Mateo 21,33-43.45-46: “En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes: “Escuchen este otro ejemplo: Había un propietario que plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigilarla. Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha. Pero los labradores tomaron a los enviados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera vez, pero los trataron de la misma manera. Por último, envió a su hijo, pensando: A mi hijo lo respetarán. Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia.
Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?» Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala, y arrendará la viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.» Jesús agregó: «¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra principal del edificio; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados.
Ahora yo les digo a ustedes: Se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.» Al oír estos ejemplos, los jefes de los sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús se refería a ellos. Hubieran deseado arrestarlo, pero tuvieron miedo del pueblo que lo consideraba como un profeta”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros Santos, la fiesta en honor a San Adrián, mártir cristiano venerado en los primeros siglos, en las iglesias de Asia Menor, conserva hoy en día sus recuerdos en las comunidades de rito latino y rito oriental. Fue martirizado el 5 de marzo del año 308.
Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 21, versos del 33 al 46. En el que JESÚS le explica en parábola, a los letrados de la ley, como DIOS ha actuado a través del devenir histórico, a favor del pueblo de Israel, y cómo este pueblo de corazón duro le ha dado la espalda, matando a Sus Mensajeros, que son los Profetas, y Su Propio Hijo.
A tal fin JESÚS propone una serie de figuras simbólicas en el relato de la viña, un tema conocido por todos los moradores del pueblo de Israel, el propietario de la viña es DIOS, los labradores representan a los interlocutores de JESÚS, es decir los dirigentes del pueblo, los siervos enviados en varios momentos recuerdan a los Profetas que han amonestado repetidamente al pueblo y sobre todo a los jefes. El heredero es el propio JESÚS, el gran mensajero del Padre, el ANUNCIADOR tan mal visto por los responsables, que lo rechazan, sin darse cuenta que “es la piedra angular”, donde va a descansar la Nueva Estructura del Pueblo de DIOS.
Al confrontarnos con el texto, y colocarnos en el lugar de los interlocutores de JESÚS, vemos que DIOS, nos ha enviado al mundo para que lo administremos y en el demos frutos de justicia, paz, libertad y fraternidad, en definitiva, para que seamos más humanos. Pero los seres humanos seducidos por la ambición de poder y de soberbia nos dejamos llevar por nuestras egoístas tendencias y constantemente le negamos al mundo la posibilidad realización del Plan de DIOS, de que todos seamos felices, y podamos disfrutar equitativamente de Sus Bondades y de todo lo que gratuitamente hemos recibido
Es de hacer notar que estas Palabra de JESÚS no se dirigen únicamente al pueblo judío de su tiempo; sino a todos aquellos que nos llamamos sus seguidores, ya que muchas veces actuamos de manera contraria a Su Mandamiento de AMOR. Porque el Padre ha enviado a su Hijo al mundo, para que corrigiera el rumbo de la humanidad, pero fue rechazado y asesinado como tantos Profetas, enviados antes que Él. Por eso es que nuestra Misión consiste en continuar Su Obra, de convocar a la humanidad para formar comunidades solidarias y fraternas, que nos permitan vivir y desarrollarnos de acuerdo al Plan Salvífico de DIOS.
Por eso es que este tiempo de Cuaresma, es el tiempo propicio para revisar nuestra condición de discípulos, y cómo hemos actuado hasta ahora, para poder ser un verdadero seguidor de JESÚS. Porque un verdadero cristiano ha de acoger de manera personal y comunitaria, el mandato de AMOR y de Servicio como algo existencial. Ya que la aceptación de nuestra Misión tiene que tocar, necesariamente, todas las esferas de nuestra vida: la razón, el corazón y los sentidos, es decir, todo nuestro ser actuando en favor de la Construcción de la Civilización del AMOR.
Señor JESÚS, perdona nuestras soberbias y mezquindades y danos el discernimiento necesario para entender que Tu nos ha enviado al mundo para que lo administremos y demos frutos de justicia, paz, libertad y fraternidad, y así todos seamos felices, y podamos disfrutar equitativamente de todo lo que gratuitamente hemos recibido.
Amén
Luis Perdomo
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