Evangelio del Día. Mateo 23,1-12

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Mateo 23,1-12: “En aquel tiempo Jesús habló tanto para el pueblo como para sus discípulos: «Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés. Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican. Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas. Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de la Ley que llevan en la frente, y los largos flecos de su manto.

Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos reservados en las sinagogas. Les agrada que los saluden en las plazas y que la gente los llame Maestro. Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos. No llamen Padre a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo.

Tampoco se dejen ustedes llamar Guía, porque ustedes no tienen más Guía que Cristo. El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos. Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a Santa Inés de Bohemia, Abadesa, hija del rey Otokar, que, tras haber renunciado a nupcias reales y deseosa de desposarse con Jesucristo, abrazó la Regla de santa Clara en el monasterio edificado por ella misma, donde quiso observar la pobreza conforme a la regla. Nació en Praga en el año 1211 y murió el 2 de marzo de 1282. Declarada venerable por el Papa Pío IX el 28 de noviembre de 1874, y fue canonizada el 12 de noviembre de 1989 por el Papa Juan Pablo II.

 Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 23, versos 1 al 12. En el que el Hagiógrafo, pone por escrito las Palabras y Parábolas de JESÚS que esclarecen la actitud que deberán adoptar sus discípulos frente a los nuevos tiempos que se avecinan para ellos. Por eso es que el texto, dice en forma muy precisa: «se sentaron en la cátedra de Moisés».

Esta fórmula es algo irónica, pues da a entender que en el pueblo de DIOS los ambiciosos se han tomado los puestos, y DIOS lo tolera hasta cierto punto. Y con esta fórmula, el Maestro, nos invita a mantener la igualdad fundamental de los creyentes; resaltando que es la comunidad la que goza de la presencia del Espíritu Santo, y los «doctores» no tendrán autoridad si no están profundamente arraigados en esta vivencia fraternal.

 Sin lugar a dudas que este es uno de los pasajes más duro y polémicos de los evangelios. JESÚS se enfrenta con el modo de proceder de los guías religiosos, personificados en los fariseos y los escribas, pero que puede tener continuidad en la comunidad cristiana de todos los tiempos. Por eso es que rebate su protagonismo hecho de apariencia y de exigencias a los demás, sin dignarse a “mover un dedo” para ayudar a la pobre gente a soportar las cargas que les imponen.

Ya que estos autodenominados maestros se buscan a sí mismo, quieren siempre estar en primer plano, ocupar los primeros puestos de las reuniones y que constantemente le rindan pleitesías.

  Y es que la tendencia preponderante de los seres humanos es la de buscar el poder y el tener a toda costa, y para ello colocamos las instituciones, las normas, las estructuras de poder y las tradiciones por encima de las personas, y al servicio de unos pocos. Y ese modo de proceder pasa en mayor o en menor grado en los grupos políticos, económicos, sociales y también en nuestros grupos de apostolados, por lo que podemos decir que todos tenemos algo de letrados y de fariseos en nuestro proceder cotidiano.

 Al confrontarnos con el texto vemos que la invitación que nos hace el Maestro hoy, es la de que volvamos nuestras miradas hacia ÉL, que hagamos lo imposible para escuchar Sus Enseñanzas de vida, y poder tener coherencia entre lo que pregonamos y lo que hacemos. Ya que la Justicia del Reino de DIOS, para que deje de ser un mero discurso de buenas intenciones, que no nos compromete, debe traducirse en acciones, con actitudes de humildad y de servicio desinteresado hacia todos nuestros semejantes, especialmente a los más necesitados.

 Porque, si hacemos las cosas por mero cumplimiento, por vanagloria, o para lucrarnos con ellas, estamos anulando por completo nuestra identidad cristiana. Por eso es que JESÚS nos invita constantemente a edificar la comunidad fraterna entorno a Él, donde haya un nuevo modelo de “autoridad y jerarquía”, fundamentado en el servicio humilde, porque “el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.

 Señor JESÚS, líbranos de la perenne intención de querer ser más importantes que útiles, Aleja de nosotros la tentación de crear dioses a nuestra medida para complacer nuestros caprichos. Y danos la fortaleza necesaria para erradicar de nuestros entornos todo culto a la personalidad. Amén.

Luis Perdomo

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