego los siete panes y los pescaditos, dio gracias y los partió. Iba entregándolos a los discípulos, y éstos los repartían a la gente. Todos comieron hasta saciarse y llenaron siete cestos con los pedazos que sobraron».
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor al Beato Charles de Foucault, maestro de la espiritualidad del siglo XX, militar de profesión, que lo deja todo para irse al desierto de Sahara donde muere.
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo capítulo 15, del verso 29 al 37. En el que se relata la segunda multiplicación de los panes que el evangelista Mateo, hace en la redacción de su escrito. Recordemos que en el capítulo 14, versos del 13 al 21, ya el evangelista relata la primera multiplicación de los panes. Entre los dos relatos hay muchas coincidencias, en ambos relatos se destaca el sentimiento de compasión de JESÚS, por sus seguidores, que anda «como ovejas sin pastor y no tienen a donde ir», en el primer relato los discípulos le piden a JESÚS que despida a la gente porque no tienen como darles de comer, en este segundo relato la iniciativa desde el principio es de JESÚS.
En ambos relatos se destaca la oración de JESÚS, pidiendo la intervención del Padre, y es coincidente la simbología numérica, con el 7 y el 12: en el primer relato se dice que sobró comida, por lo que hubo que llenar 12 canastos a pesar de que habían comido una multitud de cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, en el segundo relato, se dice que se recogieron 7 canastos sin hacer mención a la cantidad de los comensales. La novedad que presenta este segundo relato es la conexión explícita con la misión Mesiánica de JESÚS, descrita en capítulo 61, del libro del profeta Isaías, donde se anuncia la liberación de los oprimidos del pueblo de Israel de toda atadura social, moral y física.
El milagro de la multiplicación, sin lugar a dudas que ha debido de ser un hecho súper-extraordinario ya que quedó grabado en la memoria de todos los contemporáneos que le correspondió vivir la época en que JESÚS vivió su vida terrena, se demuestra, porque es narrado por todos los evangelistas en: Mt 14,13-21: Mt 15, 29-37: Mc 6, 30-44 y Jn 6,1.14. Muy pertinente es destacar que, para muchos expertos y no expertos, el verdadero milagro obrado por intervención Divina, fue la de lograr despertar el sentimiento de solidaridad de cada uno de los presentes, para compartir lo poco que cargaban para alimentarse y eso hizo que sobrara la comida.
Al confrontarnos con el texto, vemos que el sentimiento de solidaridad y de servicio que JESÚS le pide a sus seguidores de todos los tiempos, que constantemente hacen suya la frase del Maestro: «Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días que me siguen y no tienen comida», lo que genera el compromiso cristiano de ayudar a paliar la difícil situación de hambre y de escasez de alimento que se viven en distintas partes del mundo y muy particularmente en nuestra sociedad venezolana, donde millares de personas hurgan en la basura, para poder comer ellos y llevar el sustento a su casa.
Y aunque lamentablemente la mayoría de los cristianos no hemos asumido a cabalidad este compromiso de luchar contra este cáncer social. Si es importante destacar la acción constante de la multiplicación de la comida en nuestros hogares, en cualquier grupo de acción social o pastoral, ya que cada vez que se presentan las dificultades por el número de comensales y la poca disponibilidad de alimento, hacen que cada uno ponga lo poco o lo mucho que tenga y al finalizar la jornada, se concluye con una gran satisfacción, por comprobar que no solamente es que la comida alcanzó para todos, sino que sobró para llevar. Y muy famosas son las acciones de las madres y abuelas de agregarle agua a la sopa para que pueda alcanzar para los de la familia y los visitantes inesperados.
Señor JESÚS, obra en nosotros el milagro de la solidaridad, y ayúdanos a abrir nuestros corazones, para compartir nuestros alimentos y bienes materiales, sin objeciones, con lo que podamos paliar el hambre y la miseria que estamos padeciendo. Amén.
Luis Perdomo
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