En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.»

Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?» Y el rey les dirá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.»

Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.

Entonces también estos contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?» Y él replicará: «Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.» Y estos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

Reflexión de Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

 La Iglesia Universal celebra hoy el Trigésimo Cuarto Domingo del tiempo ordinario, y la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, con la que terminamos el año litúrgico. Ya que, el domingo que viene, con el Adviento, iniciaremos de nuevo ese proceso celebrativo que nos hace participar un año más de la Gracia de la Salvación. Hoy también cerramos las lecturas que hemos hecho a lo largo de este año del Evangelio según San Mateo, correspondiente al ciclo A, y pasaremos a confrontarnos con el Evangelio según San Marcos correspondiente al ciclo B.

En la liturgia del día meditamos los textos: Ez 34,11-12.15-17; Sal 22; 1Cor 15,20-26.28; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo, capítulo 25, desde el verso 31 al 46. En el que se narra el discurso apocalíptico de JESÚS, explicándoles a sus discípulos la manera en que será su segunda venida a la tierra y la forma en que serán juzgados cada uno de los seres humanos, en consonancia a la manera en como hayamos aceptado y observado Su Mandamiento de Amor.

 Por eso es que antes de comenzar el relato de la Pasión, el texto de Mateo, recapitula sobre los rasgos básicos del discípulo de JESÚS, y los proyecta hacia el juicio último y definitivo de Dios. El punto decisivo es la centralidad en la persona de JESÚS, y su obra, pero con criterios de comportamiento actual. Por tanto, el juicio que tendrá como objeto a la comunidad mesiánica donde todas las naciones encuentran su modelo salvífico no se llevará a cabo en razón de la observancia de preceptos, ni a partir de enseñanzas doctrinales, sino que se fundará en la autenticidad de la nueva vida que el Hijo de DIOS ha hecho posible y ha enseñado a vivir en el sermón de la montaña (Mt 5-7).

  Al confrontarnos con el texto vemos que las medias tintas no valen con JESÚS, por lo que hay que decidirse a favor o en contra, amando y sirviendo a los pobres explotados, excluidos, desplazados, etc., que son los sacramentos de JESÚS, ya que son el rostro auténtico de DIOS. Aquí no se mira credo, raza, posición social, conocimientos, sino la acción realizada a favor o en contra de estos sujetos preferenciales o “rostros sufrientes” que nos acercan al Señor.

 Por eso es que cada época y cada lugar, los que nos llamamos seguidores de JESÚS, tenemos que discernir a la luz de este texto quienes son esos Cristo vivientes, para no pasar de largo, sino más bien para detenernos y abrirles las manos y acogerles de corazón. Para hacer realidad ese compromiso la tradición católica habla de “obras de misericordia”, pero no para hacerlo en un plano asistencial personal, tal como lo hacen otras organizaciones sociales, que muchas veces son para “tomarse la foto” y aparentar un sentimiento altruista, sin sentir verdaderamente la dura realidad que viven los desposeídos.

 De allí que el reto que tenemos los cristianos, a luz de la Enseñanza del Maestro, es el de convertir esas obras de misericordia en solidaridad y justicia para todos, por lo que es muy pertinente el revisarnos, para ver cómo estamos viviendo la experiencia de la solidaridad, tal como lo tiene que vivir un discípulo de nuestro Señor JESUCRISTO, sobre manera en un tiempo en el que estamos viviendo, en el que todas las calamidades parecen juntarse.

  Señor JESÚS, danos el discernimiento necesario para poder verte y encontrarte en cada uno de los seres humanos con los que nos topamos diariamente, y demostrarte con el servicio y nuestra entrega hacia ellos, nuestro amor por Ti. Amén. 

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