En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?. Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados.

Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: «Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo».

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: «Págame lo que me debes».

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: «Ten paciencia conmigo y te lo pagaré». Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.

Entonces el señor lo llamó y le dijo: «¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tienes compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?». Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Adrián, mártir cristiano venerado en los primeros siglos, en las iglesias de Asia Menor, conserva hoy en día sus recuerdos en las comunidades de rito latino y rito oriental. Fue martirizado el 5 de marzo del año 308.

En la liturgia del día meditamos los textos: Dn 3,25.34-43; Sal 24; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo capítulo 18, del verso 21 al 35.

El texto relata un diálogo entre JESÚS y el Apóstol Pedro, y ante la pregunta de Pedro, de cuántas veces debe perdonarse, JESÚS le da dice que siempre e inmediatamente, le narra la parábola del rey compasivo y del siervo despiadado, que está construida en base a un contraste: DIOS en su infinita bondad, supera las expectativas del hombre perdonándole todo; y el hombre se revela mezquino y despiadado en relación con sus semejantes.

Es que perdonar al hermano, “setenta veces siete”, es una medida que supera lo que estaba previsto por la praxis de los maestros judíos. Lo que nos hace ver claramente de que JESÚS, no tolera precisiones legalistas en ningún aspecto, sobre lo que tenga que ver con la Misericordia humana, y propone un perdón fraterno, sin medidas de ningún tipo.

Donde el gesto del Perdón, pasa de una concepción cuantitativa: ¿Cuántas veces? A una visión cualitativa, del Perdón sin límites a imagen de DIOS.

Realidad de la sociedad

Al confrontarnos con el texto, nos entristece la realidad de vivir en una sociedad setenta veces violentas, que tendríamos que contrarrestar con unas comunidades setenta veces reconciliadoras, tal como nos indica el Maestro, lo que constituye un gran desafío, bien difícil de cumplir, porque, perdonar setenta veces siete, significa perdonar siempre, al estilo de DIOS Padre que perdona ilimitadamente siempre, y eso sin lugar a dudas que constituye un desafío difícil, pero no imposible, ya que, con la fuerza de Su Espíritu, se puede hacer realidad.

Teniendo claro que en el mundo donde nos desarrollamos, la violencia crece y se multiplica ante la indiferencia de muchos. Por lo que podemos decir que forma parte de nuestra identidad cultural, y que además de eso, podemos hacernos eco, de algo que es evidente, y es que la violencia es un negocio lucrativo para algunos sectores de nuestra sociedad, en el que la mayoría de los ciudadanos somos víctimas, que solo tenemos a DIOS como consuelo, porque casi todas las instituciones han sido «silenciadas» o «paralizadas» por estos grupos violentos que hacen alarde de su poder sin ningún tipo de pudor.

Perdonas y pedir perdón

Por eso es que esta lectura nos deja dos enseñanzas, la primera es que: DIOS nos perdona mucho más de lo que nosotros perdonamos, tal como aparece en la parábola del rey y sus súbditos y que perdonar no es un gesto de debilidad, para cerrar los ojos ante los horrores de nuestro mundo.

Es una decisión que emana del código de las bienaventuranzas, un dinamismo transformador de la no-violencia activa, tener hambre y sed de justicia.

Ser pacíficamente creyente y amador de todos los que nos ofende u odian por distintos motivos, pero no para silenciar sus acciones, tampoco para buscar justicia por venganza o por nuestras propias manos, sino para lograr una verdadera administración de justicia por parte de las instituciones del estado, creadas para tal fin.

Señor JESÚS, ayúdanos a entender que perdonar no es un gesto de debilidad, para cerrar los ojos ante los horrores de nuestro mundo. Si no que es tener hambre y sed de justicia, para transformar sociedades violentas en espacios donde reine la paz y el respeto ciudadano.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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